—Entra por el otro lado. El entrenamiento comienza ahora.

Chuuya sigue las órdenes.

No le gusta que le digan lo que tiene que hacer, pero entiende cómo funciona la productividad y comprende lo que hace falta para ganar. Escuchar a Dazai es un factor en ambos.

—De acuerdo —empieza Dazai una vez que ambos están en Arahabaki, sus piernas cuelgan fuera del auto mientras giran sus cuerpos hacia adentro. Coloca sus guantes en el tablero—. Ya te pedí barras estabilizadoras y una media jaula...

—¿Qué carajo? Esos son caros...

—Los conseguí baratos de un amigo de Tachihara —dice Dazai.

—No seas desinteresado con tu dinero —ordena Chuuya.

El dinero es una mierda.

—No lo hago.

Chuuya abre la boca, toma aire para decir algo, pero Dazai pone su dedo índice en sus labios antes de que pueda hablar.

Su piel está fría. Le sonríe suavemente a Chuuya.

Por favor.

Chuuya lo mira fijamente a través de sus pestañas, lanzándole una pequeña mirada asesina mientras desliza lentamente su lengua sobre sus dientes superiores.

Dazai toma un respiro.

—He...

Chuuya deja que su lengua roce el dedo de Dazai, sus labios curvándose lentamente en una sonrisa socarrona por la pequeña pausa que tiene que hacer.

Se quedan en silencio un segundo.

—Eso fue lindo. Hazlo de nuevo —le dice Dazai. Es casi como un desafío.

El estómago de Chuuya siente un ligero calor en la base cuando Dazai lo mira a los ojos.

Dazai no lo asusta, joder.

Chuuya suelta una risita por la nariz y vuelve a presionar su lengua en el dedo de Dazai. La arrastra hacia arriba, deleitándose en el hecho de poder hacerle esto a Dazai, y luego gira la cabeza para morder su piel.

Dazai intenta meter su dedo en la boca de Chuuya.

Este se aleja.

—Que estabas, eh...—empieza Chuuya, mirando hacia el parabrisas con una sonrisa complacida—, ¿diciendo?

Dazai se burla. Chuuya puede oír la sonrisa en su voz.

—Aquella vez que me enseñaste tu auto. Esta elegante palanca de cambios tuya —menciona Dazai, señalando la empuñadura de la katana. Todavía está compuesto como el infierno—. La recuerdo.

Chuuya se queda mirándola.

—Sin embargo, tu freno de emergencia —Dazai señala la palanca negra, la cual está detrás de la palanca de cambios, más cerca de la parte trasera—, sigue siendo original.

—Mm-hm.

—Ahora.

Chuuya siente la mirada de Dazai sobre él. Se encuentra con sus ojos.

—Únete a mí en el Supra, ¿por qué no? —susurra Dazai suavemente.

Veo cómo es.

Salen del Z de Chuuya y caminan hacia la derecha, donde descansa el monstruo turboalimentado de Dazai, un MK4.

Adoptan las mismas posiciones en el Supra, y Dazai señala su palanca de cambios. Dicha palanca es corta, algo rechoncha, con la parte superior redondeada y en forma de bola.

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