Capítulo 1

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Hazel Bell

Recibí el vuelto del taxista antes de ser arrastrada hasta afuera del auto. El frío de la noche me estremeció enseguida, recordándome que en esos momentos podía estar bajo mis sábanas, descansando e intentando no fingir una sonrisa.

—Lo sé, sé perfectamente que odias salir en esta época, pero debes cambiar esa cara, al menos por mí, Hazel.

—Lo siento, ¿sí? No estoy de humor hoy —le contesté.

—¿Alguna vez estás de humor?

—Muy graciosa —solté junto a una carcajada marcada. Quedé mirando su cabello recién rizado y su sonrisa de súplica para que cambiara mi actitud. Respiré hondo, debía de hacer mi esfuerzo, porque me aguantaba mi mal humor y era su cumpleaños—. Bien, bien, prometo ser una chica feliz esta noche.

Aplaudió reiteradas veces sin hacer sonar demasiado sus manos. Entramos al bar, sintiendo de inmediato ese brusco cambio de temperatura, de frío a calor, que te gritaba que te ibas a pegar una gripe por descuidada.

—Invité a las chicas del piso, por supuesto que a Toby, unos cuantos compañeros y además a Marcus y Deneb. A ellos no los conoces, pero te caerán muy bien. Son simpáticos.

—¿Y de dónde salieron esos? —inquirí en un tono despectivo, mientras miraba lo lleno que se encontraba el bar.

—Los conocí en la última fiesta de Caroline. Estudian astronomía.

—¿Astronomía? —pregunté, impresionada.

—Sí, cerebritos —reconoció en una risa—. Pero no lo parecen, te lo juro.

Caminamos hacia la mesa que había reservado Alexia para celebrar sus 23 años. Estaba casi llena, solo quedaban dos puestos vacíos que nos correspondían a nosotras. Todos gritaron cuando vieron llegar a mi amiga, y no tardaron en llenarla de abrazos eufóricos para felicitarla por esa nueva vuelta al sol.

Pasé desapercibida y me ahorré saludar a medio mundo. Tal vez fue esa presencia vibrante de Alexia la que me hacía desaparecer de los ojos ajenos, o el tono pelirrojo natural de su cabello que llamaba la atención de todos. Pero en general, siempre era así, yo pasaba a segundo plano cuando había multitud, y no podía estar más agradecida.

Me senté al lado de Susan, una chica que vivía en el mismo piso de la residencia.

—¿Qué hay de bueno en esta mierda de bar para pasar la noche? —le pregunté mientras tomaba la carta que estaba en medio de la mesa.

—Te aconsejo una cerveza si es que quieres salir consciente de aquí. Si tus intenciones son otras, entonces podrías partir con un negroni.

Subí mi mirada. No me contestó Susan, la voz no estuvo ni cerca de ser femenina. Fue todo lo contrario.

—¿Tú eres la amiga amargada de Alexia?

—Sí, supongo que soy yo... —le contesté un tanto desconcertada, intentando no ponerle demasiada atención a su comentario.

—Un gusto, Deneb Kepler —se presentó el chico.

—Ah, qué bueno saberlo.

No le presté atención, solo quería beber algo rápido y salir corriendo del lugar. Tenía que llegar a estudiar, el lunes debía presentar un trabajo y aún no lograba aprenderme por completo mis líneas, y además, también necesitaba dormir después de dos semanas llenas de exámenes. Me sentí un poco avergonzada, porque Susan ni siquiera notó que le hablé a ella para que me pudiera haber salvado de esa situación engorrosa.

Estrellas en el firmamento ✔️Where stories live. Discover now