38° Capítulo

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Me enfurece ver en su rostro una sonrisa de alegría como si mi amor se comprara con bienes materiales. 

—¿Crees que es tan sencillo como entregar esos documentos a mi nombre?

Al gritar eso último, su rostro alegre desaparece dejando ver una faz pálida como una sábana.

— ¿Qué más quieres de mí? Sí, te lo he dado todo. 

— ¡Quiero que desaparezcas de mi vida y no me busques más! “Para ti yo estoy muerta” como me lo dijiste la última vez que te vi —anuncie cruelmente la realidad.

— Pero… ¿Qué he hecho? Para que me trates así de mal. 

— Te parece poco que me hayas mentido, diciendo estar divorciado y ahora descubro que es todo lo contrario que estás felizmente casado, e incluso la vas a visitar.

Él arruga el entrecejo y despacio camina hacia mí. 

—Muñeca preciosa… — susurra, pellizcando con sutileza mi barbilla —tienes razón, aún estoy casado con Sara, es cierto, pero por papeles, no porque quiera volver con ella. Sara lo único que quiere de mí, es mi dinero, por eso no me da el divorcio.

Sus labios rozan sutilmente los míos y por un momento mi cuerpo se estremece delante de él, queriendo desmayar en sus brazos ahí mismo.

—¿Eso mismo, vez en mí? ¿Verdad? — susurro con dificultad.

—¿Perdón? —gruñe tirándose para atrás.

—¿Acaso no has venido aquí a tratarme de oportunista, mentirosa e interesada?

Me miro con odio en los ojos, como si hubiera hecho una broma de mal gusto.

—¿Estás siendo injusto conmigo? ¿Y me estás sobreestimando?

— ¿Injusto, Luis Manuel? Injusto es que aún no creas en mis palabras. 

De repente, su energía se agotó y retrocedio un par de pasos, comenzando a gritar como loco. 

— ¿Cómo puedo considerarte inocente, si todo te incrimina las facturas, el dinero, la cuenta a tu nombre…? 

— Confías tanto en tu sobrino Samuel que no puedes ver la realidad de las cosas. Él te mintió, te engaño y, aun así, la culpable soy yo. 

— Selena ¡Deja de actuar de inocente como si no hubieses hecho nada! Sabes perfectamente que es todo lo contrario 

Un mar de lágrimas brotan de mis ojos, las cuales seque con rapidez.

—Qué cruel eres conmigo… Pero yo tengo la culpa… Sí, la culpa, de haberme enamorado de ti. 

—No esperes que me arrodille ante ti, ante esas lágrimas falsas —continúa gritando furioso

Un puñal se clavó en mi pecho y mi cuerpo se desvaneció, intento levantarme del suelo, pero el dolor en el vientre no me deja.

En cambio, él me mira de pie con desprecio como si la posición en la que estoy ahora, fuera mi lugar.

— Finalmente, has mostrado tu verdadera cara Luis Manuel… — Musito con dificultad mis últimas palabras. 

Él se inclina y levanta mi cara con la mano. 

— ¿Por qué haces esto Selena? —dijo con algo de compasión. 

****
LUIS MANUEL

Ella cierra los ojos y los gritos de dolor aparecen sin cesar. Justo en ese momento, la familia aparece en la puerta. Y antes que pudiera reaccionar, se abalanzan sobre ella, la sujetan y la acostan en el sillón, dejando ver a su paso gotas de sangre. 

— ¿Qué le sucede? ¿Por qué… está así? —pregunto desconcertado, al ver su rostro pálido y su cuerpo entumecido.

— Necesita ir al hospital —grita su madre desesperada. —ignorando mis preguntas y mi preocupación.

— Llamaré al 911 —anuncia su padre

—¡No tienes conciencia! ¡Qué ser humano tan siniestro eres! — gruñe la señora girando su cuerpo hacia mi dirección. 

Inmediatamente, todos apuntan su rostro en mí, como esperando una respuesta.

—¿Qué alguien me diga que es lo que está pasando? ¿Por qué no entiendo nada? —digo petrificado, mirando a Selena vulnerable y pálida como un fantasma. 

—Ella está embarazada, ¡Imbécil! 

La voz de Fernando suena fuerte desde atrás. Desarmado giro mi cuerpo hacia su dirección, viendo en sus ojos rojos, furia, rencor y temor. 

— ¿Qué fue lo que dijiste…? ¡Desgraciado!

El joven apuesto y musculoso, sonrió ligeramente antes de responder:

— Selena está embarazada de ti… Idiota 

Siento una estruendosa carcajada repentina como si todo lo dicho por él fuera una broma. 

— Eso no puede ser verdad. — niego rotundamente. — Ese bebe no es mío —digo sin pensar. 

El ruido de la ambulancia aparece al frente de la casa y la sirena no deja de sonar, mientras Selena luchaba contra el dolor y la desesperación.

— ¡Usted no tiene ni una pizca de conciencia! Ella fue su mujer durante varios meses ¡Y ahora le dices en la cara que no es tuyo! —reclama su madre entre lágrimas con una mirada que me provoca escalofríos. 

— ¿Es mío …? Ese bebe es mío … —exclamó cayendo en razón. 

Despacio me acerco a lado de Selena y entre lágrimas le pido perdón 

— ¡No me toques! Has cometido un pecado, el más grande de todos, Luis Manuel, me has humillado delante de mi familia y esto nunca te lo voy a perdonar. — refunfuño tristemente en medio del dolor.

Sus palabras hicieron eco en mi corazón, y sin poder decir nada me alejé hasta el automóvil. 

Sabía que no podría cambiar nada, aunque luchará hasta el final, nada de lo que diga o haga la va a cambiar — ¡Qué patético soy! Ella me odia y con justa razón. 

Los paramédicos la suben en ambulancia y en un pestañear de ojos se la llevaron para el hospital. 

— Creo que esto te pertenece — dice su padre, quien tiene una expresión horrible en su rostro — ella aún te ama —se acerco despacio hacia donde estoy, lo miro sin pestañear, él me entrega dos sobres cerrados con mi nombre. — Solo espero, que esto no terminé mal, porque si no te arrepentirás el resto de tu vida —gruño alejándose del auto

Ahora lo entiendo; ¡Por fin lo entendía! El dinero no compra el amor, y ahora estoy pagando por mi estupidez

— ¿Me equivoqué? Sí, me equivoque ¡Qué tonto he sido! —grito tan fuerte que siento quedarme sin voz, mientras un escalofrío apaga poco a poco mi corazón.

SOLO TÚ (EDITANDO) Where stories live. Discover now