𝟬𝟬. the victor from four

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╭── ➳ 🕷️ ⦁ 🌊 ⦁ prólogo
el vencedor del cuatro ──

╭── ➳ 🕷️ ⦁ 🌊 ⦁ prólogoel vencedor del cuatro ❑ ❂ ──╯

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WILLOW HABÍA VISTO A LA MUERTE muchas veces. La televisión siempre estaba prendida durante los Juegos del Hambre, porque su padre tenía cierta fascinación con la arena y las trampas. Siempre quería ver cómo sería cada año, si habría algo nuevo con lo que sorprenderse. Por lo que desde que había nacido, Willow todos los años durante algunos días presenciaba asesinatos y muertes que le daban sueños de sangre.

Sin embargo, hubo dos años en particular en los que la motivación para ver los Juegos había sido otra. Esas mañanas, ella había sido la primera en despertar y prender la televisión para escuchar los cañones de la muerte y los alaridos de los tributos muertos. Willow solo había tenido nueve años cuando su hermano Sol murió en los 63 ̊ Juegos del Hambre.

El grito de su padre la había aturdido aún más que el cañon que anunciaba la muerte de Sol, y el golpe que recibió a continuación no se lo olvidaría jamás. Willow era un símbolo de mala suerte, por lo que su padre no tardó en comprender que la culpa era de ella. Fue por eso que durante los 65 ̊ Juegos del Hambre, Willow fue encerrada en el sótano para que su presencia no afectara a su hermano Harlow. Fueron diez días en los que no vio la luz del sol y no recibió ni una sola visita. Había tenido que comer los granos de una bolsa y unas frutas tiradas en el suelo que en realidad eran para los caballos. Cada vez que su abuela se acercaba a la puerta del sótano, Willow escuchaba a su padre ordenarle que se quedara donde estaba.

Esa vez fue el silencio lo que le indicó que Harlow había muerto. Su abuela la liberó de su encierro, la llevó hacia el comedor, y la abrazó y abrazó sin soltarla en ningún momento. Su padre estaba sentado en una silla frente a la televisión que seguía encendida, donde Caesar Flickerman comentaba las repeticiones de ciertos momentos de los juegos. Ese fue el momento en el que Willow vio lo que cambiaría su vida para siempre.

La muerte de Sol fue un cuento. Su abuela se lo había dicho la mañana siguiente de que empezaran los Juegos y le había relatado cómo Sol había muerto el día anterior, pero que ahora estaba merodeando por su hogar al fin libre, protegiéndolos. Por la tarde, Harlow la había abrazado y le había dicho que era una suerte que Sol se hubiera ido como lo hizo. Fue rápido, una espada que entró y salió de su pecho con un dolor efímero que murió apenas nació. Desde ese día, Willow soñaba con espadas, lanzas y cuchillos volando a su alrededor y un grito de Sol que se distorsionaba con el tiempo. El segundo día más triste luego de enterarse de su muerte fue cuando se dio cuenta que se había olvidado el tono de su risa. Podía escuchar su voz si miraba las repeticiones de sus Juegos, pero la risa que caracterizaba al hermano del medio de los Fortunati se había ido para siempre. Sin embargo, Willow nunca había visto la grabación del asesinato de Sol.

La de Harlow sí.

Estaba en los brazos de su abuela y vio cómo un tributo del Distrito 2 agarraba a un destrozado Harlow del cuello, amenazando con matarlo de una vez con una daga. Harlow era un lienzo de moretones, cicatrices y salpicaduras de sangre, pero su pecho subía y bajaba de manera desesperada. Willow creyó que su padre y su abuela se habían equivocado, que tal vez Harlow estaba vivo. Pero luego apareció un tercer tributo, con un tridente teñido de rojo y una red gigante que desechó al río con tanta fuerza que el sonido al chocar con el agua igualó al de un trueno.

Los tres hablaban pero sus voces no se oían, en su lugar estaba la típica música del Capitolio y las voces de los presentadores comentando la hora final. Harlow negaba con la cabeza mientras trataba de escapar de los brazos del tributo del 2 que se reía, no paraba de reírse. Hasta que un tridente voló por los aires y los atravesó a los dos.

Willow gritó al mismo tiempo que los presentadores festejaron y gritaron el nombre del nuevo vencedor.

—¡Finnick Odair, vencedor de los 65 ̊ Juegos del Hambre!

Finnick Odair había tocado su puerta con la seguridad de alguien que esperaba una bienvenida. Su padre estaba en el trabajo y su abuela dormía la siesta, por lo que Willow fue la que abrió esperando a otro vecino con las condolencias en la punta de la lengua. Estaba harta de sus rostros de pena y sus palabras vacías, porque ningún perdón traería a Harlow ni a Sol de vuelta. Al encontrarse cara a cara con el asesino de su hermano, el enojo de Willow la hizo creer capaz de ganar sus propios Juegos del Hambre.

Una mujer mayor se asomaba detrás de él y Willow la miró para que hablara, no sería capaz de escuchar su voz de Odair. Pero fue el chico quien habló. En persona no se veía mucho más grande que ella. Catorce habían dicho los presentadores, el vencedor más joven de la historia. Solo tenía tres años más que ella y le había arrebatado lo único que le quedaba para no desmoronarse en su casa hecha de gritos y golpes.

—Hola —saludó Finnick con una media sonrisa tímida que Willow no copió—, soy...

—Ya sé quien eres —lo interrumpió Willow sin soltar la puerta—. No te quiero ver en la televisión y no te quiero ver en persona. Vete.

—Espera, quiero explicar...

—¡No hay nada que explicar! —gritó con la certeza de que su abuela no se iba a despertar. Nunca lo hacía—. Ya vi lo que hiciste y no sé por qué viniste, pero quiero que te vayas. Tienes suerte de que mi papá no está o te estaría yendo peor.

Los ojos azules de Finnick viajaron por el cuerpo de Willow y se conectaron con los moretones que su vestido no escondía. Willow lo notó, pero no se movió para taparlos ni para negarlo. Era de conocimiento público en el Distrito 8 que Larson Fortunati odiaba a su hija menor y nunca nadie había intentado rescatarla. Tampoco lo haría un niño del Distrito 4. Menos el asesino de su hermano.

—Eres Willow, ¿no?

Willow asintió, sin ánimos de seguir gritando como lo haría su padre. Era lo que más temía. Ella no quería convertirse en su padre.

—Willow, realmente siento mucho la muerte de Harlow. Él me habló de ti y de tu hermano Sol, pero más que nada de ti. Yo no quería...

El sol se puso antes de que Finnick pudiera dar sus explicaciones. Las nubes no dominaron el cielo, sino la sombra que solía cubrirlo todo en ese hogar sostenido por puntadas de hilos oscuros. El padre de Willow no tardó en pegar sus conocidos alaridos una vez que identificó el rostro del vencedor del cuatro, y agarró el brazo de su hija para reforzar las marcas ya existentes. La guardiana del chico no pudo hacer nada para evitar que el hombre arrastrara a Willow y cerrara la puerta en la cara de Finnick, con la amenaza de que si lo volvía a ver no iba a permitir que se fuera con vida.

A pesar de todo, Willow agradeció esta interrupción de su padre. No soportaba que Finnick le admitiera que Harlow le había hablado de ella, de Sol. Esa noche, Willow tuvo una pesadilla diferente a las que solía tener. Caminaba por el sendero de tierra que la alejaba de su casa y la conducía hacia el bosque, cuando un chico se le atravesó con una expresión de pena. Ella confió, ¿por qué confió? Porque detrás la perseguían demonios mucho peores que el que tenía enfrente. O eso pensaba. Al bajar la guardia, Finnick le clavó su tridente en el pecho como lo había hecho con Harlow, y Willow se despertó con un grito estrangulado que despertó la ira de su padre.

Esa fue la primera vez que Finnick protagonizó una de las pesadillas de Willow, y no sería la última. Con suerte, ese día sería el único recuerdo atroz que tendría de su camino cruzándose con el del asesino de Harlow. Pero Willow era la chica con peor suerte del mundo.

 Pero Willow era la chica con peor suerte del mundo

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EVERMORE ✉︎ finnick odairWhere stories live. Discover now