Capítulo 1 - Charles

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¿Qué puede ser peor que la adolescencia?, pues ser un vampiro adolescente, antisocial, sin amigos, sin todas las emociones que sentiría una persona normal a esa edad.

Así que esta historia, mi historia o quizá su historia, empieza de esta forma:

Me encontraba a segundos de ingresar por las puertas de mi nueva escuela para cursar mi penúltimo año de preparatoria, desde que me había mudado hace aproximadamente un mes a Londres no había hecho ni un amigo. Dudo que pudiera hacer alguno.

La nueva escuela tenía unas enormes puertas de entrada, bastantes espacios campestres y aulas comunes, nada considerablemente relevante.

Nadie sabía que era un vampiro, pero si alguien llegase a enterarse tendría que volver a cambiar mi vida por completo, mudándome de nuevo a otro país, como ya lo había hecho en más de 8 ocasiones; viví en España, Alemania, Australia, Nueva Zelanda, Egipto, Brasil, Colombia y Turquía.

Mi primera clase seria matemáticas, maldije un poco por dentro, las odiaba, simplemente ¿Para qué nos servirán esos temas tan complejos?

Llegué al salón correspondiente y decidí sentarme en una esquina del salón, en aquel lugar todo sería más tranquilo, odiaba el ruido y además sería más fácil concentrarme, si no tendría amigos, al menos debería tener buenas calificaciones. Aunque eso no era muy probable, nunca he sido un gran estudiante.

A mi lado se sentó una linda chica de cabello castaño y bellos ojos verdes, su sonrisa era muy bonita.

-Hola - saludó con tono dulce la chica -, soy Amber McCarthy.

-Hola - respondí con voz cansada -, yo soy Charles Spooner.

-Eres nuevo, ¿Verdad? - dijo con seguridad y algo burlona.

-¿Qué me delató? - dije con una sonrisa.

-Sinceramente, todo - chisto -. Te delato que no cualquier persona se sienta en una esquina de un salón.

-¿Por qué?

-Aquí quien se sienta en una esquina es antisocial y raro, es una suerte que no piense lo mismo.

Ella se sentó junto a mí, porque la mayoría de puestos ya estaban ocupados, acomodó sus cosas y estuvo lista para la clase.

La maestra llegó al aula, al parecer Anny, era como todos los profesores detestables, te explican su metodología con la mayor paciencia del mundo, pero realmente luego se convertiría en un monstruo, mucho más que yo; de esos profesores que son un lobo disfrazado de oveja, eso puede percibir en el poco tiempo de su clase.

-Detesto las matemáticas - murmuré hacia mis adentros, no esperaba que a alguien le importase.

-¿Por qué?, es mi materia favorita - dijo Amber algo ofendida.

-Es que son tan complicadas, no puedo entenderlas - dije tratando de justificarme.

-Te puedo ayudar, si quieres - dijo.

- Gracias, me encantaría - ella asintió con la cabeza.

Por fin sería hora del almuerzo, aunque de seguro en la cafetería no darían de comer gusanos, pero con una sopa me conformaría.

Por obvias razones estaría solo en el almuerzo, a la única persona que conocía era a Amber, y no tenía ni la más remota idea de donde se encontraba.

Así que tomé mi teléfono y mis audífonos y empecé a oír música, comencé a menear mi pie al ritmo de la música y mi mano hizo la posición de la guitarra inconscientemente.

-Estás algo solo, ¿no crees? - escuché la voz de Amber a mis espaldas, haciéndome detener la música.

-¿Te parece? - dije con sarcasmo - ¿No ves al hombre invisible sentado en aquella silla? - chisté con un poco de amargura en mi interior.

- ¿Puedo sentarme?, claro, si el hombre invisible está de acuerdo.

-Desde luego - se sentó la chica justo enfrente de mí, sus ojos chocaron con los míos, eran muy lindos.

Entre nosotros se formó un silencio incómodo, ninguno de los dos sabía qué decir y yo siempre he sido horrible para iniciar conversaciones.

- ¿Cuál es tu comida favorita? - pregunté.

- La hamburguesa, ¿Y la tuya?

- También la hamburguesa - mentí, no tenía idea de que era eso, solo como gusanos. Ella asintió con una sonrisa.

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Mi primer día de clases me había parecido extremadamente corto y también algo simple, aunque qué más podía esperar.

-Hola madre - saludé cerrando la puerta de mi casa.

-Hola hijo - respondió con voz quebradiza.

Era evidente de que había estado llorando, de seguro porque mañana se cumplirían tres años desde la muerte de mi padre. Para ella fue algo muy traumático.

-¿Has estado llorando? - pregunté.

-Sí - afirmó secando las lágrimas que yacían en sus ojos - ¿Recuerdas que mañana es 22 de agosto?

-Suponía que llorabas por el accidente - dije algo serio - Pero, no debes de seguir afectándote por el pasado, no vale la pena.

-Lo sé, pero aún duele - hubo un pequeño silencio entre nosotros, hasta que volvió a hablar- Iré a regar la plantas, ya vengo.- era obvio que no quería decir lo que le ocurría.

Mi padre había fallecido en un accidente automovilístico, hacíamos un viaje familiar, ya eran altas horas de la noche y pronto llegaríamos a nuestro destino, pero un camión chocó con nosotros en un cruce, ambos conductores murieron. Y a pesar de que fue hace tres años, mi madre aún no lo supera.

Pues cuando un vampiro se enamora, ama con todo su corazón y alma, se vuelve tan vulnerable que tienden a jugar con nuestros sentimientos, y cuando lo hacen, una parte de nosotros muere con aquel amor, nos cambia, en nosotros el morir de amor es verdadero.

Actualmente, vivía con mi madre y mi tío paterno, aunque he pensado que mamá ha empezado a olvidar a mi padre, pues se ha vuelto demasiado cercana a su cunado, yo no me interpondría, al final le hacía bien.

Fui a mi cuarto para tratar de entretenerme con algo, ¿Y si buscaba a la chica de esta mañana en instagram?, la idea surco por mi cabeza. Tomé mi teléfono y abrí la aplicación, escribí su nombre, pero ninguna de las cuentas parecía ser la suya.

Al menos mañana tendría la excusa de hablarle para que me diese su instagram.

Navegando por internet encontré una serie de preguntas para conocer a alguien, lo usaría con Amber.

Ya tenía otra excusa para hablarle.

Mil coincidencias tuyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora