prólogo

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Dakota  observó sobre su hombro por tercera vez desde que dejó clemont, su cuerpo aún temblaba. Había trabajado todo el verano reparando el viejo coche que había armado a partir de piezas y una carcasa vieja. Había engañado a su hermano Dallas  para que lo ayudara. Realmente no había sido difícil, Dallas era un alfa, si no fuera su hermano un simple aleteo de pestañas y un llanto Omega lo hubieran tenido haciendo el trabajo duro. Oga oga uga, a veces Dakota podía odiar su condición de Omega, pero se odiaba aún más cuando no le quedaba más remedio que aprovecharse de ello para conseguir lo que quería. Dallas probablemente se arrepentiría en cuanto descubriera que todo el tiempo había estado planeando escapar de la manada. 

Sí, Dakota podía sentirse ligeramente culpable por ello, su padre se enfadaría con Dallas, pero era un alfa no? No era como si nada que su padre pudiera hacerle fuera lo suficientemente malo. 

Su padre era un beta de cualquier modo. 

Si no fuera porque Dallas respetaba a su padre y había decidido no tomar el mando de su familia, sería el jefe de la casa apenas hubiera cumplido la mayoría de edad. Dakota se preguntó si su vida hubiera sido diferente si Dallas lo hubiera hecho. Quizás no estaría huyendo de su familia en medio de la noche. O quizás si. 

Su padre  Gaia  Clemont era el hermano del alfa Fenrir, el beta de la manada,  su tío siempre fue un hombre que le daba escalofríos a Dakota. Su padre no era realmente un mal hombre en realidad, pero estaba siempre bajo las garras de Fenrir y su hijo, dios, ellos sí veían a Dakota como si fuera un pequeño bocado. Y lo era, Dakota siempre lo supo. Bueno quizás no siempre, pero lo supo desde que descubrió su condición de Omega,  por mucho que su padre hubiera intentado ocultarlo de otros yéndose a vivir a las afueras de la manda.  Había cosas que no podían ocultarse para siempre, menos del alfa de la manada. No si no quería consecuencias que podían terminar en derramamiento de sangre. 

En su mundo, dónde betas y alfas era lo que abundaban, un Omega era un pequeño bocado por el que todos pelearían. 

Y no, eso no era bueno. 

No cuando dicho Omega perdía todos sus derechos. Porque la perpetuidad de la especie era, en palabras de todos, más importante que la felicidad individual de uno.

  Alfas y betas podían reproducirse con humanos, pero las probabilidades de que saliera un bebé humano sobre un cachorro nacido eran demasiado altas, la mayoría de las parejas mestizas nunca llegaban a concebir cachorros.  

Solo un Omega podía dar descendencia asegurada, por lo que eran un bien público más que una persona. De hecho había oído historias de terror sobre los centros de reproducción.  en las propagandas se veía como un bonito resort para los Omegas dónde serían adorados por diferentes alfas. La realidad era que pasaban a transformarse en agujeros para ser procreados por cientos de alfas hasta que alguno consiguiera preñarlo con un fondo de lujo.   Por qué si, preñar un Omega tampoco era tarea fácil según había oído. Los rumores decían que incluso los Omegas habían comenzado a volverse menos fértiles con los años. Era el por qué se habían prohibido los supresores de celos para omega. Un Omega debía dejar que la naturaleza siquiera su curso dado que de estaban extinguiendo. Dakota se estremeció ante el pensamiento.  Quizás tuvieran razón, él era un Omega que aún no había entrado en celo, por el amor de dios, los Omegas según los ancianos antes comenzaban sus celos entre los 12 y los 16. Dakota era una flor tardía pero no era tan extraño, según se suponía los Omegas tenían más y mejores celos cuando estaban rodeados de otros Omegas. era relativamente normal que un Omega solitario tardará en presentarse, de hecho Dakota sabía que se estaba tardando más que la media  pero no conocía ningún caso de un Omega que jamás lo hiciera. Tampoco conocía demaciados Omegas, solo las historias de ellos, pero de hecho tenía conciencia de que él había sido el único Omega nacido  en toda la manda clemont en más de 20 años y había sido producto de una casa de cría.

Dios, Dakota jamás sería otro Omega en una casa de cria al que mantenían encerrado arrancandole los bebés de los brazos cada vez que vieniersn los padres por ellos. Si quisas Dakota no quisiera tener hijos, no estaban en sus planes pero si los tuviera no los entregarían. Serían sus cachorros. Su instinto Omega lloraba ante la idea de que le quitarán a sus cachorros inexistentes. 

Su Omega, o dios. Dakota pestañeó al darse cuenta de que acababa de oírlo dentro de el, solo un gruñido angustiado, pero eso significaba que estaba más cerca de la superficie de lo que creía. 

Él no podía quedarse allí, incluso en la granja no estaba seguro. Si entraba en celo, o si su Omega salía a la superficie, lo olerian, los alfas se volverían locos a su alrededor. Por mucho que le doliera sabía que Era bastante probable que incluso Dallas se volviera en su contra. Primero eran alfa y Omega luego familia. Su padre un pobre beta no podría hacer nada por protegerlo. 

Los padres de los Omegas no apareados estaban obligados a entregarlos después de que terminara su educación,  o luego de que iniciarán sus celos,  este había sido el último año de Dakota, su último verano libre,  dado de que no había entrado en celo ni lo habían apareado, de hecho había leyes no dichas que prohibía aparear un Omega.  O que un Omega fuera a la universidad. O que tuviera un novio. O una vida para el caso. 

Dakota tenía un maldito novio en la universidad y había aplicado a una beca Y lo habían aceptado, porque vamos, él era más que sus rizos dorado rojizos, pecas en la nariz y ojos de esmeralda. Mucho más que un niño bonito para ser preñado como una perra de cría.  Dakota quería una vida, todo lo que tenía que hacer era llegar hasta el pueblo vecino, lejos del territorio de las manadas. Si conseguía llegar a los humanos y mantenerse escondido… había oído que podían encontrarse supresores en el mercado negro lupino. 

Su Omega volvió a llorar ante la idea, aullando, llamando a su compañero al darse cuenta de los planes de Dakota, sus vellos se erizaron.

—lo siento.—gruñó resistiéndose al cambio,  sus dedos en  garras apretando el volante.-los compañeros ya no existen, amigos, solo somos tu y yo.

Y pronto solo seré yo, pensó sintiendo el gusto dolor de la perdida en su pecho

El Omega en el volvió a pedir ayuda, gritos que llamaron a su alfa. Su alfa, el nunca tendría un alfa. Sintió el dolor en su corazón y se obligó a aplastarlo.  A veces había que perder para ganar. Sintió lágrimas arder en sus mejillas mientras ponía kilómetros entre él y su manda. 

—mi lobo por una vida.—se dijo. Y si se lo dijo a si mismo a su Omega angustiado nunca sabría decirlo. 

Hola mis amores, cómo están? Que les parece? Hace tiempo no inicio una historia desde cero y realmente me emociona bastante, casi todas mis historias derivan de otras así que esto es un borrón y cuenta ideal para iniciar un nuevo año! Feliz 2023!

Dakota Where stories live. Discover now