uno. el comienzo

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"He cruzado océanos de tiempo para encontrarte".

—Drácula.



La lluvia caía de forma constante, casi imposibilitándole ver, pero aun así seguía corriendo mientras trataba de no resbalar debido a las baldosas húmedas de los callejones, y también maldecía por lo bajo al usar zapatos de tacón ese día, era una desventaja y la tenía clara. Los pasos se acercaban y los arañazos que se escuchaban por las paredes de las casas, anunciando el camino que seguía su atacante para ir detrás de ella. No tenía miedo, solo no deseaba morir así, sola y sin cumplir lo que deseaba. Sin embargo, ¿qué no la muerte era así? Podía ir tras de ti y arrebatarte tu último suspiro cuando menos lo deseabas.


La morena suspiró y trató de usar un cubo de basura para poder saltar una verja de metal que imposibilitaba su paso y le costaría más tiempo. Mientras hacía el esfuerzo de saltar, su ropa se rasgó y de igual forma una herida fue seguida siendo provocada por el metal. Sabía que era profunda, por el hecho de que sintió un liquido cálido recorrer su pierna y como el dolor le imposibilitaba casi moverse. Se detuvo bajo la luz de una farola, a sabiendas de que ese sería su fin. Suspiró y buscó la mirada al monstruo, dedos largos que se habían vuelto casi cuchillas debido a las uñar arañaron la pared antes de que un hombre en harapos y desalineado apareciera frente a ella.


—Céline Valois, la famosa princesa morirá tan fácilmente —comentó con burla y una sonrisa mientras ella giraba y buscaba con que poder defenderse, estaba sola y no tenía ayuda. El hombre la rodeaba como un depredador que vigilaba a su presa, ella iba a ser la víctima y aún se tomaba el tiempo de jugar con su comida. En un parpadear hizo lo mejor que se le vino a mente, se quitó los zapatos y trató de usar la punta de estos como un arma para clavársela en el corazón. No quería morir a manos de un vampiro, eso sería una blasfemia a sus tradiciones y una completa herida a su orgullo. El hombre se acercó con rapidez y trató de tirarla, atacándola y cargando contra ella. En cambio, otra figura fue a por él y lo tumbó. Era él, Silas Pávlov.

La luz le iluminó el rostro cuando arremetió contra aquella figura, Céline que siempre había sido bastante temeraria y sin miedo, en ese instante logró sentir pánico. Dio unos pasos hacía atrás y observó al par de vampiros que batallaban frente a sus ojos, aquel hombre que vestía ala perfección y que con una mano tomaba por el cuello al hombre en harapos y lo estampaba en el suelo, provocando que las baldosas de cemento se quebraran y se volvieran añicos.

—¿Quién te envió? —Le preguntó al vampiro mientras Céline trataba de vendarse su pierna lastimada, rompiendo su pantalón en el proceso, el vampiro que estaba enloquecido por el olor de la sangre de ella no dejaba de gruñir.

—¿Cambia algo que lo sepas? —Le respondió con un tono burlón mientras trataba de atacarle con las cuchillas que poseía por dedos ahora, Silas Pávlov suspiró con cansancio y clavo su mano en el pecho de aquel vampiro sin importarle nada—. La necesitan muerta, no seré el único que vendrá por ella...

Reía al ver a la chica asustadiza y como el hombre cansado de esa estupidez, arrancó el corazón de un golpe aquella bestia, lo pulverizó con su mano y observó como aquel vampiro comenzaba a volverse polvo poco a poco, Silas se levantó con cuidado y fue hacía ella, le puso su abrigo sobre los hombros y le tendió una mano ensangrentada. Otra chica huiría y chillaría, pero Céline, ella era distinta.

Tomó esa mano sabiendo que, aunque era de la misma clase que su atacante, a su lado estaba segura. Silas Pávlov la había salvado. 

Princesa de medianoche | #1Where stories live. Discover now