Un hombre con traje se pone frente a mí y tomándome con toda la confianza de la cadera me susurra al oído.

— Tú eres nueva, muñeca —me separo ligeramente y le miro a la cara.

No es feo, pero conozco esa forma de hablar. Es ruso, un escalofrío me recorre la espalda y me tenso.

— Está conmigo —la voz de Gabriel suena a mi espalda, su mano grande me rodea la cintura y me aparta del hombre—, busca otra por ahí —le dice con decisión.

— Gracias —le digo separándome ligeramente de su sujeción cuando el hombre se aleja sin decir nada más.

Me ha puesto nerviosa su cercanía. Le miro directamente a los ojos.

— No hay de qué, creo que aún no estás preparada para esto. Sera mejor que salgamos de aquí.

Su fuerte mano sujeta de repente la mía y entrelaza nuestros dedos. Su toque es cálido y delicado. Tira de mi brazo y me hace recorrer el pasillo donde están todas las habitaciones. De algunas salen gemidos de placer, como los que me describen las chicas en casa. Al final subimos por unas escaleras hasta donde deben estar las habitaciones de personal. Pensé que sería una planta más arriba, pero hemos subido dos plantas.

Abre una puerta y entramos a un cuarto espacioso. Me suelto de su agarre nada más entrar. No es que me moleste, pero no comprendo porqué me ha traído hasta aquí y me siento nerviosa.

— ¿Dónde estamos? —le pregunto.

— Estamos en mi cuarto —me mira y me sonríe.

Es la primera vez que le veo sonreír y es extremadamente guapo. Sus facciones están más relajadas que antes. Se nota que ha bebido y está mucho más tranquilo que otras veces.

Me giro y miro a mi alrededor. Hay una cama grande, con sábanas oscuras cómo de seda y una colcha a medio poner de color crema. Hay una mesilla de noche con un vaso sobre ella y un libro con un bolígrafo encima. Es como si fuese un diario.

Enfrente hay un armario abierto donde puedo ver la ropa de Gabriel. Muchos trajes, camisas, algún vaquero y poco más. El resto debe estar en los cajones de debajo. Para ser un hombre es bastante ordenado. Y eso me gusta.

— ¿Qué esperas de mí esta noche? —me giro de nuevo para mirarle y le hablo con decisión.

— No espero nada de esta noche. Solo quería emborracharme —su mirada se vuelve pícara de repente y un calor me recorre todo el cuerpo—, pero salvar a una chica guapa no está mal. Es mucho más, de lo que esperaba.

— ¿No quieres acostarte conmigo? —siento vergüenza, es como si las palabras saliesen solas y no sé porqué le hago esta pregunta exactamente.

— Esta noche no quiero acostarme con nadie preciosa. Además —le veo sentarse al borde de la cama, está como triste—, no creo que estés preparada para acostarte con un hombre.

— No lo estoy... creo —estoy muy nerviosa. Pero tiene razón no estoy preparada. Pero necesito empezar a romper mis barreras si no quiero acabar con miedos toda mi vida.

Si algo me gusta de Sila es su entereza y su fortaleza. Yo quiero ser como ella. Sin miedos, sin debilidades.

Noto como su mirada recorre cada centímetro de mi cuerpo, está interesado en mí, lo noto. Puede que sí quiera acostarse conmigo. Y las fantasías que llevan días en mis cabeza aparecen con más fuerza. ¿Y si lo intento?

— Duerme en la cama si quieres, no estoy para llevarte a tu casa. Y yo me quedaré en la silla —me dice de repente.

No respondo pero me tumbo en la cama. Huele a él, a su perfume, cierro los ojos y coloco las manos a los lados.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now