—¡¿Qué?!

—Si Miles, como oyes.

Suspiré apagando el motor.

—Yo no tengo problema en trabajar pa...

—Lo sé Milan —guardé las llaves en mi chaqueta—. Ahora bajan que vamos a ir a comer algo antes de ir a casa.

—Bajen ustedes, yo me quedo.

—¿Perdón?

—¡Tú nos chantajeaste con celulares! ¡No puedes venir a decirme que voy a trabajar por lo que quiera! Se supone que es tu deber darnos y...

—Alto ahí Miles, que sea su padre no significa que cada cosa que vean o les guste vaya a comprárselas. Existen límites y lo sabes, no tengo que volver a explicártelos. Si sigues con este berrinche nos iremos a casa y no te gustará la conversación que tendremos en mi despacho.

—Que te den—susurró y mantuve la calma.

—Repítelo jovencito, te estoy esperando.

—Nada, no fue nada.

—Entonces bajas y con la mejor cara —abrí la puerta y Milan salió primero muy callado. No dijo ninguna palabra en los siguientes diez minutos que pasaron.

Nos sentamos en la mesa del fondo del restaurante y cada uno pidió lo que quería comer. Mientras esperábamos escribía mensajes por Gmail a mi secretaria con relación a asuntos de la empresa. Últimamente ha habido mucho más papeleo debido a la próxima reunión que tengo en Boston y la verdad es agotador, repartir mi tiempo en el trabajo, casa e hijos me deja muy cansado.

—Es lujoso —me habló Milan—, demasiado.

—Uno de estos días te llevaré a uno mejor, allí te sorprenderás cariño —asintió feliz y Miles me asesinó con la mirada—. ¿Pasó algo?

—¿Y yo? ¿Solo irá Milan? —arrugó las cejas—. Que rápido me cambias Alexander.

—Hey, alto ahí campeón —no le quité la mirada—. Sabes que siempre estas incluido en los planes, no hay por qué estar celoso ¿bueno? Los amo a los dos.

—¡Pero tienes que decirlo, no dejar que yo lo piense! —lloriqueó.

Definitivamente Miles necesita una siesta, debe ser por el dolor de sus brazos que anda tan irritante y a la defensiva con todos. Se colocó a llorar en el asiento y se cubrió el rostro con las manos.

—De acuerdo pequeño, está bien —acerqué su cabeza a mi pecho—. Lo siento, tienes razón, debí decirlo yo.

Es un gran avance y lo pude notar cuando se relajó con la calidez de mi abrazo.

El menor es muy berrinchudo, eso no se lo quita nadie, pero con sus celos tiene que aprender a controlarlos y también asimilar que el cariño se comparte, fue un error no haberlo acercado en todos estos años, pero estoy dispuesto a hacer el cambio. Tampoco quiero dejar fuera a Milan y que se sienta incomodo al solo demostrarle atención a uno. Ser papá es jodidamente difícil, hay que admitirlo.

—Se comen todo ¿mhm?

—¿Esto es brócoli? —se espantó el mayor.

—Ajá y es muy rico ¿verdad Miles?

—No me trates como un crío —chilló.

Pero si lo es...

Me puse serio. Este es un tema en el que no hay tratos, deben comer por su salud y si no les gusta lo que hay en el plato es lamentable, pero ellos ordenaron lo que tienen ahí.

Aventuras de un herederoМесто, где живут истории. Откройте их для себя