i. el comienzo de un nuevo año

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CAPÍTULO UNO

DE PIE FRENTE al espejo de su habitación, la morena se pasó las manos por el uniforme mientras se quitaba las arrugas sobrantes, el gris pastel que contrastaba ferozmente con sus uñas recién cuidadas de un rojo cereza brillante

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DE PIE FRENTE al espejo de su habitación, la morena se pasó las manos por el uniforme mientras se quitaba las arrugas sobrantes, el gris pastel que contrastaba ferozmente con sus uñas recién cuidadas de un rojo cereza brillante. Se levantó ansiosa, con la sensación de extrañeza recorriéndole todo el cuerpo con incredulidad.

Jimena suspiró con fuerza, dejando que los nudos de tensión reprimida se liberaran, descuidando sus pensamientos negativos. Qué más daba si no estaba preparada para enfrentarse a sus molestos compañeros y a la ruidosa línea de interrogatorio que habían elegido. No podía quedarse encerrada en su habitación para siempre, saliendo sólo para comer y usar el baño.

El sonido estridente del altavoz de su celular sonó más allá de su habitación, interrumpiendo su atención al instante. Se estiró hacia la cama y sacó el celular de entre las sábanas. Una sensación de fastidio la invadió mientras ponía en blanco sus ojos castaños, divisando el nombre familiar: Niccolò Rossi, más conocido como la causa de sus problemas, o al menos el principal ayudante. Sin que la joven lo supiera, el muchacho erizado yacía impaciente, rebotando ansiosamente la pierna, esperando su respuesta.

Sus dedos se congelaron al ver que la llamada se transfería al buzón de voz, dejando que su dispositivo cayera contra el edredón. Cerró los ojos con suavidad, dejando que la creciente roncha en su pecho se desvaneciera.—Este año no, Niccolò—,susurró.

Lo había intentado todo para distanciarse, desde ignorar sus molestas visitas hasta avisarle de que no quería seguir en contacto. A cambio, él se había mostrado más decidido a hablar con ella, a discutirlo todo. Jimena se dio cuenta rápidamente de su objetivo final, reconociendo su obsesión alimentada por su evidente necesidad de tener la última palabra.

—Jimena—,la voz alegre que se acercaba desgarró sus pensamientos, sacándola de su aturdimiento. Vio aparecer a la rubia sonriente en el ángulo de su vista, Brenda Newton, que no sólo era su mejor amiga. Sino, desde hacía tres años, su hermanastra. Residía cerca de la puerta,—Vamos, el desayuno está listo, y estás tardando una eternidad—.

—Bajaré en un minuto—,respondió, apretando los labios. Brenda se demoró, presenciando el cambio en la voz de la chica, frunciendo las cejas y detectando la delicada pena que entorpecía:—¿Va todo bien?—.

—Perfectamente bien—,murmuró Jimena, prácticamente inaudible, ajustándose su holgada americana,—¿Por qué lo preguntas?—.

—Es que... estás un poco pálida—,Brenda se apoyó en el marco endurecido, la confusión la atrapaba, preguntándose qué podría haber roto la actitud positiva de su íntima amiga, que, sin saberlo, no había estado ahí todo el tiempo.—¿Qué pasa?—

—Nada, Bren,—La adolescente gruñó enérgicamente, cambiando su contacto hacia la puerta con exasperación, rápidamente irritada,—¿Es un crimen estar nerviosa?—

—¿Se acabó?—

Jimena resopló, fabricando deshonestamente su elección de discurso, dispuesta a decir cualquier cosa para quitársela de encima.—Es surrealista, quiero decir, con lo de ir toda hecha una mierda y volver como si todo fuera sol y arco iris. . . No quiero oír los susurros y rumores—. Parcialmente cierto, pero no del todo.

—Hmm,—Brenda murmuró, levantando su ceja perfectamente esculpida, escéptica de su defensa, comprendiendo que podía bromear tanto como le placiera. Aún así, al final, no tendría éxito. Con una leve sonrisa, recurrió a su única forma de consuelo: tranquilizar, de la mejor manera que pudo.—¿Y desde cuándo te importa lo que piensen los demás? Vas a volver por ti, recuérdalo. Si alguien dice algo desagradable, búscame y le daré una paliza. Ahora date prisa, que se te va a enfriar la comida—.

Jimena soltó una leve risita - voluntariamente considerando que todo iría bien.

Jimena soltó una leve risita - voluntariamente considerando que todo iría bien

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𝐏𝐑𝐎𝐌 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍 | ⁿⁱᶜᶜᵒˡᵒ ʳᵒˢˢⁱWhere stories live. Discover now