[04: La esclava]

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Narra Raziye

Mi nombre es Raziye. Solía ser una niña que tocaba y cantaba junto a su padre en las calles de Albania.
Solía tener una madre y una hermana enferma que nos esperaban en casa.
Solía bailarle a mi hermana para divertirla.
Simplemente: solía ser feliz.

Todo eso cambió cuando nuestra situación empeoró. Mi padre, una noche llego golpeado y con sus instrumentos completamente destruidos.
El lloro desconsoladamente en mis brazos. Pero no por la golpiza, si no porque había perdido los materiales de su trabajo.
Recuerdo muy bien esa noche, así como también recuerdo su desesperación.

"—¿Qué haré ahora, hija mía? ¿Como podremos pagar los tratamientos de tu hermana y tú madre?"

Esa noche llore mucho en silencio. Me sentí inútil, maldecí a esos bastardos que nos habían dicho quitado nuestra única fuente de ingresos para nuestra familia.
Pensé que nuestro fin estaba cerca, y el solo pensar que no podíamos hacer nada, me deprimía.
Pensé que era simple cuestión de tiempo de que yo tuviera que empezar a trabajar en burdeles, y esa pesadilla cada vez parecía más una realidad.

Hasta que un día, todo cambio.

Unos guardias habían irrumpido nuestro hogar. No recuerdo mucho la explicación barata que le dieron a padre, pero si recuerdo cómo entraron de manera violenta a la habitación de mi hermana y madre.
Me tomaron del brazo sin previo aviso, me tirotearon hasta sacarme de la casa.

Grite como nunca antes, mi familia también. Mi padre intentó rescatarme, pero su flacucho cuerpo no podría contra los guardias.
Incluso mi amada y enferma madre se levantó con dificultad para ayudarme.
Lo último que recuerdo escucharla decir fue:

"—¡Ladrones! ¡Devuélvanme a mi hija! ¡Devuélvanme a mi Raziye!"

Durante todo el trayecto patalee y forcejee. Pero ninguno se inmutaba, era como golpear a unas rocas.
Me di cuenta que luchar no iba a servir, que lo mejor era guardar mis fuerzas.
Cuando llegamos a lo que parecía ser un palacio pequeño, un hombre que lucia como un sirviente se acercó a mi.
Mi miró de pies a cabeza y luego asintió.

"—Llévenla al haren junto con las otras dos, allí ya sabrán que hacer"

Al escuchar eso mi corazón se aceleró. ¿A que se refería con "llévenla al haren"? ¿Acaso sería una de esclava de la dinastía?
Del viaje hasta el palacio de Topkapi no recuerdo mucho. Me la pase llorando en silencio. No podía preguntar nada, todos allí tenían una mirada indiferente, era como si estuvieran acostumbrados a ver a jovencitas llorar.

Cuando bajamos, nos separaron en distintos grupos, cómo si fuéramos animales. Yo y otras dos chicas fuimos separadas de las jóvenes que iban para el haren pero con otras intenciones.
Nosotras teníamos un "tratado especial" .
Cuando vi el palacio desde el puerto, no pude evitar pensar: "¿cómo hará la gente para no perderse entre esas paredes?"
Porque claramente, era un lugar enorme.

Al llegar, fuimos recibidas por diferentes criadas que nos tomaron del brazo y en fila nos dirigieron a los baños.
Recuerdo pasar por él terrible proceso de examinación. Intente detenerlas, pero me tomaron entre varias. Nos vistieron que de manera simple y todas iguales.

Luego de eso, nos llevaron aún cuarto que compartiríamos las tres, allí nos esperaba una mujer de aspecto mayor.
Tenía una mirada dura y sus expresiones eran serias.

—Sus nombres—ordenó. Yo la mire frunciendo el ceño—¿Acaso están sordas? He dicho que me digan sus nombres—repitió.

—Si no sabemos el suyo, no espere saber el nuestro—conteste desafiante, las dos jovenes me miraron con asombro.

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