Y eso, eso no los enseñó a los dos.

Me gustaría decir que en esos 4 años tuve una especie de despertar, que vi lo mal que estaban las cosas, que me pareció injusto lo que le hacíamos a esos soldados, o civiles de los pueblos del reino tierra, pero no puedo hacerlo. Mientras pasaba el tiempo, más olvidaba al niño de la aldea en llamas, olvidaba mi odio, lo... remplazaba, con el código, con el entrenamiento y con Aye-Li.

Si Keizan alguna vez no supo que ella era mujer, nunca lo reveló. Solo recuerdo un día, cuando volvíamos de cumplir una misión en una de las colonias en el reino tierra, que Keizan nos "invitó" casualmente a relajarnos en unos estanques termales. Como era costumbre, al llegar se despojó de toda su ropa y entró sin pudor alguno en el agua. Aye-Li era estupenda para mentir, cuando la conocí tenía 13 años y bueno, la diferencia entre un chico y una chica que había en ella solo era su cabello y su pecho, pero un corte y unos vendajes arreglaban ambos problemas. Con el tiempo su feminidad fue alterando sus facciones, su altura, su complexión; mientras yo me estiraba como la hierba, ella adquiría la figura de una dama de la más noble casa de la nación del fuego, su perfil se afiló como una punta de flecha recién forjada, su talle se hizo delgado y gracioso, su torso... bueno, los vendajes pronto eran más dolorosos que útiles, así que cambió a un uniforme 3 tallas más grande que la suya. Pero el detalle más evidente, lo que no podía ocultar, eran sus ojos, dos llamas de bronce que fulguraban en plena luz. Un chico intentó conquistarla en el entrenamiento, lo ejecutaron por conducta desviada unos meses después.

De modo que ahí estábamos, yo parado como idiota sin mi armadura del torso, fingiendo no poder desanudar las grebas y espinilleras de mi pantalón y Aye-Li sudando y desanudando su arco con la lentitud de un caracol-hormiga.

—No tenemos todo el día, chicos—. Dijo Keizan haciendo un particular énfasis en la última palabra.

—Lo... lo siento, no puedo —. Dijo finalmente Aye-Li. Recuerdo la sonrisa de Keizan, como la de un pescador que finalmente captura un elefante Koi con su poderoso arpón.

—¿De verdad? ¿Temes resfriarte? O quizá...

Tan rápido como solo Keizan "el relámpago" podía ser, una daga voló frente a mi y cortó el uniforme de Aye-Li justo en medio del pecho. Roja como un tomate, ella olvidó por completo que podía atinar a una mosca a un kilometro sin matarla y en su lugar dejó caer su arco y se cubrió con ambas manos.

Para cuando yo intentaba inútilmente de cubrirla con mi camisa, Keizan reía y aplaudía irónicamente, sumergido hasta la cintura en el agua caliente.

—Les voy a dar una oportunidad para no acabar con sus miserables vidas, al permitirles explicarse. Longshot, tu compañero es una mujer y no cualquier mujer, tenemos nada más y nada menos que a Lady Aye-Li del clan Saowon, ¿eres consciente de que su sangre esta relacionada con la mismísima Rangi?

Yo estaba congelado, en una frase Keizan había soltado una información que tanto Aye-Li como yo creíamos ultra secreta, sumado al conocimiento sobre su pasado, que por su expresión, ella tampoco conocía. Todo niño, joven y adulto sabía sobre Rangi "fuego blanco", compañera y maestra del avatar Kyoshi, prácticamente autora del libro de reglas de las academias militares de la nación del fuego y general de los ejércitos del norte en el tercer periodo de la era Kyoshi; unos cuantos más conocían su "cercana" relación con el avatar de la tierra, pero la política de "pudor" instaurada por Sozin al comienzo de la guerra había borrado esa parte de los libros de historia.

—Bueno yo, yo... — No podía mentir, él lo sabría. Tampoco serviría de nada decir la verdad, él no se sentiría impresionado.

Todos ocultan algo, mientras lucho por mi vida todos los días en esta prisión, recuerdo el temblor en mis piernas ante la mirada de Keizan, siento la respiración agitada de Aye-Li mientras se amarraba mi camisa con celeridad, recuerdo ese día en nuestra primera misión, mientras Aye-Li y yo acampábamos sobre un enorme árbol en el medio de un bosque en la nación del fuego. Nuestra misión era acabar con un noble que había estado pasando información al reino tierra, había salido a un viaje de negocios y se nos había ordenado neutralizarlo en su regreso a su mansión. Cuando llegamos nos llegó el aviso vía halcón que el noble había sufrido gripe de lobo murciélago y que tardaría 2 semanas en volver, en lugar de regresarnos al cuartel, Keizan nos ordenó esperarlo en el bosque, su telegrama decía que era un ejercicio para enseñarnos supervivencia.

El diario de LongshotWhere stories live. Discover now