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Logró salir.
Los escombros cayeron una vez que él logró levantarse, sus piernas tambalearon y con ello, cayó de rodillas. Escupió sangre y tierra, su rostro se veía aterrado y ensangrentado por los golpes en el cráneo.

No entendía que fue lo que pasó, él estaba tranquilo, haciendo los papeleos de siempre y organizando su agenda para tener un par de días libres y así poder convivir con aquel chico.

Se volvió a levantar, todo a su alrededor estaba destruido por bombas, todo su progreso de meses había sido explotado en cuestión de segundos.
Su vista estaba borrosa, su mente intentó buscar una explicación de quién o qué provocó la catástrofe, sin embargo, un nombre llegó a su mente.

Pelusa.

Sus ojos se abrieron de golpe, el cuerpo que antes se mantenía estático, se había dado la vuelta y observó los escombros que estaban detrás de él.

— ¿Pelusa? ¿Pelusa?

Comenzó a buscar entre cada escombro, gritando el nombre de Pelusa.
Su cuerpo estaba en constante agonía, las heridas se abrían cada vez que levantaba un pedazo grande de concreto. La voz se iba entrecortado al no escuchar los maullidos de su querida mascota.

Pasaron los minutos, no sabía cuánto con exactitud pero el sol estaba en su punto máximo en el cielo cuando encontró el cuerpo de Pelusa entre pedazos de concreto y polvo.

— No... No...

Inmediatamente agarró a su mascota y la abrazó, retirando la sangre que salía de la nariz y boca.

— Pelusa. Perdonáme Pelusa — Entre el habla se escuchaban sollozos.— Juré protegerte y no lo hice.

Su primera mascota, la gata que siempre la esperaba en su recámara para que ambos durmieran después de un largo día de trabajo estaba muriendo en sus brazos.

La respiración del ser vivo se iba haciendo más y más lenta, pero aún así no dejaba de ronronear.— Te traeré de vuelta y estaremos bien, ¿si?

Se lo decía a su mascota, pero también se lo decía a sí mismo.

— Sos la mejor mascota que he adoptado.

¿Pollería? No le importaba.
¿Su hogar? Tampoco le importaba.

Lo único que hizo al sobrevivir de la explosión fue salvar a Pelusa, aunque llegó muy tarde.

— Te reviviré y haré venganza por vos — El híbrido depositó un último beso en la frente de su gato.

Los ronroneos de Pelusa habían parado hace segundos atrás, pero se negaba a soltar el cuerpo, aún poseía esperanza de que solo estaba viviendo una pesadilla.

Jamás tuvo una mascota por miedo a no ser suficiente.

Y Pelusa, su primera mascota de toda la vida, aquella gata que le llenó de alegría.

Además de su gata, también era su mejor amiga.

¿Cómo va a pasar el resto de su vida sin su mascota? ¿Quién lo acompañaría en el trabajo a altas horas de la noche? ¿Quién lo escucharía hablar sobre sus emociones?

Los minutos pasaron, Spreen ya se encontraba llorando mientras seguía repidiendo las palabras de antes.

"Mi gata, mi querida gata."

"

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||Two Sides|| • Spruan •Where stories live. Discover now