Con la respiración atascada en la garganta y los pulmones picándole por la falta de oxigeno, rezo para que el mundo por lo menos se pareciera un poco a lo que él había conocido alguna vez.

—¿Por donde quieres empezar?. Yeonjun observo los pedazos de tierra flotando en el océano y trato de ubicar cada uno en lo que el recordaba como mapamundi.

—Allí. Señalo la pantalla, una pequeña península que apenas se unía con una gran masa continental en el este. —¿Puedes hacer zoom?. Preguntó Yeonjun, Geralt simplemente asintió y acercó la imagen. —Más. Yeonjun repitió un par de veces hasta que lo que alguna vez había sido Corea del Sur cubría toda la pantalla.

De cerca la imagen parecía mas verde, menos amarronada. Observo como la tierra había empezado a sanar lentamente. Según los estudios que habían hecho algunos científicos antes de rendirse con la tierra y pasar a otra cosa, la tierra tenia las mínimas chances de recuperarse y ser lo que alguna vez había sido, lo cual era notablemente un progreso. Tal vez si vivía los siguientes cuarenta años sería de ver un mayor cambio, después de todo ya habían pasado casi veinticinco años desde que dejaron atrás aquella roca flotante a la que llamaban hogar, bueno, Yeonjun había dejado mas que una roca detrás, él había dejado su mundo entero.

—Hacia la derecha y hacia abajo, aquel punto. Indicó Yeonjun, Geralt simplemente acataba las ordenes y hacia zoom. Había solo otros pocos científicos observando. Algunos le preguntaban a Yeonjun cosas, como el nombre de aquéllos lugares. La mayoría de los terrestres que habían llegado a Glietian se habían desligado de la tierra y todo lo relacionado a ella, por lo que la información sobre la misma era escasa.

—Oh por dios. Exclamó Yeonjun, ahogando un sollozo. Geralt miro rápidamente la pantalla. Un grupo de tejados se agolpaban en el mismo, solo unos pocos lugares se mantenían en pie. —Es mi árbol. Exclamo Yeonjun dejando que las lagrimas resbalaran y rodaran por sus mejillas.

El árbol de manzanas se sacudía levemente por lo que él suponía era una brisa. —Mi casa debe estar a una calles de aquí, hacía la derecha. Geralt movió el cursor y se detuvo abruptamente al ver aquel objeto brillante sobre el tejado.

Toda la habitación quedo en silencio, el aire se volvió espeso y por un momento nadie parecía respirar.

Habían pasado veinticuatro años, siete meses y doce días. Y aún estaba allí.

Yeonjun se tapó la boca con una mano para ahogar sus sollozos, pero de todas formas el sonido estrangulado se escapó.

Sobre aquel tejado rojo, lleno de polvo y hojas secas, su telescopio brillaba, junto a él una maceta color terracota con algo de tierra y pasto sobre la misma. Un pequeño árbol de cerezo con flores rosadas se sacudía como lo había hecho su árbol de manzanas tres calles atrás.

—No es posible. Exclamó Yeonjun quien luchaba con sus lagrimas para poder observar con mayor claridad la imagen en pantalla. —No es posible, estaban extintos, es imposible. Continuo exclamando sin parar. —¿De cuando es esta imagen?. Preguntó Yeonjun. Geralt miró el marcador en su consola, aun impactado. —Geralt, ¿Cuando?.

—No lo sé, déjame, contar...

—¡Geralt! No estamos jugando.

—Lo sé, pero necesito que...

—¡NO ME IMPORTA LO QUE NECESITES! ¡¿DE CUANDO ES LA MALDITA IMAGEN?!. Gritó Yeonjun levantándose de un salto y caminando hacia la pantalla. Geralt lo miró arrodillarse y sacudirse en el suelo, levantando la mano, tratando de alcanzar las flores de la pantalla. —Necesito saber... Sollozó. —Necesito saber si es de él. Lloro mientras tocaba el material blanco del que estaba hecho la lona.

—Es de hace dos semanas y media. Dijo Geralt finalmente.

—Dos semanas. Susurró Yeonjun. —Él lo hizo para mí. Exclamo con una sonrisa triste.

—Yeonjun...

—Él sabía que lo vería. Tengo... tengo que volver. Dijo mientras se paraba entre tambaleos.

—Yeonjun eso pudo haberlo hecho ese día, su día, el que el oxigeno estaba encendido. Explicó Geralt, pero Yeonjun lo ignoró y se acercó a los paneles de control sin saber muy bien que hacer.

—No, Beomie lo hizo para mi, el sabía. Repitió. —Que tonto he sido, ¿por qué no pensé en ello antes?. Preguntó con una sonrisa, aún las lagrimas corrían por sus mejillas. Geralt estaba muy confundido, sus emociones estaban hechas un lio, si su amigo estaba en lo correcto beomgyu había estado allí por años, solo.

Pero si él había hecho aquel regalo para Yeonjun el día del despegue, entonces aquella planta hubiera crecido de todas formas, simplemente esperando a ser vista por Yeonjun, simplemente siendo otra estrella en flor que apenas se notaba en el cielo de Glietian.

—Él no puede haber sobrevivido Yeonjun, ¿de qué estas hablando?. Preguntó Geralt tratando de traer algo de cordura a la situación, tratando de no perder a su amigo.

—El árbol es la clave, estaba allí cuando me fui, la manzana que comió de él estaba fresca, era buena, cultivada por la mismísima madre tierra, llenando el espacio a su alrededor de oxigeno. Geralt observó como Yeonjun caminaba de arriba a abajo, corriendo las manos por su cabello.

—De todas formas es algo que no sabemos... Dijo Geralt. Yeonjun se detuvo un segundo.

—He sido un tonto, todo este tiempo tuve miedo de mirar y de encontrarlo allí recostado, recostado bajo el mismo cielo, apenas una pila de huesos con ropa, si es que quedaba algo de él. Pero no, debí haber confiado en beomie, el sabría que hacer en una situación así, él es astuto. Siguió hablando Yeonjun sin parar. Geralt lo miraba hundirse en las conclusiones y el remordimiento.

—Señor... Exclamo uno de los científicos, pero ninguno de los dos prestaba atención, no fue hasta que una de las científicas del recinto chilló, y Yeonjun y Geralt miraron hacia arriba.

Poco a poco, escalón por escalón, subía una mancha. Yeonjun se derrumbo en el suelo. Solo una mata de pelo oscuro y lo que parecía ropa gris, arrastrándose por el tejado, primero mirando el pequeño árbol y luego a través del telescopio. Al mirar hacia arriba, su sonrisa brillaba como el sol, sus ojos se volvían pequeñas lunas crecientes, movió la mano un par de veces saludando, sus labios musitaban palabras que Yeonjun interpreto como "Hola Junnie".

Recostándose en las tejas. Mirando justo hacia ellos, mirando su estrella, beomgyu esperaba a que Yeonjun volviera por él. Que lo viera, que viera aquella planta que había cultivado para él, mejor sorpresa que el libro, suponía él. Después de todo, el árbol parecía inmarcesible. Con el libro entre sus brazos, saludo nuevamente al cielo y espero el amanecer.

—Espero por Yeonjun otro día más.

WONDER (Yeongyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora