Capítulo 10

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Ya estaban en el lujoso hotel en Egipto, en donde se iban a hospedar por un tiempo, y, cuando Charlotte abrió la maleta que se llevó a España, se estaba dando cuenta que le faltaban varias de sus cosas. Se lo dijo a Conrad, y él, le decía que iría a comprarle todo lo que le faltaba, mientras tanto, la ayudó a colocar todo, porque la veía algo perdida mientras ella misma intentaba hacerlo.

Había dormido durante casi dos horas, hasta que Conrad la despertó para ir a comer. Le dijo que se diera una ducha y que se vistiera con algo bonito que él mismo le buescó entre su ropa, por si acaso se encontraban con la gente con quien ella iba a trabajar en la película, por supuesto Charlotte, siguió todas sus instrucciones.

Ya eran casi las cuatro de la tarde y Matteo no conseguía hablar con Charlotte, seguía con el móvil desconectado, pensando en que quizás, a ella, le estaba fallando la señal de internet por estar en otro país. Había lavado la ropa que ella dejó olvidada en Mallorca, y así, la tendría limpia para cuando se la devolviera. Sacó su perfume, y, por fin, después de tantos años, conocía de dónde venía su exquisito olor.

Charlotte estaba sentada con Conrad en la mesa de un restaurante con demasiada gente, haciendo que se sintiera demasiado nerviosa, él se había dado cuenta de lo que le pasaba, y, de inmediato, le preguntó:

—¿Estás bien, Charlotte?

—Si, pero me pongo nerviosa con tanta gente, todos hablando al mismo tiempo.

—Podemos irnos si quieres, puedo pedir la comida y comemos en la terraza de tu habitación.

—No, ya estamos aquí, solo comeremos y nos iremos.

—Si, eso haremos.

Lo que Charlotte no había visto, era al impresionante hombre que estaba sentado a unas mesas más allá de la suya, observándola, junto con dos hombres más, quienes le decían:

—¿Cómo vas a poder controlarte con una chica como esa?

—Somos profesionales, debemos hacerlo.

—Pero tendrás cantidades de escenas de amor con ella, estarán en la cama, en la bañera, hay muchas escenas de sexo, muchos besos y los dos casi desnudos.

—No es la primera vez que trabajo con una mujer así.

—Charlotte Maxwell no es una mujer, es una adolescente de diecisiete años, con muy buenos pechos y con el rostro más perfecto que he visto hasta ahora. Con alguien así, es imposible poder controlarse —le decía uno de sus acompañantes, sin poder dejar de mirarla.

—Si y también es la intocable hija adolescente del poderoso Rupert Maxwell. Esa chica no es para mí, ya les dije que solo trabajaré con ella, no pasará nada entre nosotros.

—Eso dices siempre, y después, todas terminan en tu cama.

—Esta vez no.

—Ya lo veremos.

Zaid Barakat siguió mirando a Charlotte Maxwell, y, por mucho que le gustara esa chica, no se lo iba a decir a sus acompañantes, ni a nadie, porque explotaría como la pólvora, y, desde ese momento, comenzarían los rumores en cuanto comenzaran a rodar la película. Esa no sería la primera vez que le pasaba algo así, aunque esa vez, quería evitarlo a toda costa.

La estuvo mirando mientras estuvo allí comiendo, y él, no recordaba que una mujer, le gustara de esa manera, haciendo que comenzara a tener una erección solo con verla allí sentada. Zaid Barakat era el típico mujeriego por excelencia, pero esa vez, no pensaba acercarse a su pareja protagonista, por muy cachondo que esta lograra ponerlo a él.

PERVERSIONWhere stories live. Discover now