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Pov Lisa

Luego de un rato estudiando decidí tomar un descanso y agarrar mi libro de poesía. Solo leeré por 10 minutos.

Lo sostuve en mis manos y lo abrí buscando la página donde me había quedado y empecé a leer. No lo puedo creer ¡Esto está muy bien escrito! Me encanta este libro.

Luego de un tiempo leyendo llegue a una página que contenía un poema que me pareció hermoso.

¿Con qué te puedo retener?

Te ofrezco calles estrechas, ocasos desesperados, la luna de los sucios suburbios.

Te ofrezco la amargura de una persona que ha contemplado la luna solitaria durante mucho tiempo.

Te ofrezco a mis ancestros, mi gente muerta, los fantasmas que los vivos han honrado en mármol.

Te ofrezco la lealtad de un ser humano que jamás a sido leal.

Te ofrezco el núcleo de mí mismo que de alguna manera he resguardado —El corazón central de algo que no se trata con palabras, no trafica con sueños y no es tocado por el tiempo, la alegría o las adversidades.

Te ofrezco la memoria de una rosa amarilla vista en un atardecer, años antes de que tú nacieras.

Te ofrezco explicaciones de ti misma, teorías de ti misma, autenticas y sorprendentes noticias de ti misma.

Puedo darte mi soledad, mi oscuridad, la necesidad de mi corazón, estoy tratando de seducirte con la indecisión, el peligro y la derrota.

Borgues.

Tomé una hoja y un lápiz y decidí copiarlo. Tan solo había puesto el título cuando levanté mi vista para ver el reloj que marcaba las 9:35.

¡Ya pasó una hora!

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Al día siguiente me encontraba en clase de matemática cuando una compañera empezó a recoger las libretas para entregar las tareas. Cuando llegó mi turno solo paso de largo.

— Espera— Se giró hacia mi llamado y le entregué mi cuaderno.

Cuando finalizó su recorrido se acercó a Rosé para dejarle las libretas y llevarlas finalmente a revisión.

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La noche de ese mismo día me dediqué a terminar de copiar el poema del día anterior. Cuando finalize le pegue un pedazo de cinta a la hoja para colocarlo sobre la pared a un lado de mi ventana.

El resto se los días transcurrió de manera normal. Escuela, clases, librería. Solo que esta vez había un nuevo hábito: Estudiar matemáticas.

Y así el tiempo fue pasando hasta que llegó el otoño. Mientras caminaba por el pasillo de la escuela me encontré con Rosé de frente. Que llevaba unas hojas en la mano. Nos vimos y pase por su lado.

— Lalisa— Su llamado hizo que le dirigiera la mirada.— He recibido tu tarea.

— Sí, la he estado haciendo.

Recibí un asentimiento de su parte y luego cada quien siguió su camino. De regreso a mi asiento en el salón observe mi libro de matemáticas que estaba sobre la mesa del pupitre. La próxima vez que terminen los exámenes mensuales quizás ¿Debería preguntarle por como resolver algunos problemas? Mis pensamientos fueron interrumpidos por el maestro que entró al aula.

— Los temas que evaluamos este mes fueron más difíciles, y no fueron pocos los alumnos que bajaron sus calificaciones. Les entregaré su examen para que lo puedan revisar.

Mientras entregaban los exámenes escuche a mis compañeros de enfrente murmurar.

— ¿Sabías que en nuestra clase solo una persona pudo sacar poco más de 50 puntos?

— Quizás debió de estar entregando todas sus tareas.

— A puesto a que se copio.

Deje de prestar atención a su plática y revise mi examen. Realmente me sorprendió la calificación que estaba en el. 54, el número más alto de toda la clase.

🥀



¡Gracias por leer!

Roses: Florecer Tardío ⟩⟩ Chaelisa Where stories live. Discover now