Saskya corrió a esconderse, le hubiese gustado pasar las horas libres en la piscina, pero eso no era posible, así que se dirigió a la parte de atrás del edificio, donde nadie pasaba a esa hora.

Estaba tan apurado por dejar atrás a la gente, que se sorprendió muchísimo cuando encontró a alguien en su escondite: Anastasia, la chica más guapa que había conocido, probablemente de la escuela entera, aunque dependía de a quien le preguntaras. Por ejemplo, si Saskya tuviera que elegir escogería a Diana, era mucho más dulce y tenía la sonrisa más bonita, sin embargo, no podía negar que Anastasia estaba en una liga por encima de la mayoría de los mortales que estudiaban en la academia. Sabía que tenía un hermano, pero iba a una escuela distinta, sólo para hombres.

—Ey —ella le saludó, estaba cruzada de piernas mientras se fumaba un cigarro, era apenas dos años mayor, pero parecía llevarle siglos de experiencia—. ¿Me dejas usar este sitio? —preguntó con una sonrisa en los labios. Saskya le miró sin comprender, sorprendido porque pensaba que a ella no le gustaba fumar, era una atleta después de todo—. Este es tu lugar ¿Cierto? ¿Me dejarías quedarme? —pidió.

—Oh... —él se quedó un momento en silencio antes de contestar—. Es un país libre —dijo finalmente y se sentó en la banqueta, a una distancia prudente de ella.

—¿Te molesta que fume? —preguntó la chica, que parecía bastante habladora. Aunque ellos no eran cercanos en lo absoluto, sonaba amistosa.

—Si —respondió a secas.

—Tus reglas —dijo ella, apagando el cigarro, pero no parecía que fuera a callarse pronto—. Mis papás dicen que el cigarro aleja a los malos espíritus, siempre me dan un par cuando salgo de viaje —le contó, riéndose un poco.

—Oh —Saskya no tenía ni idea de qué decir—. Mis papás no me dejan viajar solo, mi hermana tiene que ir conmigo —inquirió, sólo por ser amable.

—Yo también viajo normalmente con mi hermano, ya sabes, por las competencias —dijo como si fuera obvio. A Saskya le sorprendió su facilidad para relacionarse, se le veía muy cómoda en su propia piel—. Aunque ahora estamos peleados.

Saskya la miró, pero ella no cambió su expresión, seguía atenta al cielo.

—Oh —murmuró—. ¿Por qué se pelearon? —no era que le interesara, pero parecía que la chica quería hablar del tema. Aquello era muy raro teniendo en cuenta que por lo regular ellos no cruzaban palabra.

—Está celoso porque tengo novio —espetó con mucha seguridad—. Si él también tuviera uno no tendría por qué sentirse así —agregó, ensanchando la sonrisa. Saskya levantó una ceja ante el comentario y Anastasia se giró hacia él, mirándole con atención—. ¿Que hay de ti? ¿Te interesaría ser mi cuñado?

No pudo resistirlo, el comentario le sacó una sonrisa.

—¿Que? —dijo, negando con la cabeza.

—Vamos, es guapo, se parece a mí —espetó, señalándose mientras sonreía con una mueca pícara. A Saskya le cayó bien, le gustaban las chicas, eran seguras, amables, los hombres en cambio eran un cuento aparte.

—Tal vez sólo deberías hablar con él —dijo, mirándola, mientras se relajaba un poco.

—No puedo —bufó la chica—. Está en una competencia —explicó, cruzándose de brazos—. De todas formas, creo que le gustarás, eres su tipo.

—No creo que ese sea el problema —Saskya ignoró las insinuaciones de la chica—. Hablar es mucho más efectivo —le aconsejó, mirando al cielo. Ella soltó un suspiro.

—Supongo que sí —dijo, soltando un suspiro—. Mañana iremos al lago, espero que cuando volvamos ya esté aquí —Anastasia tenía una forma de hablar muy cándida. Su felicidad era contagiosa.

En la noche más oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora