2.- Extraños visitantes.

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— ¿Estás bien?― pregunto. Dejando a un lado mi enojo con Ike, Haru no tiene la culpa.

—Solo tengo sueño— se recarga contra el asiento, acurrucándose para tratar de dormir.

Veo como Dom hace un par de señas.

— ¡Oh! ¡Guarda las manos!― le espeta Haru, es el equivalente a: cierra la boca, para Dom—. Te reto que duermas, cuando cada vez que cierras los ojos tienes visiones del futuro.

Dom se pasa la mano por la boca, simulando "callarse"

Sé lo que quiso decir antes. Soy uno de los mejores pilotos que hay dentro de la resistencia, aunque la mejor sonaría genial, pero no me agrada presumir.

Dom dijo que yo estaba enfadada y loca y que por eso no me confiaría su vida ahora. Tiene razón; ese es uno de los motivos por el que no me dejan entrar al equipo de élite. Porque no tengo control de mis emociones y porque estrangularé al primero que esté en contra mía... también porque quiero atacar a las alianzas con todo nuestro arsenal.

Aunque creo que la principal razón es que mi padre tiene miedo de perderme, él forma parte de los altos mandos de la resistencia y nadie lo contradice, ya que sus decisiones y estrategias son muy buenas. Y por eso no pertenezco al equipo de élite, por el miedo de papá a perderme. Pero eso no quita el hecho de que yo pueda desobedecer. De cierta forma, me gusta ir contra las reglas.

Miro a Haru para cerciorarme de que está bien, pero se ha quedado dormida, esto sucede a menudo con ella, es muy extraño cuando en un minuto está manteniendo una conversación y al siguiente se queda dormida. Mi mejor amiga, no tengo miedo de llamarla así, porque sé que lo es.

Ella vivía en la ciudadela, sus padres eran parte importante de la alianza, pero un día Haru despertó y supo que algo en ella había cambiado, tuvo una visión en la que sus padres la entregaban a los campamentos, y entonces lo supo: era una evolucionada. Escapó de la ciudadela y buscó apoyo en la resistencia, se lo iban a negar, pero yo me encapriché para que se quedara.

En esa época aun no tenía mis implantes robóticos, era una niña mutilada y mi padre no me podía negar nada. Dejaron a Haru en la resistencia, di la cara por ella y me responsabilicé de todo lo que Haru hiciera. Gracias al universo que es una chica muy tranquila, pues ya respondo por mis propios actos y por ellos siempre estoy en castigo. Fue por ella que entré en la ciudadela por primera vez, ya que Haru quería ver a sus padres, como estaban y esas cosas. Juntas entramos por el mismo lugar que ella había escapado, por una de las reservas naturales. Sus padres parecían felices, nunca fueron muy apegados a su hija.

Fue ahí donde conocí a Ike.

Sacudo la cabeza y miro a Dom. Parece feliz, simplemente pilotando el deslizador y mirando al frente. Quiero esa clase de tranquilidad conmigo también.

Me quito el cinturón y me siento a su lado, quiero ser su copiloto. Me coloco el auricular y pulso los comandos de navegación compartida.

Hago un par de señas con las manos solo para fastidiarlo, sé que él puede leer los labios y así sabe lo que decimos, lo fastidia el hecho de que nosotros le hablemos en señas, suele quejarse de que somos demasiado lentos.

Pone los ojos en blanco y apunta un lugar en el mapa. Sé a lo que se refiere, llevaremos el deslizador a la zona de las montañas para ocultarlo, de ahí avanzaremos hasta la parte oeste de la resistencia, donde mi padre me estará esperando para darme una reprimenda sobre la responsabilidad y esas cosas.

Suelto un suspiro de frustración y miro al frente, es un paisaje hermoso, pues Alberta fue de los pocos lugares que se pudo conservar después de la guerra. Fue por el frio de esta zona que el virus no se propagó con tanta facilidad como en Latinoamérica. Yo fui contaminada en un lugar ahora inexistente, llevaba mi nombre, Velika. Estaba ubicado en un lugar que era conocido como Croacia.

Mente Maestra la sagaWhere stories live. Discover now