—Obvio España también. —Andrea pone los ojos en blanco—. O sea mi familia y la de Tomás son de España, así que estamos en el mismo bando.

—Ah, ve. No sabía —comenta Juliette y francamente yo tampoco. No es que hayan muchos Vélez por aquí, y muchos menos Arriaga, pero no me lo había puesto a pensar mucho.

—¿Y vos? —pregunta Teófilo.

—Por favor, mi familia es de Portugal, ¿qué crees? —Anderson hace una mueca de fastidio.

—Ay no, otro.

—Tenía que ser.

Entre el alboroto que arman, se me ocurre una idea.

—¿Por qué no hacen una caimanera y deciden ustedes el ganador del Mundial, pues? —Echo la cabeza atrás y me río a todo pulmón yo sola, como si hubiera dicho el chiste del siglo. Ni caso le hago al silencio.

—Coño, ¿sabéis qué? No es mala idea. —Teófilo asiente.

—¿En este calor de mierda? Yo paso. —Con la misma Javi se sienta en la banca al lado mío.

—Yo sí me apunto. ¿Quién quiere ser parte del Equipo Europa? —Yael mira alrededor y dos del grupo se apuntan inmediatamente. Para mi sorpresa, Anderson también se anota.

—Dale, Tomás. Vamos a enseñarles como se juega. —Anderson tuerce los labios en la sonrisa de siempre que solo parece caerme mal a mí.

—Bueno.

Medio mundo se voltea hacia Tomás.

—¿Eso fue un sí? —Yael le pela los ojos, todavía prácticamente guindando de los hombros de Tomás.

—Sí. ¿Cuándo?

Entrecierro los ojos. De verdad el Arriaga no es fan de hablar mucho, ¿no? Es que entre oírle decir solo una palabra por aquí, tres por allá, no termino de acostumbrarme al timbre de su voz. Hay que sacarle más conversa.

—¿Qué les parece mañana después de Física II? —propone Javi.

—Y vos qué habláis, si ni siquiera vais a jugar. —Dimas le da un codazo leve.

—Solamente sugería una hora en la que ni los jugadores ni la audiencia se van a cocinar en su salsa.

—Es verdad, tipo seis de la tarde es como un secador de pelo pero no como un horno —concuerdo.

—Aja, ¿y dónde?

—Ahí detrás de los talleres hay una chancha techada —anuncia Yael, señalando detrás de él con el pulgar.

—Listo. Mañana a las seis. Cada equipo que termine de reclutar —acuerda Dimas.

—Obvio nosotros vamos de audiencia, ¿no? —susurra Javi hacia mí.

—Por supuesto que yes.

Yo había hecho la propuesta en broma pero termino entusiasmándome tanto que no logro concentrarme mucho en clase, lo cual es un peligro porque el profesor es un querrequerre de esos de cien años de edad con antenas detrás de la cabeza. Detecta el mínimo movimiento que no sea para dibujar lo que explica, y no se pierde el mínimo sonido que no sea para respirar. Pero entre varios nos pasamos papelitos toda la clase armando las plantillas de los dos equipos.

Al día siguiente las clases se me hacen eternas. Ver los pósters guindados en todos los pasillos con los cronogramas del mundial deja de parecerme ridículo. Los del Consejo Estudiantil van a proyectar algunos de los juegos más importantes en pleno Pasillo General, pero el partido Equipo Europeo versus Equipo Suramericano que hemos organizado está atrayendo más emoción.

Con la maleta llena de sueños (Nostalgia #2)Where stories live. Discover now