— Hey —jabía notado como Spreen tuvo el sentimiento de tristeza, y con algo de temor tocó la mano de este.— Es solo una colección de cuarenta y tantos, no debes de preocuparte por eso, además, solo alguien digno puede usarlo.

No alejó la mano de este, en cambio, hizo que sus dedos se entrelazaran.— Perdonáme —levantó la mano de Juan para depositarle un beso sobre los nudillos.

Los latidos del corazón de Juan se aceleraron, ¿Spreen acaba de hacer un gesto romántico en un lugar público? Era extraño ver tal cosa.

— ¿Por que tendría que hacerlo? —No sabía si sonreír por la muestra de afecto que tuvo estando en público o sentirse preocupado por la actitud.

— Pregunté si yo era digno —soltó la mano de este y en cambio tomó el mentón.— y no podía quedarme de brazos cruzados.

— El bastón del profeta fue quemado por error —volvía a repetir, dejando los sentimientos de timidez de lado.

Spreen se acercó y le susurró al oído.— No.

— Pero yo revisé el área, incluso los revisé a ustedes para confirmar —podía notar como el nerviosismo crecía en el mayor.

Después de haber perseguido a Spreen hacia la zona que antes se hacía llamar Spreenfield, empezó a hostigar a Spreen y a Marius para que le dieran el dichoso bastón para deshacerse de este y finalmente tener una vida tranquila.

Hace seis días, Juan usó su propio bastón y lanzó rayos al mismo tiempo que Marius había aventado el bastón hacia el suelo por su gran peso.

El bastón fue "quemado" instantáneamente, donde dos de los tres hombres quedaron como payasos.

— Hay cosas que no se tienen que contar —Spreen tocó por última vez la mejilla de Juan para después dar pasos hacia atrás.— Por cierto, Juan.

El hechicero se levantó de la banca y esperó una respuesta.

— Juan, hechicero supremo, ¿acaso no sentiste algo inusual todo este tiempo?

— Spreen, deja de jugar —No iba a aceptarlo, pero durante los últimos días había presentido algo inusual.

— No Juan, no me detendré —en un abrir y cerrar de ojos ya poseía aquel bastón en su mano derecha.— Mucho menos ahora, que podré derrotar a Reborn.

Juan de igual manera sacó el bastón y se puso en guardia.— ¡Suelta esa cosa antes de que hagas una pendejada!

— No te acerques.

Pero Juan no siguió la orden.

— Spreen, de verdad, no quiero que este universo se vaya a la mierda por la maldita guerra que tú mismo iniciaste.

— ¡Él empeoró todo cuando mató a Pelusa! — Un estruendo en el cielo resonó cuando Spreen alzó la voz.— ¿¡Que querés que haga!? — Y más truenos hicieron presencia, la vez que las nubes se juntaron en el cielo.— Si, revivió Pelusa, PERO SE METIÓ CON TODO LO MÍO.

Algo estaba mal.

Juan miró al cielo al notar como este respondía ante las acciones de Spreen.

No quería creerlo, pero esta escena era lo suficientemente verdadera.

¿Spreen era digno?

— Spreen, no quiero hacerte daño, por favor... No sabemos lo tan peligroso que pueda ser ese bastón.— Habló irritado.

No, en realidad no confiaba en Spreen.

Spreen era alguien impulsivo, le gustaba el caos y este era capaz de matar a quien sea si se le place.

||Two Sides|| • Spruan •Where stories live. Discover now