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Aegon era el problema, siempre era el problema de todo, desde que nació, no fue amado por su padre ni por su madre quién aún era demasiado joven y triste aprendiendo a ser madre y a lidiar con los problemas y responsabilidades de ser reina, sin embargo, su nacimiento fue una alegría para todos, el primogénito del rey, no se esperaba más que la perfección de su lugar, que fuese el heredero al trono de hierro.

Cuando fue creciendo, su madre a penas le dirigía la mirada incluso cuando pasaba tiempo a su lado, ella tenía la mirada perdida en algún punto de la habitación sin prestarle ni la más mínima atención, cuando Aegon se quedaba en silencio su madre ni siquiera lo notaba y Aegon se deprimía en silencio, era como estar junto a una estatua.

Cuando nació su hermana Heleana, su madre parecía querer protegerla de todos, Aegon creía que se veía a sí misma reflejada en la pequeña princesa, quizás porque corría el mismo destino que ella, una mujer vendida a alguien poderoso por un buen puesto y respeto hacia su casa dedicada a procrear niños sanos y de buen linaje para enorgullecer a su esposo.

Luego vino Aemond, era callado y solitario la mayor parte del tiempo, hacia lo que le correspondía y nada más, su padre a penas y le prestaba atención, a Aemond parecía no importarle, se dedicaba a sí mismo ignorando a todos a su alrededor. Aegon quería ser como Aemond, que no le importara nada a su alrededor, ser inteligente y dedicado a aprender, sin embargo, Aemond era el preferido de mamá, era el niño que la llenaba de orgullo y siempre estaba a su alrededor charlando animadamente con su hijo, el único defecto que tenía Aemond era el no tener un dragón, no ser llamado jinete de dragón, pero por supuesto, Aemond llegó a tener a su dragón, al más poderoso y grande de todos, a cambio perdio su ojo, un pequeño precio por un gran regalo.

Aegon envidiaba a sus hermanos hasta cierto punto, ambos obtenían lo que querían mientras que si Aegon pedía algo se le negaba o era reprendido por su madre o abuelo, porque simplemente era muy exagerado y pedía cosas innecesarias.

Cuando los tres hermanos crecieron, su madre y abuelo comenzaron a buscarles una pareja digna de un príncipe o princesa que este cerca de lo que se espera en un buen esposo, que sea heredero de alguna casa de buena reputación, adinerado y con muchas tierras a su disposición. Aegon temía por su hermana menor fuese vendida a un señor viejo y abusador, a nadie le importaría si la princesa sufría con tal de traer honor a la casa, a excepción de su madre por supuesto, odiaría dar a su única hija para ser una yegua de cría. Era en lo único que estaba deacuerdo
Aegon, Heleana no merecía una vida como la de Alicent.

Por un tiempo, Aegon se planteó la idea de casarse con su hermana para evitar su sufrimiento, era lo menos que podría hacer por ella para evitar que fuera enviada lejos y ser abusada por cualquier Lord, aunque claramente no sentía atracción física por ella, pero sentía que lo valía para que no fuera enviada lejos y ser avisada por cualquier lord con el cual la comprometieran, ciertamente lo valía, a pesar de que la única manera en la que la amaba era como una hermana menor, no sentía ningún tipo de atracción física por ella, pero para protegerla sacrificaría su libertad.

Cuando Aegon se presentó ante su madre para declarar y pedir abiertamente la mano de su hermana en matrimonio, al parecer no fue el único que pensó en esto y Aemond se adelantó pidiendo la mano de su hermana en matrimonio, su madre celebró esta noticia, si Aemond y Heleana se casaban, ella no tenía que irse lejos ni tampoco su hijo favorito, ambos estarían en Desembarco del Rey juntos.

Aegon se encogió de hombros y estuvo de acuerdo, Aemond no sería un mal esposo para Heleana, podía ser cruel y testarudo pero era un hombre de honor, al menos por ahora.
Esto lo dejó a Aegon solo, cuando sus hermanos se casaron dos años más tarde después del compromiso, de inmediato
Heleana mostró una barriga llena del hijo de Aemond, ambos estaban sonrientes y felices por su primer hijo, Aegon no creyó que se tomarían el matrimonio tan enserio.

Y de nuevo, Aegon volvió a sentir celos, no porque quisiera estar en el lugar de Aemond, junto a Heleana. No. Deseaba casarse y tener sus propios hijos, ciertamente disfrutaba de los placeres que los burdeles y el vino le ofrecían pero no era lo mismo como tener a alguien en casa a quien pudiera abrazar y platicar y compartir sus preocupaciones por horas, montar a sus dragones y ser felices juntos, como una verdadera familia.

Él deseaba eso.

Pero el siempre fue un problema para todos, nunca había echo un gran mérito propio, a pesar de ser el primogénito varón de su padre y el primogénito de su madre, no era su favorito, ni el que era más amado por la gente, realmente nunca lo intento, pero deseaba cambiar su ser y su manera de actuar.

Aegon prometió enderezarse, no solo por la gente, si no para si mismo.

Hay un dicho que dice que para amar tienes que amarte y aceptarte, pues aegon decidió hacer las cosas bien.

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Nunca e escrito nada, perdón si esto tiene fallas y errores ortográficos, de cierta manera me siento un poco identificada con cada uno de los tres.

Gracias por leer esto y darle una oportunidad a mi historia,trataré de ir mejorando y sacar capítulos largos y rápido,estoy siempre abierta a sugerencias o ayudas .

𝙸𝚗𝚜𝚒𝚍𝚎 𝚝𝚑𝚎 𝙳𝚛𝚊𝚐𝚘𝚗𝚜-Lucegon-Lucemond-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora