Capítulo Uno.

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Maternidad.

El ver al espejo y notar que tu cuerpo cambia en formas qué jamás llegaste a pensar que tendrías que experimentar es bastante aterrador. Pero muy en el fondo de tu ser amas cada parte qué cambia, el simple hecho de saber que todo tu esfuerzo tendrá sus frutos con un hermoso regalo de la vida.

Cuando era una adolescente veía a los bebés y no veía el fin de traerlos al mundo, pero ahora veo que se trata de un acto de amor. Cuando me case con Nico solo pensaba en que ahora eramos los dos contra el mundo, luego de dos años juntos pensábamos en que instalarnos en Nueva Roma e iniciar una familia sería lo más mortal qué pudiéramos hacer.

Mi querido esposo había pasado por tanto siendo un niño, perdió a toda su familia por codicia de los Dioses, paso su adolescencia excluido del lugar que prometía mantenerlo a salvo, fue encerrado en una vasija casi matandolo y peleó dos guerras perdiendo a amigos y seres cercanos. Pero la fuerza que el mantenía era increíble, daba todo por salvar a sus amigos, los cuales nunca lo dejaron solo. Ahora que su vida se ha mantenido en calma tantos años se merecía una nueva familia, una qué lo amara tal como lo hacen sus amigos.

—¿Te sientes bien?

Su voz resonó en la estancia, solo asomaba parte de su cuerpo por la puerta, su cabello estaba despeinado, sus ojeras habían disminuido bastante desde hace dos años pero aun podía notarse un poco.

—Si, no te preocupes—dije sonriendo.

Entro por completo a la habitación, habíamos decidido quedarnos en Nueva York durante mi embarazo, ya que Nico y los demás se encargaban de encontrar significado a la Gran Profecía. El consejo del Campamento se reunía más de lo normal, la cabaña de Hermes estaba al pendiente de cada semidiós qué llegaba o incluso si tardaban en reclamarlo.

—Percy vendra, traera a Lucas. Él dice que quiere ver a su tía.

—Si. Me gustaría verlo—admití —. Nico, aun no saben quién estará en la Profecía ¿verdad?

—Debo de admitir que estamos algo paranoicos con esto—se inclino frente a mi tomando mis manos—. Se que no te sientes bien con esto...

—Nico, no han pensado el hecho de que no habla de ustedes—el solo me vio—. La Gran Profecía de Cronos duro años en cumplirse.

—Y la Profecía de los Siete tardo un año en empezar, Damara—dijo suspirando—. Será mejor cubrir los campos necesarios para que los bebés nazcan bien.

Poco después de saber aquella Profecía, no solo yo estaba embarazada, Amanda también (La esposa de Will), parecía que todos nos habíamos puesto de acuerdo en esto. Ella tenía casi las mismas semanas que yo.

—Lo sé—dije—. Pero no puedo estar tranquila si tu no lo estas. Calipso se siente igual, Leo a estado más callado y serio lo cual es raro en él. Dime Nico, ¿estás bien?

El solo me veía serio. Sabía que no estaba bien, se le notaba bastante, pero quería oírlo de su boca. Sabía lo serio del asunto, pero no podían detener sus vidas por la Profecía, no ahora que tienen familia e hijos. Percy parece más cansado de lo usual, había decidido dejar un tiempo Nueva Roma después de decirle a Reyna lo que se avecinaba con la Profecía, Annabeth se estaba preocupando con el, incluso también detuvo su trabajo en los nuevos templos junto a Jason. Él hijo de Júpiter tampoco lo lleva bien, ahora con Lila y Piper en su vida no quiere que nada les pase, Piper también había decidido qué lo mejor era quedarse en Nueva York otra vez. Hazel y Frank tenían que volver a Nueva Roma, ya que Frank siendo el pretor lo necesitaban allá, pero siempre se comunicaban. Leo se la pasaba casi todo el día en el Bunker 9, Calipso y todos nosotros estábamos preocupados por el. Pareciera que el fue el más afectado con el verso: El Fuego poco a poco en un Sueño Profundo se extinguirá. Yo tengo la mínimo esperanza de que la Profecía no sea para ellos. Aun que la duda todavía persiste ¿Quienes son aquellos que estan destinados a salvar el Olimpo?

Oscuras Profundidades. |Nico di Angelo|Where stories live. Discover now