Prefacio

224 40 44
                                    

✨Editado✨

La noche es fría y puedo ver la luna, está llena, por lo menos puedo ver un poco el camino. Estoy corriendo por el bosque, siento como las ramas se quiebran bajo mis pies con cada paso que doy. No puedo detenerme, tengo que seguir corriendo antes que me alcance. Gané algo de tiempo, pero no me puedo confiar...

Tropecé con una raíz y caí de bruces. Me levanté rápidamente. Me sacudí la tierra y las hojas mientras corría. No escucho sus pasos, pero sé que me está siguiendo. Oí un silbido. No puedo detenerme, está siguiéndome. Seguí corriendo, mi respiración estaba muy agitada, tanto por el miedo como por correr, mis pulmones exigen aire y pronto. Me detuve y me oculté detrás de un árbol. Decido mirar, para saber si viene. No vi nada. Me deslicé hacia abajo y me senté en el suelo. Con mis manos cubrí mi boca, sintiendo como las lágrimas bajan por mis mejillas. Mi pecho sube y baja violentamente, reclamando oxígeno. Comencé un sollozo ahogado. "No puedo derrumbarme, no ahora, tengo que escapar de aquí".

Me tengo que ir, ya sabe que lo vi. Esto no hubiera pasado, si me hubiese mantenido a raya. No debí buscar respuestas que nadie solicitó. Pero me di cuenta muy tarde. Y todo por no permanecer a raya, no debí investigar.

No era hora para lamentos. Decidí mirar otra vez: no vi nada. Limpié mis lágrimas. "Ok, voy a seguir, creo que puedo". Corrí, y aunque me dolían las piernas, detenerme no era una opción. Escuché de nuevo el silbido: ¡está cerca!

Corrí con todas mis fuerzas, no me puedo detener, sé que está cerca y aunque no lo vea él está siguiéndome. Vuelvo a caer. Miro: me tropecé con una rama que cayó del árbol, debe de tener mucho tiempo aquí. Me hice un corte en la rodilla, con un pedazo de vidrio, de seguro de alguna vieja botella. Formándose una delgada línea de sangre que bajaba por mi pierna. Me levanté y seguí corriendo. No puedo parar, tengo que salir del bosque. Sentí que mis piernas se rendían, no daban para más. No podía detenerme, tomé una gran bocanada de aire, debía seguir. "por favor piernas no me fallen, no ahora".

Vi la salida del bosque a lo lejos, siento esperanzas. Sigo corriendo, mis piernas se quieren rendir, no puedo parar. Me halan el cabello, con mucha fuerza y deteniéndome violentamente, caigo al suelo. Grité y me ardió la garganta. Puse las manos delante, para evitar golpearme la cara y fallé en el intento. Sentí como se sentó sobre mí para inmovilizarme.

—Por favor —supliqué, aspirando por la nariz —suéltame, no me hagas daño.

Lloré con más fuerza. Pero él no respondió.

—Déjame ir, te juro que no me verás más nunca —le dije, sin obtener respuesta —No me hagas daño.

Se levantó. Me agarró del brazo, alzándome. Miré al suelo, mis lágrimas caen. "Tal vez si evito ver su cara no me haga nada".

—Por... Favor... —rogué, aspirando de nuevo por la nariz.
Tomó mi rostro, obligándome a mirarlo. Usaba un pasamontaña, no pude ver su cara.

Jane ¿Qué tan lejos puede llegar una obsesión? [En Pausa]Where stories live. Discover now