2장

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Al día siguiente Sana despertó agradeciendo que su marido ya no estuviera en casa, era temprano, pero este ya se había ido al trabajo.

Sana estaba un poco más tranquila, por suerte su esposo no la había despertado para maltratarla de nuevo, eso era algo bueno, había empezado bien el día. Sin embargo no había mucho que hacer, más que la comida y mantener la casa organizada.

Entonces salió un momento para caminar y despejar su mente de todo lo que estaba pasando con su vida, tarde o temprano debía continuar, esto ya era una rutina para ella, cada mes los malos tratos regresaban, no era ninguna novedad, así que para llenarse de mejores energías decidió dar un paseo por el parque.

De un momento a otro el recuerdo de la chica de ayer regresó a ella y la culpa de haberla tratado mal también, la taiwanesa fue amable y Sana se arrepentía de haberla tratado de esa manera, entonces pensó en que tal vez podría encontrarla por el parque de nuevo y disculparse.

Caminó un poco más por los alrededores buscándola.

—¿Dónde estás Tzuyu? — Sana se preguntó mirando el panorama, ese nombre, no lo había olvidado, por supuesto que no, era tan fácil como para hacerlo.

Y habría seguido buscando si no fuera por el fuerte empujón que recibió, el cual casi la hizo caer.

Casi, de no ser por los fuertes brazos que sujetaron su cintura.

—¿Sana? ¿Eres tú? — Tzuyu preguntó intentando mirar el rostro de la chica a través de los lentes y cubrebocas que la contraria llevaba.

—Sí, yo...

—Lamento golpearte de nuevo, suelo mirar al piso mientras corro— Tzuyu la interrumpió disculpándose aún sin soltar la cintura de la menor.

A decir verdad, era cómodo tenerla así.

—Venía a disculparme, no quise tratarte mal ayer, tuve un mal día, pero no debí desquitarme contigo— Sana aclaró agarrando los brazos de Tzuyu para que esta soltara el abrazo en el que la tenía.

Y así lo hizo la mayor.

—Tranquila, es normal que tengamos días malos— Tzuyu animó.

—Entonces... ¿Me perdonas?— La menor preguntó algo impaciente.

—No— Soltó Tzuyu con simpleza para seguir trotando y ejercitarse.

—¿No? — Sana preguntó confundida comenzando a trotar a su lado —Pero, ¿Por qué?

—No creo que lo merezcas— Tzuyu vaciló.

—Pero vine a disculparme, claro que lo merezco.

—Bueno— Tzuyu se detuvo —Solo te perdonaré si aceptas desayunar conmigo.

—¿Qué?

—No tienes que pagar, solo acompáñame.

—No entiendo...— Sana estaba realmente confundida.

—Te dije que era nueva por aquí, sería bueno conocer a alguien— Tzuyu insistió.

A lo que Sana asintió.

—Lo haría pero, hoy estoy algo ocupada.

—Entonces mañana— Tzuyu volvió a insistir.

—Claro—Sana iba a irse, se había dado media vuelta para empezar a caminar pero sintió su mano ser tomada por la contraria.

—Espera, dame tu teléfono.

—¿Mi teléfono?— La coreana preguntó, cada vez la confusión era más grande.

𝐄𝐬𝐭é𝐫𝐢𝐥 - 𝐒𝐚𝐭𝐳𝐮Où les histoires vivent. Découvrez maintenant