Rui estaba junto con su compañero, Mizuki, en la azotea, como siempre.

El lugar estaba completamente vacío a excepción de ellos dos, un lugar que era rara vez frecuentado, solo por los que deseaban estar solos o quienes no tenían otro lugar a donde ir, el aire frío azotaba sin piedad a los dos jóvenes, pero eso no los molestaba en lo más mínimo, después de todo los estaban más que acostumbrados a ese ambiente tan común en aquel lugar.

El joven Kamishiro no sabía en que momento se había hecho rutina, pero si tenía en claro que ninguno de los dos tenía nada mejor que hacer, ni siquiera estaba seguro de que fueran amigos, pero como el chico de cabello rosa iba sin falta, podía asumir que al menos le agradaba.

Era una rutina que le había parecido que iba a ser eterna, pero el tiempo no perdonaba, y él también tenía que avanzar como el resto del mundo.

Ya estaba en su tercer año de secundaria, sus padres le habían insistido para que aplicara en una escuela de élite con estándares muy altos, había aprobado sin problema y era claro que allí estudiara su educación media superior.

La idea de tener que irse lejos lo asustaba un poco, y por un momento se preguntó, "¿Así se habrá sentido Saki cuando se la llevaron a ese hospital?"

Hacia años que no veía a su amiga, la familia Tenma lo había recibido con los brazos abiertos, y si en algún momento tenía algún problema y sus padres no estaban, las puertas siempre estaban abiertas para él. Definitivamente estaba agradecido, lo habían tratado muy bien, no entendía entonces porque a una familia de personas tan buenas le había pasado algo tan malo como para que su hija tuviera que estar internada en el hospital prácticamente toda su vida.

El chico de cabello rosa noto que su acompañante tenía los ojos perdidos, y los movimientos de sus manos armando los pequeños robots eran lentos, casi como si lo hiciera en automático y su mente estuviera en otra cosa.

—...Oye —dijo llamando su atención—, te sucede algo? No sueles estar así de callado, ni de "apagado".

Rui parpadeo y miro al otro unos segundos.

—Vaya, ¿A que debo el honor de que el frío y solitario Mizuki-kun me dirija la palabra por voluntad propia? —preguntó en tono burlón y sonriendo ligeramente, dejando lo que hacía a un lado para fijar su atención en el pelirrosa.

—No me vengas con eso —contesto poniendo su típica mirada de hastío—. Pero en ti eso no es normal, incomoda.

Rui sabía que esa era su forma de preocuparse por él, un comportamiento algo Tsundere, pero era más de lo que cualquier otro en la escuela haría por él.

—No es nada en realidad —suspiró el pelimorado volteándose para no verlo directamente a la cara—. Solo que... me voy a ir, lejos. Y la verdad no quiero irme, pero tampoco es como que tenga algo a lo que aferrarme para querer quedarme aquí.

Era un verdad a medias, por supuesto que tenía a lo que aferrarse, tenía a sus amigos de la infancia, los únicos que lo aceptaron como era y que sabía que iba a extrañar como nada más en el mundo, Nene, Saki y Tsukasa hicieron de su vida algo más llevadero, hicieron que fuera más fácil salir adelante, pero la única que había visto en el último año era Nene, y eso solo porque era su vecina. El chico estaba seguro de que nada cambiaría para ellos si se fuera.

Mizuki no sabía realmente si estaba mintiendo o no, durante todo el año escolar había sido su compañero de azotea, pero nunca se molestó en preguntar más sobre su infancia, tampoco en contarle sobre la suya.

Todavía existía una pequeña línea entre ellos dos, en la que ellos oscilaban entre compañeros y amigos.

Mizuki no se había molestado en tener más amigos después de que todos se alejaran porque no les gustaba que él pudiera ser tan empatico y perceptivo para saber por lo que pasaban o lo que les molestara, aún cuando no quisieran que se supiera.

I'm in love with Saki's brother º|Ruikasa|ºWhere stories live. Discover now