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El lunes había llegado, la chica no se había quitado aquella pulsera que el chico le había dado, cosa que hizo que su amiga le hiciera bromas.
Un suspiro salió de sus labios antes de entrar a la escuela, sonrió y una vez guardó algunas cosas en su locker, aquella sonrisa desapareció al sentir la presencia de cierto chico, su ánimo sin duda alguna había caído por los suelos.
―Ehh, aquí estás, linda.― El chico se acercó a ella y rodeó su cuello con su brazo. ―Te he extrañado demasiado, ¿sabes?― La chica miró hacía otro lugar.
―¿Qué necesitas?― Le dijo la chica, su voz temblaba.
―Absolutamente nada más que molestarte.― Tomó la cara de la chica obligando a mirarlo. ―Ahh, esa cara de miedo que tienes me encanta.― La chica forcejeó tratando de zafarse del agarre.
El chico soltó a la chica con fuerza haciendo que caiga al suelo, el fuerte estruendo que tuvo contra los casilleros sonó en toda la entrada, algunos que estaban cerca se asustaron y se apresuraron a irse, las lágrimas comenzaban a acumularse en los ojos de la mujer, miró a todos lados con la esperanza de encontrar a uno de los amigos del chico para que la ayudara, cosa que hizo reír a Suru.
―No los vas a encontrar, (N), no han llegado.― Tomó el cabello de la chica e hizo su cabeza hacía atrás para mirar su rostro.
La contraria cerró los ojos, aquello había sido doloroso y sin duda lo que venía también lo sería, y estaba segura que sería peor.
―Que satisfacción es volver a verte con esta cara.― La chica abrió un poco los ojos. ―Desde hace mucho que no disfruto bien de golpearte, esa cara no la tenías todos los días.― Una risa salió de la boca de sus amigos.
La chica volvió a cerrar los ojos, las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos y bajaban por sus mejillas, cosa que hizo que el chico sonriera más.
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―Disculpe, maestra.― La profesora miró a su alumna. ―¿Puedo ir al baño?― La mayor asintió, por lo que Mako se levantó de su asiento y salió del salón.
