Glimpse Of Us

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El pato no se había movido de aquel lugar en toda la noche, con una botella en una mano y la otra apoyada sobre el piso para no caerse, el mexicano se pudo quedar en aquel mismo espacio de tierra desde que la luna lo saludó hasta que el sol se despertó. 

La brisa de la noche se despedía con gran tristeza mientras dejaba el cuerpo del mexicano descansar. En su lugar llego la corta; pero fuerte, brisa de la mañana, algo que realmente le pegaba sin siquiera pensarlo, un aire que no le abrazaba con ternura; sino con cierta posesión, como si Quackity fuera un objeto que aquel aire poseía. El pato, claramente, se encontraba abrumado. 

Junto con el sol se despertaron otras criaturas que se encontraban a su alrededor mientras que otras se volvían a dormir, despidiéndose del mundo que habitaron por un tiempo (aunque esto haya sido solamente para poder espantar a los habitantes del pueblo).

Aunque varias otros animales se despertaron, el mexicano ni siquiera levantó la vista, su mirada fija en aquel pedazo de piedra que había encontrado aquella noche tan turbulenta. No entendía bien que es lo que había intentado cavar en esta misma, a decir verdad se encontraba algo impresionado con sigo mismo, logró cavar algunas letras en una roca aún estando en su gran estado de ebriedad; aunque dichas palabras no tuvieran sentido alguno. 

Las lágrimas que el pato derramó ya se encontraban completamente secas en su suéter cuando él llegó. Un hombre alto y fuerte se posicionó frente a Quackity; dicho mexicano solamente podía ver la sombra de aquel; pero no tenía que pensar mucho sobre la identidad del extraño, lo reconoció al instante. 

"Quackity ¿Qué ha pasado?" Aquella voz grave y llena de sabiduría preguntó mientras que su portador se hincaba frente al chico ebrio. "¿Esta todo bien, chico?"

"No, Sapo Peta" Tembló el pato apenas levantando la vista para poder observar al otro. "Nada esta bien, Sapo Peta"

El druida soltó un pequeño murmullo mientras se acercaba más al cuerpo del otro quien no se movió de su lugar. Al estar lo suficientemente cerca, el de rastras tomó una mejilla del otro y comenzó a acariciarle suavemente. 

Quackity pensó que no tenía más lágrimas, juró que había acabado con todas; pero estas mismas volvieron a traicionarle mientras se acumulaban detrás de sus ojos y comenzaban a volver su vista nublosa. El pato odiaba llorar. 

"¿Qué pasó, Quackity?" Volvió a preguntar el druida mientras dejaba que el cuerpo del otro cayera fuertemente sobre su pecho, abrazándole con cuidado. 

"Merlón... Merlón Vegetta... el" El cuerpo del mexicano comenzó a saltar con cada sollozo que este mismo cantaba con tristeza, el de pelo largo no necesitó más explicación para poder entender que es lo que estaba pasando en aquel momento. 

"Ay, mi Quackity" 

El pato se desmoronó, sus sollozos se convirtieron en gritos de dolor que solamente un padre sentiría al perder a su hijo de una manera tan violenta, gritos que desgarrarían sus cuerdas vocales; pero no le importaba, en aquel momento solo quería demostrarle a los Dioses cuanto le dolió la pérdida de aquel pequeño que siempre jugaba con él. 

El druida no pudo hacer más que abrazarlo mientras que el más chico se rompía en sus brazos, su corazón se partía con cada llanto e incluso sintió como el dolor del otro comenzó a dolerle a él también. Sapo Peta se resignó a esconder su rostro en el cabello del otro y esperar a que aquellos llantos cesaran, mientras esto pasaba, el druida jamás dejo de acariciar su espalda con cariño, jamás dejó de abrazarle con ternura y jamás dejó de murmurar palabras de confort al de la cicatriz. 

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El mexicano se encontraba otra vez en aquella fría y húmeda habitación, a ser verdad le tomó un poco de sorpresa el hecho de que alguien más quisiera verle, pensó que solamente sería visitado por Staxx; pero al parecer había otra persona (que no se encontraba en problemas con el gobierno) que deseaba verle. 

HeartachesWhere stories live. Discover now