CAPÍTULO 8 . KEPLER 22B

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‟Siempre sé el centro de tu universo, nunca permitas que alguien ocupe ese lugar. Si decides hacerlo, que sea compartido"

Mientras me adentro en el espacio, las estrellas brillan con más fuerza, los cometas pasan de largo diciendo adiós, rumbo a Kepler 22b, estoy preocupado, este sector está rodeado por asteroides de composición diversa, chocando unos con otros, no es fácil atravesarlos. En una nave como la de Estela y Brandon será una tarea difícil.

Finalmente, logro ver el planeta, en realidad no es un planeta como tal, es una luna que orbita un gigante gaseoso, tiene su propia atmósfera, su propio anillo de asteroides compuesto en su mayoría por fragmentos de hielo que al recibir la luz brillan con intensidad.

Kepler tiene tres satélites, la estrella que orbita es de color azul. Está formado casi en su totalidad por agua. Rodeado por un único océano, al centro, se encuentra un gran continente.

Al penetrar la atmósfera, que curiosamente es de un color morado brillante, me dirijo hacia la gran masa de tierra. Me detengo en una vasta región boscosa de vegetación exuberante, aunque a lo lejos veo un decadente asentamiento de algún tipo.

Lo más destacable es una torre que recordé de las imágenes en los monitores del centro de control en la NASA, ¡este lugar parece haber estado habitado por humanos!

Aterrizo y miro hacia el cielo, es hermoso, al fondo se encuentra el enorme planeta, veo dos de las lunas de Kepler, la otra supongo que en este momento no es visible.

Al Norte se divisa una gran cordillera montañosa con cumbres nevadas. Al Sur un caudaloso río con cascadas que desemboca al mar. Lo que llamó mi atención al Oeste fue una región de lo que parecen islas flotantes. En el último punto cardinal, es donde me encuentro.

La vegetación es espesa, los árboles son altos, sus hojas son de color rojo o amarillo, la hierba es de un azul intenso, el mar es morado pálido, ya que refleja la tonalidad del cielo.

Algo que me genera curiosidad es no ver ninguna criatura, todo es muy tranquilo y callado.

Al adentrarme en el bosque me sorprenden pequeñas esferas brillantes que surgen de la tierra, me rodean, luego desaparecen.

Las rocas, entre otras cosas parecen de cristal, cuando las alcanza la luz la reflejan y devuelven en las más hermosas tonalidades.

Al caer la noche muchas de estas plantas son fluorescentes y resplandecen en la oscuridad.

¡Es muy bonito!

Cerca de un claro, encuentro una figura recostada a un árbol, reconozco a Estela, está acompañada por una criatura extraña.

Estela, ¡estás bien!

¡No, no lo estoy!

Brandon está muriendo, he recorrido todo el lugar en busca de una cura que no puedo encontrar.

¡Tengo mucho miedo!

¡No quiero perderlo!

Entonces me abraza mientras sus lágrimas humedecen mi piel.

¡No entiendo lo que la muerte significa para ustedes!

¡Es cuando pierdes a alguien para siempre! dice ella.

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