—¿Pero? Tú ni siquiera sabes algo de mi aparte de mi orientación sexual— dijo indignada, ¿si la aceptaba tal y como era por qué había un pero? —Debo irme.

—He activado tus tarjetas, trata de por favor no malgastar el dinero,.por lo menos eso haz bien.— su madre ignoró por completo su reclamo. —Cierra bien la puerta al salir— dijo aquella mujer que era su progenitora para luego abandonar la habitación.

La taiwanesa salió de aquel lugar llamado "casa" había pasado mucho tiempo desde que estuvo ahí, nunca fue un lugar donde se sintiera bien, además de que su padre la obligó a salirse con la excusa de que debía vivir cerca de la escuela, cuando en realidad era porque no quería convivir con su hija "la lesbiana" cómo solía expresarse.

Pidió un taxi y en lugar de ir a su departamento que era un lugar solo, decidió ir a casa de Jihyo, ya era tarde, cerca de la una pero no quería estar sola, siempre que veía a sus padres terminaba muy mal.

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El señor Park fue quien le abrió la puerta y con gusto le dijo que pasara, en unos momentos llamaría a Jihyo, segundos después apareció la coreana ahí.

—¿Cómo estás?— le preguntó mientras que al mismo tiempo se sentaba en sofá —¿Te peleaste con alguien?— dijo al ver aquel tono rojizo en su mejilla de la taiwanesa.

—Jihyo— sus ojos se llenaron de lágrimas, se sentía tan indefensa, tan débil, quería desaparecer. —¿Por qué soy un estorbo?— la coreana se sorprendió, para ella la taiwanesa se veía tan pequeña.

La taiwanesa soltó el llanto mientras le contaba lo que había sucedido con su padre, era la primera vez que le contaba a alguien... El padre de Jihyo apareció y al ver que la pelinegra lloraba le dió un abrazo, y para ella eso se sintió tan bien, por un momento imaginó que era su padre quien la abrazaba y lloró mucho más.

—¿Por qué mi padre no es como usted?— el señor Park le dió unas palmadas en la espalda, mientras que Jihyo se unió al abrazo —Hubiera deseado tanto tener una familia como ustedes.

Esa noche Tzuyu se sintió más libre, el padre de Jihyo dijo que hicieran una pijamada y que vieran películas hasta el amanecer. Fue de las pocas veces en que Tzuyu olvidó sus problemas sin necesidad de usar alguna sustancia en su cuerpo.
...

Al día siguiente Tzuyu estuvo en casa de los Park. Así pasaron cuatro días, la taiwanesa se sentía cómoda ahí pero al mismo tiempo sentía que estorbaba, cosa que Jihyo y su padre le hicieron saber que no era así, la habían estado apoyando y le preguntaban si estaba bien, las veces que la pelinegra trataba irse la convencían para quedarse, salían de compras, parecían una familia.

La pelinegra de vez en cuando se ponía triste al recordar a la rubia o de pensar que está, estaba con la otra nipona pero Jihyo la ayudaba a ver las cosas de otra forma e incluso le recomendaba ciertos videos para afrontar una "ruptura"

Un día por la mañana despertó gracias al sonido producido por su celular. Aún con los ojos cerrados respondió sin ver a quien pertenecía la llamada.

—¿Que te tiene tan ocupada que desde temprano no estás en casa?— la voz gruesa y fría de su padre se escuchó desde la bocina —¿Estás bebiendo de nuevo?— eso era más un reclamo que una pregunta —Te quiero aquí en diez minutos— ni siquiera espero la respuesta de la chica, solo colgó.

Tzuyu suspiró pesadamente, no quería ni necesitaba ver a su progenitor, igual se levantó, Jihyo preparaba algo para desayunar en la cocina.

Después de despedirse, tomó un taxi y se dirigió a su casa, al llegar encontró a aquel hombre parado frente a su puerta, le dió una mirada de desaprobación, ella solo inclinó la cabeza y saludó.

—¿Donde estabas?

—En casa de una amiga— respondió aún con la cabeza agachada y la voz cohibida.

—Si claro— Su padre demostró aún más enfado y desaprobación. —Abre la puerta.— Al entrar su padre empezó a inspeccionar el departamento —¿Qué nunca limpias aquí?— su tono fue tan despectivo —Si no quieres hacerlo tú por lo menos contrata a alguien.

—Si padre.

—Dame un vaso de agua.

La taiwanesa asintió y con las manos temblorosas tomó un vaso de vidrio para vertir el agua de un pequeño recipiente, mientras su padre fue a su habitación lo cual aún la tenía nerviosa por lo que terminó tirando el vaso, el hombre salió y la juzgó con la mirada.

—¿No puedes hacer algo sin que no rompas algo?— su voz molesta espantó a la pelinegra.

El corazón de Tzuyu se aceleró de miedo y angustia creyó que su padre en cualquier momento explotaría y la golpearía. —L-lo siento.

—Olvídalo nada puedes hacer bien.— dijo con desprecio —¿Piensas quedarte ahí? Limpia.— La pelinegra asintió y corrió a limpiar pero en el proceso se cortó su mano, cosa que la hizo quejar, su padre la miró decepcionado. —Eres tan inútil.

La taiwanesa reprimió sus lágrimas y con todas fuerzas trato de que su voz no saliera quebrada —Perdón

—¿Solo sabes decir eso?— se quejó —Quería comer contigo aquí pero está hecho un desastre, da asco.— hizo un gesto de disgusto y volvió a salir del departamento.

La pelinegra lo siguió, se sentía tan herida y rechazada, odiaba ese sentimiento de necesitar la aprobación de su padre ¿Por qué no podía ser amable? O ¿Por qué tenía que aparecer justo cuando se sentía tan bien? No siquiera era tan valiente para quejarse o para decirle que por favor dejara de ser tan cruel.

—Padre...

—Sube al auto, iremos a cenar algo decente y no las porquerías que tienes en casa.

Fueron a un costoso restaurante, ahí su padre no dejaba de hacer comentarios hacia su persona,.o lo que debía estudiar o en lo que debía trabajar.

—Yo quiero estudiar música.

—¿Qué?— el tomó molestó de su padre hizo que se encogiera en su asiento —¿No te cansas de decepcionar a nuestra familia? Primero con tu asquerosa orientación sexual y ahora esto.

—Padre

—No me llames así, ¿cuando piensas dejar de jugar a eso de ser lesbiana?

—No es un juego.

—¿Piensas que todo eso es real? Por favor— se rió sarcásticamente. — Tzuyu recapacita ya por favor.

—¿Por qué?— sus ojos se llenaron de lágrimas —¿Por qué no dejas de lastimarme?

—¿lastimarte? Lo hago por tu bien

—Claro, porque tú nunca haces nada para lastimarme, todo lo haces por mi bien— por fin después de tantos años tomó el valor para responderle.

—No me alces la voz— respondió enojado —Lo hago porque eres mi hija

—¿Ahora soy tu hija? ¿Por qué intentas cambiarme?

—No estoy tratando de cambiarte, solo quiero que seas como antes.

—Asi fuí siempre.

—Zhou Tzuyu deja de comprarte como una niña caprichosa y haz lo que te digo.

—Siempre lo he hecho.— respondió con la voz ya quebrada, la taiwanesa se levantó —Pero tu nunca lo notas— y antes de que aquel hombre le respondiera algo ella se salió de ese lugar limpiado las estúpidas lágrimas que resbalaban por su rostro.

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¿Les gustan como está avanzando la historia?

Gracias por leer

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