Capítulo 24 "Primera vez"

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Este capítulo contiene contenido sexual algo explícito, sino te gusta leer este tipo de cosas recomiendo no leerlo 😌

     -De verdad no sé cómo es que cada vez te veo te haces más hermosa –había tocado mi rostro, me miraba con absoluta admiración. –

Estábamos sentados en el sofá. Había puesto unas rosas en el florero como centro de mesa, terminaba de verter el vino en una de las copas, le entregue la bebida mientras me sentaba muy cerca de él y hacía que la falda se levantara un poco a propósito, apenas cubría una pequeña parte de mis muslos. Dio una mirada rápida hacía mis piernas, lo notó y la ternura que había en sus ojos se esfumó y se hizo más profunda.

     -Hace mucho que no te ponías una falda, incluso puede ser idea mía, ¿es más corta de lo usual? –no despegaba la mirada de mis piernas, tuve que tomar su rostro para que pudiera verme a los ojos. –

     -Es más corta, pero podría apostar que te gustaría mucho más si me la quito –le di un largo trago al vino, el no dejaba de mirarme, estaba incrédulo por lo que le acababa de decir. – no podré decirte la sorpresa sino bebes primero

Acto seguido bebió todo el líquido de la copa. Me concentre en como el líquido bajaba por su garganta, no tenía idea del porque ese acto comenzaba a calentarme. En cuanto se terminó el vino tome ambas copas para dejarlas sobre la mesa de nuevo. Volví a sentarme a su lado, aproveche para subir mis piernas sobre las suyas, la falda apenas sabría mi ropa interior. Note como cada vez se ponía más tenso, como si luchara por poder controlarse, y yo disfrutaba muchísimo seguir provocándolo.

     -¿Te gusta cómo ambiente el lugar? –hable de la manera más despreocupada que pude, incluso ladeaba un poco mi cabeza mientras miraba mis uñas. –

     -Claro amor, me parece demasiado sensual –remarco la última palabra mientras comenzaba a acercarse a mi rostro. –

     -Podríamos mejorar la situación –susurre sobre sus labios  mientras coloque mi mano en su nuca. –

Nos miramos unos segundo más, siendo incapaces de poder deshacernos de los pocos centímetros que nos separaban, pero él tomó la iniciativa y finalmente me beso. La calidez de su boca me hizo sentirme cómoda de inmediato, sus manos siguieron el camino a mi cintura, donde ya perfectamente se amoldaban. La intensidad del beso comenzó a escalar rápidamente, el deseo ya quemaba en mi cuerpo, y sabía que en el igual, pero ni eso era motivo suficiente para que sus manos se deslizaran a otros lugares, como si temiera que cambiara de opinión de pronto.
Pero nada importaba en este momento, yo le haría saber que estaba lista, y no pediría que se detuviera en ningún momento. Me deslice sobre sus piernas y seguí besándolo, como si le hubiera dado permiso con palabras sus manos llegaron a mis posaderas, no pude evitar soltar un pequeño jadeo, lo cual siguió dándole autorización para continuar con lo que tuviera en mente.
Como si lo hubiera estado haciendo toda la vida comencé a menear mis caderas hacía adelante y luego atrás, llevando un pequeño ritmo, me beso de una manera tan brusca que creí que me quedaría sin aliento. Una de sus manos comenzó a subir por mis muslos, haciendo que sintiera como si un pequeño rayo estuviera vagando por mi piel. Cuando estaba a punto de llegar a mí feminidad tome su mano y la coloque en medio de mis pechos.
Nos miramos por unos segundos, como si esperara que le dijera que eso sería todo por hoy. Nuestras respiraciones se encontraban irregulares y un escalofrío recorría mi espina dorsal, era demasiado excitante. Finalmente se descongelo y acariciaba mis pechos de una manera muy suave, pero no apartaba su mirada de mí en ningún segundo. Cuando finalmente apretó uno de mis pechos emití un leve quejido y me eche a temblar. Como si mis ruidos hubieran encendido un interruptor se abalanzó sobre mi boca de nuevo y me beso ferozmente.
Sentía como su agarre se apretaba más, el calor que estaba sintiendo era tan fuerte que quería deshacerme de mi ropa en ese mismo instante. Puse sentir su erección que se había hecho presente. Involuntariamente mis paredes se contrajeron y fui consciente de la reciente humedad que se había formado entre mis piernas. Mordía ligeramente su labio a mitad del beso y un gemido leve fue expulsado de mi novio. Era el sonido más maravillo que había escuchado nunca, la ropa parecía sobrar más a cada segundo que pasaba. Su mano quería volver a subir por mi muslo, pero me obligue a apartarme un poco de él.
No quería arruinar la última sorpresa que tenía preparada. Con la poca fuerza de voluntad que me quedaba cerré los ojos para poder pensar mejor. Podía sentir su mirada sobre mí, expectante a saber que diría a continuación. Tome una respiración muy profunda antes de abrir los ojos de nuevo.

Dividida (Eddie Munson & Steve Harrington)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora