ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 14

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-¿sᴇxᴏ ᴏ ʀᴏᴍᴀɴᴄᴇ?-

DANTE

Desperté con el sonido de una suave melodía y cuando busqué a Loreley del otro lado de la cama descubrí que no estaba.

Me levanté desnudo de la cama y enrollé alrededor de mi cintura una sábana para poder salir a buscarla.

La música provenía de la sala y cuando abrí la puerta de la recamara encontré a Loreley mirando tras la ventana con un camisón de satén y el cabello sostenido en un chongo mal hecho.

Me quede recargado en el marco de la puerta admirándola hasta que la canción finalizo, hasta entonces volteo en mi dirección y se dio cuenta de mi presencia, fue hasta mí y me abrazó.

―¿Te desperté? Lo siento, solamente quería poner un poco de música mientras te hacía el desayuno y sorprenderte como hiciste tú la otra vez.

―Está bien. De todos modos, esta también es otra buena forma de despertar.

Loreley me sonrió y se acercó a besarme y yo la sostuve con fuerza hasta que sus piernas rodearon mi cintura y volvimos a la cama.

LORELEY

Después de darnos aquel intenso beso en el sillón volví a mirar a Dante, estaba un poco sonrojado y yo sonreí como tonta mientras intentaba respirar calmadamente mientras la aceleración de mi corazón disminuía.

―¿Pasa algo? ―Sus interesantes ojos azul hielo me miraban con intensidad.

―Se me olvidó decirte que no tengo Netflix. Ya que casi no estamos en casa...

―No te preocupes ―dijo él rápidamente―, puedo ir por mi contraseña a mi departamento.

―¿Puedo acompañarte? ―me levanté entusiasmada y lo tomé de la mano para ayudarlo a levantarse.

Dante me siguió y lo tomé de la mano, ambos caminamos como tontos noviecitos del jardín de niños hasta llegar al elevador.

Entramos en completo silencio y él apretó el botón de su piso. La distancia no era tan larga pero justamente esa tensión que cargaba en mi cuerpo después de nuestro beso me hacía sentir que íbamos muy lentamente.

―Hace calor―dije al sentir que nuestras manos sudaban.

―Sí, mucho ―contestó él con un poco de nerviosismo en su voz y mirándome de reojo.

―Después de conseguir la contraseña, hay un lugar donde venden pizzas muy buenas a una cuadra.

Yo también lo miraba de reojo.

―Sí, lo he visto, aunque jamás las he probado.

―Te van a gustar, son deliciosas recién echas y calentitas saben mucho me...

―Al diablo... ―dijo Dante sin chistar y me tomó de la cintura, nos aventamos uno al otro como unos locos, él me cargó y ni dudé ni un segundo en rodear su cintura con mis piernas y mis brazos en su cuello.

Comenzamos a besarnos y Dante apenas tuvo tiempo de apretar el botón que paraba el elevador antes de que pudiera llegar al sexto piso.

Nos llevó a una esquina debajo de la cámara y me recargo sobre el espejo. No podíamos dejar de besarnos y me gustaba mucho la forma en la que me sostenía, la fuerza de sus manos sobre mi trasero me estaba calentando un montón.

No quería que parara, deseaba que me arrancara la ropa y me follara ahí mismo, pero de pronto se detuvo y me bajó.

―Joder Loreley, espera.

Dante entre pacto y éxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora