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Capítulo 1. Me voy de casa.

Él siempre supo que su relación sería difícil, incluso cuando eran simples amigos solía terminar con dolor de cabeza después de pasar todo el día juntos, ingenuamente creyó que ya había visto todo de su pareja, era imposible que alguien fuera tan idiota y bruto; excepto si su nombre era Shuji Hanma, cada día parecía superar esa barrera. 

Kisaki salió del departamento hecho una fiera, todo lo que quería era descansar de una buena vez, su tiempo en la oficina se prolongó más de lo que tenía previsto; quedándose horas extras para tener el siguiente día desocupado y quizá poder invitar a Hanma a una cena romántica, ya había pasado bastante tiempo en el que no se dedicaban un momento a solas, donde disfrutaran de su compañía y de comida rica de algún restaurante. Ambos lo necesitaban. Teniendo eso en mente, llegó al hogar que compartían, simplemente para encontrarse con la imagen de su pareja en el suelo jugando videojuegos en compañía de los imbéciles de sus amigos. 
Planeaba no decirle nada, que él se matara en la oficina trabajando no era un impedimento para que Shuji pudiera disfrutar de una noche con sus amigos, pues al final ambos se repartían los gastos de forma equitativa, pero no pudo quedarse callado cuando la cocina seguía sucia con los platos del desayuno, el bote de basura rebasado por las cajas de pizzas vacías. Suspiró con notable frustración, pero aún manteniendo la calma avanzó hasta su habitación. Lo que necesitaba era encontrar un lugar digno para dormir, por eso cerró la puerta de un portazo cuando el lugar estaba igual de desordenado que cuando se fue en la mañana. 

Pasos apresurados se escucharon por el pasillo, y enseguida la puerta de la habitación fue abierta por Hanma, que tenía una expresión de preocupación en el rostro. 

— ¿Qué pasó? ¿Estás bien? Escuche que azotaste la puerta ¿pasó algo en el trabajo?

Kisaki frunció su ceño, estaba de espaldas y contaba en su mente hasta diez. No quería gritarle, ni pelear, pero realmente estaba molesto. 

— No es por el trabajo. — se dio la vuelta, viendo que su chico lo veía con atención, en sus manos aún tenía el mando de la consola. — Es sólo que... ¿Es tan difícil que hagas un poco de limpieza? Hoy fue tu día de descanso, pero no te toma más de una hora lavar unos cuantos platos, sacar la basura, tender la cama y recoger la ropa. 

— Oh, es por eso... Pensé que era por algo importante. — soltó una risita. —Lo siento, se me fue todo el día con los chicos. 

El ojo del de lentes comenzó a temblar, cerró los puños con fuerza y temía que sus dientes reventaran por la presión que estaba ejerciendo. 

— ¿Cómo que creías que "era algo importante"? ¡Lo es! — gritó. — Además ¿ellos han estado todo el maldito día aquí? 

— Hmm, pues sí... Cómo siempre. — contestó un poco nervioso. 

— ¿A qué te refieres a "cómo siempre"

— Mhm, pues pasaron el día aquí como siempre que descanso. 

Ahora el rubio simplemente se mantenía con la boca entreabierta, esa era información nueva, sin duda. Estaba enojado el doble o el triple. 

— ¿Y no puedes ser consciente al menos una puta hora del día? — estaba por llegar a su límite. — Dios, estoy todo el día fuera de casa y cada que llego siempre vengo a recoger lo que se supone tú deberías de hacer. He estado a las 11:00 de la noche metiendo ropa a la lavadora porque a ti se te olvidó hacerlo. Siempre llego a hacernos la cena y cocino para el día siguiente, te dejo la ropa planchada y dejo limpio cada espacio de la casa. No sé como logras siempre hacer un desastre en la casa, pero lo haces y estoy tan malditamente cansado de hacer todo yo, no soy tu madre, Hanma. — dijo con rapidez, enumerando cada cosa que decía, su voz realmente alterada. 

El contrario no sabía que decir o que hacer. Realmente no es que hiciera las cosas para fastidiar a su pareja, la mayoría de veces lo olvidaba y cuando quería hacerlo se percataba que el rubio se había adelantado. 

— Lo siento, no sé que decir. — murmuró.

— No digas nada, mejor deja de comportarte como un infante. 

Kisaki se dio vuelta, comenzando a quitarse la ropa del trabajo por algo mucho más cómodo. Shuji seguía parado en la puerta, reflexionando sobre las palabras del ojiazul. A el realmente le tenía sin cuidado si los platos se quedaban allí una semana, pero porque ese era su estilo de vida cuando vivía solo, toda la semana dejaba su casa hecha un desastre y todos los fines los ocupaba para volver a tener un hogar decente. Era clara la diferencia de estilos de vida. 

— Mhm, voy a regresar con los chicos ¿sí? — dijo Shuji. — Sólo vamos a jugar un rato más.

— ¿No escuchaste lo que te dije? — Kisaki volteó, una vez más molesto e incrédulo. — Después de lo que te dije, lo único que se te ocurrió es volver a jugar con tus amigos ¿en serio? — levantó las manos con frustración y las dejó caer en sus muslos. — Dios, yo me largo de aquí. 

— ¡No! Kisaki, espera ¡lo siento! — trató de impedirle el paso. — Dime que quieres que haga. 

— ¡Quiero que te quites de mi camino! ¡Muévete! — la diferencia de altura era notoria y considerable, pero incluso con ese factor Kisaki era fuerte, aunque no lo pareciera. — No quiero que esto se haga más grande, sólo quítate. 

Hanma lo miró por unos segundos, hasta que se movió de la puerta para permitirle la salida al bajito. El contrario bajó las escaleras con prisa, escuchando que las risas de la sala cesaron en cuanto lo vieron atravesar la puerta principal. 

Kisaki condujo por un largo rato, hasta llegar al puente donde conoció a Hanma. Sacó un cigarrillo de la guantera y lo encendió. Él ni siquiera fumaba, fue una mala maña que aprendió de él. Las palabras que acababa de escupir comenzaron a torturarlo. Las cosas que hacía en su relación las hacía porque quería, no por obligación, de vez en cuando  si se desesperaba, pero no podía negar que Hanma si trataba de hacer algo... Es solo que siempre lo hacía mal y Kisaki era quien lo rectificaba. Quizá la culpa también era de él por siempre hacerlo todo en vez de tomarse un momento para explicarle a Hanma como hacerlo.

La dirección que tomaba el puente conectaba con la carretera que lo hacía salir de la ciudad. Podría tomarse un par de semanas para aclarar su mente en casa de sus padres. No importaba faltar a la oficina y de momento tampoco importaba mucho dejar a su pareja sólo.

Subió al auto y condujo a las afueras de la ciudad.

married with children | hankisaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum