Capítulo 161: La guerra: Luna sangrienta

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Remus miró su reloj, la única conexión que todavía tenía con sus amigos. El oro había perdido su brillo, por lo que frotó el reloj en la pernera de su sucio pantalón para ver si eso ayudaba. Luego lo abrió y lo cerró unas cuantas veces, pasando las yemas de sus pulgares por el suave grabado de la hoja de parra. Dejó de funcionar el día que lo usó para escapar de su celda; le había exprimido toda la magia como si fuera una esponja. Otra traición.

Una vez que al menos hubo calmado su respiración (Jesucristo, lo que haría por un cigarro), Remus trató de pensar racionalmente. Su primer instinto fue salir de inmediato; simplemente debía caminar hacia el bosque y desaparecer.

¿Pero entonces, qué? ¿Explicarles a Moody y Ferox que si bien había pasado unas hermosas semanas fuera, las cosas se habían vuelto un poco aterradoras, por lo que se había vuelto loco a la primera oportunidad de hacer algo? No. Si Greyback se iba a reunir con Voldemort, eso tenía que significar que se avecinaba un ataque. Remus no podía permitir que eso sucediera.

Esperaría, al menos para saber si Castor le iba a decir algo. Mientras tanto, Remus hizo todo lo posible por evocar un recuerdo feliz. Necesitaría enviar un patronus lo antes posible.

...

Hermanos! Hermanas! Reúnanse cerca.

La voz de Livia dentro de su cabeza tenía que ser una de las experiencias menos agradables que Remus había tenido desde que se había unido a la manada. Sin embargo, funcionaba. Subió las escaleras de la cripta hasta la iglesia en ruinas, donde los demás se estaban congregando. Greyback estaba junto al púlpito*, Castor y Livia a ambos lados de él, espaldas rectas y cabezas en alto.

— Hijos míos — Greyback se dirigió a todos, levantando los brazos como un predicador evangelista — La luna se acerca, nuestro tiempo está cerca.

Hubo un murmullo de emoción ante esto. Para muchos, la luna llena representaba una oportunidad para ser libres; de ser sus verdaderos yo.

Greyback levantó un dedo para silenciarlos. Sonrió paternalmente — He hablado con nuestro benefactor. Esta luna, nos daremos un festín con nuestros enemigos. Se nos ha otorgado un regalo; presas.

Algunos de los miembros de la manada vitorearon y gritaron, charlando con aún más entusiasmo.

Oh no, el estómago de Remus dio un vuelco. Oh no, oh no...

— Livia y Castor los guiarán. — Greyback dijo: — Tráiganme a la niña. Los padres, son todos suyos.

Más vítores. No todo el mundo. Remus vio a algunos de los más jóvenes mirándose furtivamente, y los grandes ojos de Jeremy estaban prácticamente abriendo un agujero en la espalda de Castor. No todos ellos, pensó Remus, ellos pueden ser salvados, ellos pueden...

Remus Lupin. Una voz apareció en su cabeza. Parpadeó, aturdido: era Castor. No es seguro hablar de esto aquí. Reúnete conmigo en los bosques.

Remus miró a Castor, quien miraba fijamente al frente, como siempre, inescrutable. No había intentado comunicarse así antes, pero la manada estaba lo suficientemente cerca y la magia del bosque entraba por su cuerpo, así que se concentró mucho para hacerlo.

Sí. Entiendo.

Castor no dio señales de haber escuchado, así que Remus solo podía tener fe en que si lo hubiera hecho. Greyback se fue poco después de eso, dándole a Remus un guiño cruel al pasar.

All the young dudes - españolWhere stories live. Discover now