Capítulo 23.

38 5 1
                                    

Parecía que el día nunca iba a acabar.

Tan solo les llevó unos días rescatar a las personas que habían quedado enterrados entre los escombros. Sven, junto a otras personas que tenían conocimientos de hechizos de sanación, lograron curar a la mayor parte de los afectados; pero ahora eran ellos quiénes necesitaban descansar. Los heridos de gravedad fueron trasladados a los pueblos que rodeaban Gimmel, y los más leves se reunieron con sus familias y desaparecieron en busca de un nuevo hogar. En un abrir y cerrar de ojos, Gimmel quedó completamente desierto. Era irónico; todas las historias que se le habían dado vida durante mucho tiempo se desvanecieron con un soplo del dragón.

Sven tenía la tez un poco más pálida y en sus ojos se habían formado bolsas que acumulaban el cansancio de esos días; Thalia también estaba igual, pero ella sacaba fuerzas de flaqueza y se unía al grupo de cazadores que asistieron a la emergencia. Ellos apenas dormían, y cuando lo hacían, eran solo unas horas. Habían activado la alerta roja y tenían que estar atentos por si el ataque se repetía. En el segundo día, formaron varios grupos y se adentraron en el bosque. A Dorian le llamaba la atención que estos estuvieran compuestos solo por elfos de diferentes razas y humanos. También distinguía a algún que otro brujo entre ellos por sus ojos violáceos. Recordaba ese detalle, y si no fuera por eso, pasarían desapercibidos en un grupo de humanos.

Él estaba como Ernaline: en estado de shock. Ninguno de los dos era capaz de asimilar lo que había ocurrido y actuaban en piloto automático. Ernaline se turnaba entre los hechiceros y los brujos que estaban con los cazadores, aunque estos últimos apenas le hacían caso. Ella volvía con Dorian, y cuando él le preguntaba qué tal había ido, agachaba la cabeza, mostraba una sonrisa forzada y respondía que «Todo iba bien». A él no le convencía la respuesta, pero tampoco preguntaba si había algo más entre sus palabras.

A él se le venían mil y un pensamientos a la cabeza. Sentía que estaba conectado a ese dragón, que al verlo se creó una sensación en su cuerpo que le resultó familiar. Estaba convencido de que estaba relacionado con él, de alguna forma u otra, o simplemente por pertenecer a la misma especie.

Pero él era humano, o al menos, más humano que aquella bestia. Tampoco le dio tiempo a mirarlo a los ojos. Cuando lo intentó, el brujo ya lo había hechizado. Le hubiera gustado probar a comunicarse con él tal y como lo hacía con Elaine, pero cuando lo intentó, se topó con la barrera de la magia negra.

También pensaba en Elaine. Llevaba unos días que no aparecía ni tampoco contestaba. Tal vez habría demasiada gente para ella.

—Esto retrasa el plan —comentó Thalia, acercándose a Sven, que estaba echado sobre unas mantas con los ojos cerrados. Dorian estaba a su lado y acomodaba la cabeza del elfo sobre sus piernas—. Tengo que hablar contigo.

Dorian se señaló a sí mismo, y la elfa asintió.

—¿A solas?

—Sí.

Sven abrió los ojos y se apartó para dejar a Dorian levantarse y seguir a la elfa en un lugar apartado. Estaba a varios metros del grupo de cazadores, y Dorian estaba poniéndose nervioso. Cuando ella giró hacia unos árboles que los ayudaban a tener intimidad habló:

—¿Lo conocías?

—¿Al dragón?

—Ajá.

—De nada. Era la primera vez que veía a uno.

—Dorian —pronunció con seriedad—. ¿Quién eres? Avisan de que el dragón rojo ha despertado, y pues obviamente estaba vivo; y después, de la nada, tú te transformas en una especie de híbrido dragón-humano. Los dragones murieron hace quinientos años en la Guerra Mágica. Yo no tuve el placer de vivirla, pero sí mis padres.

 La Canción del Dragón (COMPLETO)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin