—Tomarás estos supresores. —Eran los mismos que le había dado la anterior vez, muchas cajas que casi le hicieron sonreír— Y si eso no es suficiente, me lo harás saber, cogerás tus cosas a la mínima sospecha y te irás a tu casa hasta que pase.

Oker no esperaba aquello.

—Eso no significa que vaya a tolerar que esgrimas la excusa de un celo para que te ausentes del trabajo por el que te pago.

Oker se mordió el labio, tenía que hablar de su sueldo, porque lo comenzaba a necesitar con mucha premura.

—Tienes que darme tu número de cuenta para programarte tu nómina.

Oker le miró como si le hubiera salido una segunda cabeza.

—No tengo cuenta bancaria.

La mirada de completa nulidad que le lanzó le hizo enojar. Y no pudo evitar contestar.

—Los de mi condición no tenemos permitido abrir ningún tipo de cuenta en un banco.

Eso pareció hacerlo dudar, pero antes de disculparse ese alfa se cortaría ambos brazos.

—Bien, de momento te lo daré en efectivo —dijo como si le estuviera haciendo un gran favor—, ya solucionaremos ese tema.

Oker asintió, pero sabía que ese tema no tenía solución.

—¿Me podría pagar semanalmente? —preguntó envalentonado puesto que era la conversación más larga que habían tenido hasta la fecha.

Esperó la negativa que nunca llegó, lo que llegó fue el gesto del alfa sacando la cartera de su chaqueta y abriéndola para sacar una cantidad de dinero que para Oker era toda una fortuna.

Lo contó y lo dividió para darle el equivalente al tiempo que Oker llevaba trabajando.

Por primera vez, Oker sonrió delante de ese alfa, no fue a él, sino a la alegría de tener un sueldo con el que mantenerse cuando su vida había sido un manchón oscuro desde que perdió el trabajo.

—Gracias, alf ... señor.

Y entonces sí, se fue sin decir ni adiós.

Pero a Oker le daba igual, con el dinero en su mano y sabiendo que seguía teniendo trabajo su día mejoró por mil.

No pudo evitar sonreír al encontrar un sin fin de productos de limpieza y la nevera llena de alimentos, con aquello sí podía hacer cenas más elaboradas.

El día pasó mucho mejor de lo que hubiera imaginado, Kyle durmió tranquilo, y él pudo limpiar y ordenar un apartamento que ni siquiera necesitaba mantenimiento.

Al mediodía, paró para comer junto a su hijo en la barra de la cocina americana. Miró alrededor y se sintió tan bien como hacía tiempo que no hacía.



Ω




Ivory se había marchado de su propia casa espantado. No era ninguna novedad que los omegas eran hermosos.

No es que tuviera una gran experiencia con muchos de ellos, pero la naturaleza parecía haberles otorgado esos rasgos para joder las cabezas de los alfas, y él era un maldito alfa.

La sonrisa de ese omega era radiante, y él salió corriendo.

Había estado pensando en despedirlo todos esos días en los que había tenido "permiso" por su celo.

Era un problema, realmente era un problema, podría haberlo intentando colocar en otra casa, en alguna empresa subsidiaria de la suya, algo con tal de no tenerlo en su casa.

Sin embargo, compró lo que le había pedido, llenó su nevera, y le esperó con un plan de acción que iban a tener que aplicar a partir de ese momento.

Cuando lo vio, estaba dividido, había esperado que no se presentara, pero por otro lado, respiró aliviado.

Ahora estaba en su casa, con su cría, y no dejaría de ir, al menos, por el momento.

—¿Un café? —Se asomó una cabeza sonriente y rubia tras la puerta de su despacho.

—¿Le eres infiel a tu omega? —La sonrisa de Zec se esfumó. No era asunto suyo, pero lo que vio en su casa no le gustó.

Zec cerró al puerta tras él, y el ambiente cambió.

—No, nunca le he sido infiel a Milo. —Aquello fue lanzado como el puñetazo que ellos nunca se dieron.

—No lo parecía.

—Si quieres jugar a ese juego, estupendo —dijo de nuevo sonriendo— ¿tienes a tu pequeña familia comprada en tu casa ya?

—Mejor vayamos a por ese café.

Y ambos enterraron sus hachas para volver a una relación cordial, pero llena de secretos que ninguno quería poner sobre la mesa.

Ivory volvió a su casa, lo primero que sintió fue el olor del producto para eliminar la fragancia de cualquier omega. Lo segundo, que su casa seguía tan fría como siempre. Las luces apagadas y todo impecable.

Abrió la nevera y tomó un botellín de agua fría, vio la cazuela con una nota pegada.

"Buenas provecho, señor."

Cerró la nevera y colocó su espalda contra la superficie metalizada.

Luego volvió a abrirla, miró en el interior de la cazuela y sus tripas rugieron.

Iba a tener que acostumbrarse a eso, cuando la comida estuvo a una temperatura adecuada la saboreó, y después de mucho tiempo, de un tiempo que no era capaz de calcular, Ivory sonrió, estaba deliciosa.

Iba a tener que acostumbrarse a eso, cuando la comida estuvo a una temperatura adecuada la saboreó, y después de mucho tiempo, de un tiempo que no era capaz de calcular, Ivory sonrió, estaba deliciosa

Oops! Bu görüntü içerik kurallarımıza uymuyor. Yayımlamaya devam etmek için görüntüyü kaldırmayı ya da başka bir görüntü yüklemeyi deneyin.




Esta semana se me ha hecho cortísima, y hay capítulo nuevo. ¡Oye, mira tú qué bien!

Estos dos no nos engañan, no se soportan, pero les queda rato juntos.


Buen fin de semana.

Nos vemos el lunes.

Besos

Sara

OmegaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin