Capítulo Dos

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Ella comenzó a despertar más exhausta que la vez anterior. Incluso más pesada.
Eleanor comenzó a recordar, mientras que el olor al perfume de Tristán le invadía la nariz de una forma brutal.
Cuando terminó de ubicarse y saber dónde estaba, ella se percató que estaba en una habitación con un poco de color. A su lado derecho había dos puertas y en el lado izquierdo, una chimenea que estaba encendida. Algo que le estaba produciendo algo de calor. Sin embargo, lo que más le impactó fue verse con lencería negra y casi desnuda. Algo que no le gustó para nada. 
Ella se levantó para observar el lugar donde estaba. Se percató que la decoración era francesa. Justamente del siglo XIX. Eran unas paredes hermosas en color gris y con papel carne. También se percató que la cama era grande. Algo que le impresionó.
Eleanor fue hasta las puertas y cuando abrió la que estaba al lado del tocador; se quedó anonadada al ver el inmenso baño que tenía delante. Con un plato de ducha, una tina y un lavabo un poco más grande que la de su casa. 
Ella se cayó de culo al ver que estaba metida en un buen problema. No dejaba de pensar en que demonios había hecho Tristán para conseguir un lugar así.
En la puerta se escuchó un ruido y en breve se abrió como si fuera una cárcel sin salida.
Eleanor miró hacia arriba y se asustó más de lo que ya estaba. Pues vio a Tristán. Y él se percató cuando miró hacia la cama y en segundos al baño, que ella estaba tirada por el suelo. Por lo que cerró la puerta de la habitación con llave y se acercó a ella un poco asustado.
―¿Estás bien? ―le preguntó.
―No me toques por favor ―le dijo ella―. ¿Dónde coño me has traído?
―Intentaste escapar Eleanor y tuve que recurrir a hacer las cosas de otro modo. 
―¡Qué dices! Tristán, esto es un secuestro. Se te puede caer el pelo por ello.
―Sabes que no me importa que esto sea un secuestro. 
Hicieron una breve pausa.
―Te voy a aclarar una cosa Eleanor. La próxima vez que intentes escapar y más de noche, ten en cuenta el lugar y la ruta por donde vas. Recuerda que yo conozco cada lugar de la ciudad. 
Él respiró profundamente y volvió a decir:
―Por cierto, la próxima vez que vuelvas a escapar, tomaré medidas que no te van a gustar.
Eleanor miró con un poco de odio a Tristán y ella se levantó del suelo tras recuperar un poco de aire.
―¿Dónde estamos Tristán? ―le preguntó.
―En un lugar tranquilo. Donde podamos estar a solas.
―Sabes que jamás tendrás intimidad conmigo. Ya conoces el motivo. Voy a casarme en cuánto me escape nuevamente de ti.
―Y no vas a lograr eso. Ya te dije lo que tenías que hacer. Dejar tu relación con Carlos.
―No pienso hacerlo Tristán. Que se te quite de la cabeza. 
―Entonces, atente a las consecuencias de lo que decidas. 
Eleanor comenzó a pensar en que todo aquello, era una amenaza. Cosa que no se rebajaría a ella. Pues sabía que, si dejaba su futuro atrás, ya nada de lo que había conseguido con Carlos lo tendría.
De pronto, ambos se miraron y Eleanor notó la furia de Tristán mezclada con el éxtasis. Fue cuando caminó de nuevo hasta la cama y se arropó para no verle.
Él se acercó a ella y se subió en breve encima de la cama. Donde no tardó en acercarse a su oído.
―Ahora mismo te pondría a cuatro patas y te follaría hasta que me corriese. 
―Quítate de encima ―le dijo ella.
―Yo no recibo órdenes Eleanor. Ya sabes que soy quien las da.
―Déjame en paz.
Él terminó por llevar su mano debajo de las sábanas y tocó una de las piernas de Eleanor. 
Ella se apartó como pudo de él. Pero este le siguió porque tenía muchos planes para ella.
―Harás lo que yo te diga ―le dijo él mientras que apartaba su mano de su pierna―. O si no te darás cuenta de quien soy realmente.
Eleanor se giró como pudo y le pegó una patada a Tristán como pudo para quitárselo de encima. Sin embargo, pudo más la fuerza de él, que las mañas de ella. 
Tristán se puso encima de ella y ambos se miraron a los ojos. Donde observó que él la tenía acorralada. 
―Eleanor si no te encadeno y te castigo con el cinturón en estos momentos es porque sé que vas a cambiar de parecer. Pero lo que más odio es que me den en mis partes más íntimas. La próxima vez, te castigaré como si fueras una niña pequeña.
―Vete a la mierda Tristán.
Él juntó las dos muñecas de Eleanor y comenzó a oler su perfume. Algo que le hizo recordar viejos tiempos. 
―Mi propósito no es poseerte ahora. Quiero hacerlo cuando por fin te hayas desprendido de tu prometido. Algo que harás más tarde.
―Ya te he dicho que no voy a hacer nada Tristán.
―En ese caso, me veré obligado a matar a tu prometido, así como maté a Alonso para librarme de sus putas locuras de bipolar. 
Ella no le dijo nada. Solo mantuvo el silencio. 
―Recuerda que te he salvado de lo que te ha estado haciendo en tu tiempo como secuestro. Me debes una Eleanor. 
―No te debo nada. 
―Estas muy equivocada. Me debes que te rescatase por partida doble de ese patán.
―¿A qué te refieres?
―A quien fui yo quien llamó a la policía para quitarme a Alonso del medio y después traerte conmigo. Quería acabar con tu sufrimiento y el mío.
Eleanor volvió a hacer un silencio que le resultó incómodo.
Tristán se quitó de encima y caminó para alejarse de ella. Después, la miró a los ojos nuevamente y le dijo:
―Date una ducha y cámbiate. Vendré a por ti en dos horas para que cenes algo y podamos hacer las cosas a mi modo.
―Piérdete Tristán.
Este se marchó finalmente y ella se quedó a solas con sus pensamientos.
Eleanor fue hasta la ventana y se percató que el sol había bajado. Por lo que supo, que se estaba haciendo de noche. 
Ella seguía sin entender como sabia en que tiempo real era de noche y de día. Siempre había pensado que había sido porque había hecho muchas acampadas con su padre de pequeña y nunca se habían llevado su teléfono móvil o un reloj para saber qué hora era. Eso le hizo sonreír por que supo que su padre le había hecho más lista de lo que ya era. 
En breve, Eleanor volvió a la cama y se metió en ella. Donde se olvidó lo que Tristán le había dicho. Quedándose dormida.

Un poco más tarde, Tristán volvió a la habitación y se percató que Eleanor estaba dormida. Que no se había duchado para cenar con él esa noche. 
Él hizo un ruido y vio que ella se había levantado de pronto asustada. Sin embargo, no le dijo nada. Solo se limitó a observarla. 
Eleanor se levantó enseguida de la cama y tapó la poca desnudez que tenía con las sábanas, mientras que veía a Tristán cerrar la puerta con llave.
Ella puso los ojos en blanco y él volvió a mirarla mientras que decía:
―No puedes ocultarme nada de lo que ya no haya visto ―le dijo él acercándose a ella.
―¿A qué has interrumpido mi sueño Tristán?
―He venido a buscarte para cenar. Pensé que estarías lista.
―Pues no lo estoy y no pienso salir de la habitación. 
―Bien ―dijo nuevamente él, mientras que él estuvo delante de ella y esta comenzó a temblar un poco―. En ese caso, pediré que nos traigan aquí la comida. 
―No voy a comer.
―Lo harás. 
―No puedes obligarme Tristán.
