Entrando al cuarto de Lionel automáticamente unas luces blancas le permitieron una visualización completa. Parecía una habitación como cualquier otra, una cómoda, un closet, un escritorio y una cama, pero las esposas en cada poste de la cabecera resaltaban sobre todo.

Enrosco sus dedos de las manos, formando un par de puños y sostuvo el aire unos segundos. Seguía sin creerse que estaba a punto de tener sexo con su jefe.

Lionel le volteó a ver fausto, con una chispa en sus ojos caramelo, comenzó aflojando su corbata, sólo un poco para poder abrir los primeros botones de la camisa.

-- Podemos iniciar tranquilos, ni siquiera es necesario que te asees.

Dijo con una voz más ronca, cargada de deseo y desesperación.

Vale, no sabía que era mejor, que empezará de una o que fuera subiendo poco a poco de intensidad.

-- Te prometo que no haré nada extremo, sólo será un preludio. Mientras ve a la cama.

Le dio la orden. Guillermo no sabía que hacer exactamente, si quitarse la ropa o no, pero no quería ensuciar la pulcra colcha así que mínimo se despojo de sus zapatos. Se recostó boca arriba en el mullido colchón y se fijó en Lionel. Su andar era cómo el de un depredador cazando a su presa y en su mano traía una fusta, era corta y de un cuero negro. Ni siquiera sabía de dónde la había sacado.

Cuándo sintió el peso de Lionel recargarse en el colchón fue cómo una advertencia, una peligrosa línea que estaba a punto de cruzar y sin saber que no habría marcha atrás.

El torso trabajado del mayor estaba a la vista y le sorprendió, pues bajo el traje que siempre vestía no parecía más que un común cuerpo. Pero con su presencia, su aroma y su piel tan cerca le era reafirmado la autoridad que tenía, dentro y fuera de la cama. Y que escondía muchas cosas bajo la máscara de empresario. Su libido subió de manera abrupta cuando sus muñecas fueron aprensadas por las esposas, que tenían un afelpado interior pero eran seguras al mismo tiempo, no se romperían fácil, lo sentía en el material. Eran reales, especiales para este caso.

-- Recuerda que no podés hacer nada hasta que no te de permiso, ¿entendés? Ni siquiera hablar si no es que yo te lo ordeno.

Guillermo medio asintió, medio negó. Jaló sus brazos, torpemente tratando de que dejaran de colgar separados, estaba extendido cuál Jesús en su cruz. Y que mala ocasión para pensar en ello.

Su camisa fue desabotonada, tomándose su tiempo. Su pecho lampiño quedó expuesto y se cohibio ante la atención que recibió. Quitó el pantalón también no sin antes una mirada buscando su aprobación. Y ahora si, con solo sus calcetas y bóxer, Lionel se acomodó entre sus piernas, incado.

-- ¿Sabés cuáles son las piedras preciosas más importantes?

Cuestionó el mayor, arrastrando levemente la punta de la fusta sobre su frente, bajando por sus mejillas y nariz. Se concentró en el potente olor del cuero y apenas en un hilo de voz respondió.

-- D-diamante...¿zafiro?...e-esmeralda y... rubí

-- Exacto. Esa última será tu safe word, cuando haga algo que no te guste, no estés cómodo, querés que pare o hayas llegado a tu límite sólo tenés que decirla y yo me detendré enseguida.

Continuó el camino por su cuello y bajó hasta su pecho, pasando por sus hombros y clavículas, cuidadoso a cualquier suspiro o jadeo ajeno. Queriendo descubrir sus puntos dulces. Se detuvo un poco en sus pectorales, travieso con sus pezones, sabiendo que el contacto externo y el mismo frío provocaban que se pusieran duros. Ahí estaba el primer gemido. Deslizo el cuero por su abdomen, remarcado las líneas trabajadas y con parsimonia delineó la cintura y caderas.

Los cortos bufidos de Guillermo lo estaban enloqueciendo. Quería haberlo amarrado de los pies también pero sabía que debía darle cierta libertad para que confiara en él, demostrarle que podía defenderse en cualquier caso. Con su palma acarició los muslos firmes, adorando la suavidad de la piel que tanto se imagino tener. Apretaba quedo y poco a poco más fuerte hasta estar seguro que dejaría moretones en unas horas. Anhelaba marcarlo completo.

-- Sos re sensible eh. Unos toques aquí y allá y mira cómo tenes la pija ya.

Guillermo trató de cerrar sus piernas, avergonzado, al tener limitado el uso de sus manos. Pero el cuerpo de Lionel se lo negó.

La tela de su ropa interior ya comenzaba a empaparse del líquido preseminal y se impacto ante la reacción que su propio cuerpo tenía. Todas sus terminaciones nerviosas crespadas por el hombre de menor altura.

Un azote directo en su muslo izquierdo dirigió toda su sangre hasta su miembro, dando como consecuencia el erguimiento completo de este. Había algo más entre la expectativa y el dolor, algo que le hizo desear un nuevo golpe. Era el placer. Un gemido inesperado salió de su boca y se tuvo que morder el labio para acallar los que venían ante la mirada de reprensión que le dio Lionel.

Perdió la cuenta luego de los diez azotes. El ardor que quemaba en su piel quedó como un recordatorio.

Su miembro viril por fin fue liberado de su bóxer y con todo su largo y grosor rebotó en su vientre. La vergüenza se instaló en su rostro como el rojo de una manzana.

Siseo muy bajo cuando la calidez de las manos ajenas le envolvieron finalmente. Lionel también soltó un suspiro placentero. Inició un vaivén de arriba a abajo, presionando en la base y dando un masaje circular con su pulgar sobre el glande. Escupió un poco para ayudarse a ir más rápido. Le sostuvo por los testículos, aferrandolo para que no se perdiera en el placer que le otorgaba, el dolor siendo muy presente para evitarse correr pero casi cayendo por el risco. Era una sensación muy diferente a cuando él mismo se masturbaba.

-- Podés hablar.

Concedió Lionel.

-- Ahh, por favor, q-quiero venirme... -- Guillermo pidió casi falto de aire, una inocente lágrima escapando de su ojo.

No quería dejarlo eyacular aún, quería seguir jugando. Hacerlo perder la cabeza y escucharlo gemir del placer y dolor. Ver la irregularidad de su respiración en cómo su caja torácica subía y bajaba.

Le siguió unos minutos más entre probar del extasis y la desesperación por no culminar. Formaba un aro con sus dedos sobre la base para evitar que se liberará y con la diversión por ver a Guillermo retorcerse él mismo mancho su ropa. Finalmente aumentó la velocidad y dejó que los chorros de semen salpicaran.

Guillermo gimió alto.

No supo cuánto tiempo pasó cuando sintió que sus muñecas fueron soltadas y sus brazos descansados en la cama. Ni siquiera había ocupado fuerza pero se sentía absorbido de ella. Los párpados le pesaron, con el sueño acumulado por las horas de trabajo y el reciente orgasmo. Lo último que su mente registró fue el frío de una toalla húmeda limpiando su esencia y un tierno beso depositado en su coronilla.










N/A

Ahí mismo se explica que es la safe word pero aún así se los repito. Es la palabra de seguridad que obligatoriamente deben tener todos lxs sumisxs para realizar cualquier sesión de bdsm, tiene que ser cualquier cosa corta y fácil de recordar, y es para no confundirse con el "no" o "para" que pueden haber durante ciertos juegos de rol o parafilias (como es la vi0laci0n consensuada) más adelante aparecerá btw.

Si adivinan el aproximado de palabras de este cap les dedico el que sigue. 😈

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