Me separé lentamente de él notando el cuerpo de su mano derecha a su lado.

-        Yo también quiero. – Rodé los ojos ante Daiko.

Solté una carcajada abrazándole de vuelta. Dejo un beso en mi mejilla antes de susurrarme.

-        No sabes como me esta mirando tu hombre. – Bufé apartándole con una sonrisilla.

Al estar de espaldas al resto no podía verles la cara. Me acerque para murmurarme por lo bajo.

-        No tienes remedio. – Este me guiño un ojo divertido.

-        Todavía estas a tiempo de irte con este mafioso en vez con él que tienes a las espaldas. – Negue varias veces con una sonrisa.

-        Daiko... - Le advirtió su amigo.

Este levanto las manos divertido dando unos pasos atrás.

-        Nos vemos mañana Ángel. – Asentí caminando hacia atrás, observando como se quedaba mirando a alguien detrás de mí, le guiño un ojo junto con una sonrisa.

Era a Molly.

Igor siempre le ponía problemas a Molly para estar juntos, le tenia aprecio, pero la verdad que me gustaría que se enamorase de Kaito.

Sin embargo, el corazón va a su puto rollo y se enamorada de quien le sale de las narices.

Vi cómo se subían a sus vehículos y un coche de los nuestros les marcaban el camino de salida. Me quede ahí quieta viendo como se alejaban por el camino que llevaba directamente a la gran verja de entrada a la finca de los alemanes. Solté el aire de los pulmones paseando la palma de mis manos por ambos costados de mi vestido. Una mano se poso en mi espalda baja llamando mi total atención, gire mi cuerpo quedándome cara a cara con Diablo. No sabia en que momento Jakob y el resto habían desaparecido, pero en ese mismo instante solo estábamos ambos en aquel claro donde adornaba una hermosa fuente. Lo cierto es que nunca vi esta zona de los terrenos que formaban la finca, hasta ahora.

-        ¿Tuviste algo con Daiko? – Arrugue la nariz por la manera en la que me soltó la pregunta.

Di un paso hacia atrás.

-        ¿Perdón? – Indignada me cruce de brazos.

Como era costumbre, comenzó a apretar la mandíbula con fuerza. Raynard hacia eso mucho cuando estaba cabreado o comenzaba a hacerlo.

-        Es una pregunta simple. – Hablo entre dientes.

Mire al suelo un segundo intentando calmar el enorme fogón de fuego que me estaba invadiendo las entrañas. Me di media vuelta y comencé a andar alejándome del idiota que tenia en frente. Solté un gruñido mientras andaba, como me podía preguntar eso así. Él muy imbécil...

-        Davina. – Me agarró el antebrazo dándome un meneo para quedarme cara a cara con él.

Solté bruscamente el brazo.

-        ¡¿A ti que te pasa?! – Alce la voz mirándole a los ojos. – No tienes derecho a preguntarme eso.

-        ¿Qué no tengo derecho? – Pregunto incrédulo soltando una carcajada que carecía de gracia. – Eres mi mujer. – Susurró quedándose sin aire.

Su mujer.

El oxígeno desapareció por completo de mis pulmones, no esperaba que aquellas dos simples palabras me llegasen tan adentro, me desgarraba el corazón solo escucharlas. Aprete los labios con fuerza intentado no derrumbarme delante de él. Este se aparto el flequillo de la frente mirando hacia otro sitio que no fuera mi cara.

El Ángel del Diablo. | II DIABLO |Where stories live. Discover now