―Piensas que no puedo tocarte porque eres mujer. Pero las cosas entre estas cuatro paredes han cambiado. Si no obedeces, también sufrirás las consecuencias de tus actos Eleanor.
Ambos hicieron una breve pausa y después, él sacó su teléfono móvil de su bolsillo, diciéndole:
―Llama a Carlos y dile que no quieres estar más con él. 
―No voy a hacer eso ―dijo ella―. Ya te lo he dicho y no lo vuelvo a repetir más.
Tristán enfadado, sacó la pistola que tenía en su bolsillo bien guardada y le apuntó diciéndole:
―Hazte caso.
―NO ―dijo ella con rabia.
―Bien ―él miró el teléfono móvil y marcó un número, mientras que no paraba de apuntarle―. John, tienes al señor Mendoza en el punto de mira… vale ―después miró a Eleanor y le volvió a decir―: Si no te haces caso, tu padre sufrirá las consecuencias de tus decisiones. Así que ya sabes lo que tienes que hacer. Ingéniatelas.
Tristán le dio otro teléfono que no era el suyo y ambos se miraron por unos segundos.
Eleanor por temor, cogió el teléfono móvil y marcó el número de teléfono de Carlos. Fue cuando en esos momentos, pensó en si pedirle a su prometido ayuda o dejar que Tristán matara a su padre. Estaba contra la espada y la pared.
―Dígame.
―¡Carlos!
―Eleanor, ¿estás bien?
―Lo estoy. Te he llamado para decir que vamos a cancelar nuestro compromiso. Me voy de viaje por un tiempo y no sé cuándo volveré.
―¿Como que de viaje? ¿Cuánto tiempo será eso?
―No lo se. El suficiente para meditar y dejar mis pensamientos en paz antes de la boda. 
―Estás secuestrada, ¡verdad!
―No lo estoy. Después del rescaté me escapé por mí misma y decidí de irme para olvidar lo que ha pasado. 
―Pero, ¡volverás!
―Hasta siempre Carlos.
Y ella colgó el teléfono móvil. 
―John, aborta.
Después, este colgó y ambos volvieron a mirarse. Donde observó que Eleanor tenía lágrimas en sus ojos.
―No llores por un hombre. Te hace más débil de lo que crees. ¡Lo recuerdas! ―volvió a decirle él.
―Muérete Tristán.
―Lo harás tu antes.
―¡Qué! ¿Pensé que querías que rompiera mi relación para que tu llevaras tus planes?
―Y así será. Después del paso uno, viene el dos y el definitivo. Romper tu relación con Carlos ha sido fácil y llevar a cabo tu muerte, tampoco me será difícil.
―¡Vas a matarme!
―No. Pero sí que lo haré para los ojos de tus amigos y familiares. Una vez muerta, te olvidaran y seré libre para hacer contigo lo que me plazca.
―¡No puedes hacer eso! ―ella se levantó de la cama y fue hasta a él. Donde ambos estuvieron cerca―. No puedes quitarme mi identidad. Te lo prohíbo. 
―Tu a mí no me prohíbes nada. Ya lo sabes. 
Entonces, ella le pegó una bofetada en la cara y este le agarró en segundos. Sin embargo, ella comenzó a forcejear mientras que este la llevaba a la cama. 
―¡Te odio! ―exclamó ella, mientras que Tristán sacaba de su bolsillo, una nueva jeringuilla con ese calmante tan fuerte que le puso la pasada vez. Pero esta vez, una dosis más corta.
Ella notó el pinchazo en su cuello y comenzó a respirar un poco entrecortadamente.
―La próxima vez que despiertes, te voy a enseñar que a mí nadie me pone la mano encima. Eso te lo puedo asegurar Eleanor. 
Ella cerró los ojos y fue relajándose finalmente. 
Después, arropó a Eleanor y se marchó de la habitación. Pues ya había pensado como seria su plan. Uno que a Tristán le daría la ventaja de tenerla más tiempo junto a ella. 

Tú. Mi Pasadoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن