El partido

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Eran las 5:30 p.m. y estábamos toda mi pandilla en el campo de fútbol: mis amigas y yo estábamos sentadas y revolcándonos sobre el césped mientras los chicos entrenaban para el partido. Poco a poco iban llegando jugadores del equipo contrario acompañados por las chicas de su grupo. En el poco tiempo que llevo en la pandilla he aprendido una única cosa: el equipo contrario nunca se ha llevado bien con mi grupo desde una pelea que hubo en la primaria. Dentro y fuera del campo, esa rabia que tenían en común estaba presente, pero nunca habían llegado a poco más de unas cuantas amenazas o empujones. Además, todo el pueblo sabía la enemistad entre estos dos grupos, por lo que al enterarse de que hoy jugaban entre ellos el campo se llenó el doble de lo que solía llenarse siempre.
Se hicieron las 6:30 p.m. y solamente quedaba media hora para que empezase el partido. Todo el mundo estaba ansioso por verlo y se podían notar los nervios de los propios jugadores. Los chicos de mi grupo se sentaron junto a nosotras para reponer fuerzas.
-Venga chicos que ya veréis como esta vez no perdéis por 5 goles como la otra vez- soltó Cristina entre risas para "aliviar" un poco los nervios.
- Son unos faltones y punto. Eso sí, les das un pequeño empujón y te arman la del siglo- exclamó Marcel enfadado.
- Bueno vamos a hacerlo lo mejor que podamos y ya está. ¡Qué le den a esos imbéciles!- añadió Felipe con espíritu de líder.
Nos quedamos en silencio sin saber que decir hasta que Paco rompió el hielo.
-Joder, ¿cuando piensa venir Jorge? Está tardando demasiado y encima no contesta los mensajes.

¿Quién es Jorge? Nunca había oído el nombre de un tal Jorge que fuese parte de la pandilla.

Segundos después apareció un chico corriendo hacia donde estábamos, rubio, de estatura normal y de cuerpo típico de haberlo entrenado en el gimnasio. No voy a mentir, era guapo, pero parecía ser 3, incluso 4 años mayor que yo.
- Perdón por llegar tarde jeje- dijo fatigado
Todos se acercaron a darle un sermón, pero con cariño, por haber llegado tan tarde. Soltó algunas risas y fue a dejar su mochila y se sentó para calzarse.
- ¡Hola chicas!- saludó mientras se ataba los zapatos y se ponía en pie. Acto seguido, se acercó a chocarle la mano a cada una de las chicas. Por último, llegó a mi.
- A ti no te conozco. Soy Jorge, encantado jajaj- se acercó mientras estrechaba su mano.
- ¡Hola! Soy Ona. Igualmente- sonreí mientras posé mi mano sobre la suya como respuesta.
- Pues ya está, ya nos conocemos- soltó entre pequeñas risas- Bueno me voy a jugar, animarnos eh.
Nos reímos y volvimos a hablar de nuestras cosas... hasta que a Carmen se le cayó su botellín de agua sobre el césped...
- Dios mío Carmen. No te traigas más botellines, por favor- dijo Cristina mientras se reía muy alto y exagerado.
-Jajaja. Vamos a sentarnos en los banquillos y ya. Eso en nada se seca- dije poniéndome en pie dirección a los asientos.
Unos cuantos minutos después empezó el partido. Los primeros 15 minutos estuvieron tranquilos; no hubo niguna falta y ningún gol. A mitad de la primera parte metieron a Enrique, que estaba en el banquillo, y sacaron a Jorge.
Todas estábamos sentadas en los asientos en línea y yo estaba en uno de los extremos, junto a varios huecos libres a mi lado. Vi a Jorge acercarse hacía el asiento que había a mi lado y una sensación de nerviosismo recorrió mi cuerpo.

¿Qué mierda me estaba pasando?

Efectivamente: se sentó a mi lado.
- Habéis jugado muy bien- le dije intentado disimular mi voz temblorosa.
- Si, bueno, se podría jugar mejor- comentó fatigado mientras sacaba su agua y bebía- ¿De dónde eres?

¿A qué venía esa pregunta?

- Soy de Cádiz, de un pueblo cercano.
- No me fastidies, ¡yo también soy de Cádiz!- exclamó- ¿De qué pueblo?

Menuda curiosidad tiene este "Jorge"

-Chipiona. ¿Tú también?
-No jajaj, soy del centro de Cádiz, pero alguna vez he ido allí.
Se quedó un silencio incómodo y saqué mi teléfono. De reojo vi que él hizo lo mismo y se puso a jugar a un juego. Quería seguir hablando con él, pero no por que me interese; simplemente era agradable y ya.
- ¿Es qué tu juegas Clash Royale?
- Eh, si. ¿Tú también?- dijo sin apartar la vista del móvil.
- Jugaba, pero tampoco mucho.
- Amm...

Ya he quedado como una tonta, guay.

El partido acabó. Quedamos empate, aunque hubo un gol que nos anularon; ¡Menudos imbéciles los del otro equipo! Los chicos fueron a cambiarse a sus casas y las chicas estuvimos paseando; quedamos con ellos a las 9:15 p.m. en la plaza del pueblo.
Ya no mantuve otra conversación con Jorge en lo que quedaba de día, pero aún queda verano, NO PARA LIGÁRMELO, NO, simplemente para ser amigos.

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⏰ Última actualización: Jan 25, 2023 ⏰

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