Seis

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La sostengo y tiembla entre mis brazos. Es como un cuarzo pulido suave y transparente que se agita a medio camino entre la tierra y el agua. Me mira y sus ojos marrones se abren sorprendidos, tímidos y avergonzados como una flor que cayó prematuramente del árbol. Me siente, la siento queriendo huir sin hacerlo.

-Vayase- me pide y resbala de mis manos delicada como la bruma, pero sostengo su mano y no la suelto aunque me lo pide.

Me rechaza sí, pero no escuchó más su negación. Al fin la tengo enfrente de nuevo, como aquella vez que vanidoso la visite para obsequiarle un momento insípido que sello mí corazón. Pero no como hubiera querido, no como se suponía debía ser. Terminé con ella encerrada dentro y toda puerta bloqueada para su libertad. Nada entra o sale de esa prisión en que ella arde como un sol que me quema y agita cada sentido de mi cuerpo llevándolo a un frenesí que me obliga a obligarla a recibir de mi un beso. Un beso que es un aliento calcinante que solo su boca puede enfriar.

Tal vez para muchos sería ridículo ambicionar con tanta obsesión tan exiguo gesto de una criatura tan vulnerable, pero para mí... para mí este beso es un éter.

No me responde, no me rechaza. Siento su controversia silenciosa en su alma. La abrazo con esta locura que ella desató en mí. Con una pasión ajena a lo que suelo ser. Aprieto su cuerpo contra el mío como si quisiera abarcar el suyo con cada átomo que compone mi existencia. Como una galaxia que se fusiona a otra y se expande en el vasto universo. Y espero. Espero que su resistencia pacífica sucumba a mis deseos...

Aguardo y pienso en lo terrible que puede ser un sentimiento. En que formas tenebrosas puede tomar. Ella todavía tiembla. Creo que teme un poco y hace bien. Hace bien en recelar de este ímpetu que traigo a cuestas porque en su vehemente exclamación puedo hacerla pedazos de necesidad ciega, de este anhelo que me satura quitándome el juicio y haciendo de mí un niño estúpido que se precipita a su piel.

Y al fin un leve indicio de que ese amor por mí todavía está ahí, surge sin máscara para delatar en su lengua lo que quiere de mí. Porque su amor también tiene deseos. Anhelos que se negó y que omitió en esa carta, pero que pude sentir entre las letras que desataron mis ánimos de ser sintiente que ahora sucumbe y solo quiere de ella hacer un mundo que poseer. Pero razona terminando con el beso sin delicadeza, intentado apartarse de mí como si pudiera abrir mis manos que de quererlo yo jamás nunca podría hacer ceder, pero no solo mi corazón y mi carne se han convertido de ella un simple arlequín. Mi voluntad se tuerce a la suya solo por un poco de caso de su mirada mielosa que me ve diciendo que es un error, que no hay futuro para algo entre los dos. Pero yo que sé que el pasado deja de ser importante, que el futuro es necesaria incertidumbre, la invitó al presente. Al único momento que en verdad existe y que por fin, después de jornadas de mendigar de ella un instante de atención, sucedió.

Me mira y seco esa lágrima de miedo de sus ojos con la punta de mis dedos.

-Sí de amores se trata no soy diferente a cualquier hombre que puedas conocer- le digo y cierra los ojos para esta vez corresponder mi beso y entregarse a mí...

Susurros Where stories live. Discover now