- ¿Y eso que significa?

- ¿Tú qué crees?

El teñido se irguió hasta ponerse de pie con tal velocidad que se mareo. Se mantuvo firme, incluso cuando camino de prisa a donde estaba Bakugo y lo arrastró hasta la cocina, no sin antes lanzarle una mirada suplicante a Yaoyorozu para que tratase de que no se desatara el infierno tan de prisa. Una vez lejos de los oídos ajenos, soltó al menor.

- ¿Quieres ayudarme? - gruñó en un susurro. Se sentía frustrado, por la cena, por Bakugo, los Monoma, el mismo, todo era frustrante y no tenían tiempo para amenazas que no iba a cumplir en ese momento- ¿puedes dejar tu rencor un poco de lado solo para resolver este problema?

- ¿Qué esperabas que pasa exactamente? ¿EH?- contestó casi gritando.- ¿que nos sentáramos a cenar, lanzáramos chistes y olvidáramos lo que ha pasado en los últimos veinte años? ¿O mejor aún, vaya y abrace a tu familia como si fueran mis personas favoritas? ¿Eso es lo que esperabas o es muy poco?

Tenía razón, ¿Qué esperaba? Las cosas eran más complicadas que eso, sobre todo en los últimos días; así fuera que todo el desastre de hace tres días no se hubiese desatado, tensión seguiría. Suspiro cansado. 

- Bakugo- murmuró- ayúdame ¿sí? No te pido que no las odies, te pido que mantengamos la calma entre los dos- el cenizo lo escuchaba atento y con el ceño fruncido- tú lo dijiste: nos necesitamos. No importa lo que haya pasado entre nosotros, te pido esto como aliado, no me dejes solo.

Algo en la mirada de Katsuki destello, fue muy fugas, casi imperceptible, pero ahí estaba.

Estaba asustado de no salvar a Bakugo, ya ni siquiera le interesaba si su mafia caía por culpa de los Monoma o no, lo único que rondaba en su mente era la seguridad de la persona que amaba, aunque este no le correspondiese.

El cenizo bufó y dio un paso adelante.

- Bien.

No pudo evitar sonreír. Él también un paso al frente, tomó la mano derecha de Katsuki entre la suyas y la apretó con firmeza.

Te voy a salvar, mi amor. Así me cueste la vida, lo haré.

- Gracias.

- Ya volvamos.

Sero aguardaba en un callejón lleno de basura a que Neito saliese de aquel bar

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Sero aguardaba en un callejón lleno de basura a que Neito saliese de aquel bar. Lo había seguido el die entero y este era justo el momento que estuvo esperando. Una vez el rubio pusiese un pie fuera del establecimiento, Hanta se haría cargo de él. Estuvo casi dos horas esperando a que el desgraciado saliese, sin embargo, envuelto en su silencio, un sonido sordo lo alteró.

Al girarse, con el arma apuntado, vio a una chica pelirrosa asomada por la puerta trasera del local. Se agachó y con mucho esfuerzo levantó un cuerpo inconsciente. El conocía ese cuerpo inconsciente y también a esa chica.

Un pequeño trato   [kiribaku]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن