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Hola, espero estes disfrutando la historia tanto como yo escribiéndola. Para este capítulo recomiendo una canción de fondo, es opcional, pero creo que realmente ayuda a sumergirse en el capítulo.

https://www.youtube.com/watch?v=rTJjtSP-ORc&ab_channel=Lindea

Lucerys no estaba seguro si seguía soñando, el dolor era extremadamente real. había sido una caída llena de diferentes emociones. Vio a su tío en diferentes formas, en algunas tan crueles que rompieron su corazón de maneras que esperaba olvidar si despertaba de aquella pesadilla. Fue comido por un dragón, en otra ocasión cayó al mar, en otras vivía en una hermosa casa con Aemond, a veces su olor parecía volver locos a todos a su alrededor, en muchas usaba una corona y preparaba estrategias marítimas mientras un hermoso dragón plateado vigilaba los cielos, una vez estuvo en un lugar rodeado de hielo y finalmente en una ocasión un enorme dragón amarillo lo quemaba frente a una gran audiencia mientras Aemond gritaba desesperado.

Vidas dolorosas, agradable, melancólicas, parecía haber envejecido y vuelto a nacer mil veces en una sola hora. Sus ojos le pesaban, su cuerpo dolía, pero extrañamente no podía moverse. No estaba solo, lo sabía porque podía escuchar a alguien cantando — ¿Dónde estoy? — la música era extremadamente delicada y mística, parecía curar cualquier tipo de dolor que hubiera sentido en su vida.

—Bienvenido a casa mi dulce niño —

La voz era tan delicada, lo acunaba, pero sabia que no era su madre y al abrir los ojos...la vio. Una mujer tan hermosa que parecía un ángel. Su cabello blanco brillaba entre lo verde del bosque, era muy largo y aun así caía de forma tan perfecta que le recordaba a su tío. Sus ojos celestes lo calmaban, jamás había visto ojos tan profundos como los de ella. Un cielo completamente despejado en el rostro de una persona completamente angelical —Todo estará bien, yo te cuidaré — ¿exactamente de quien debía cuidarlo? Con mucho esfuerzo se levantó para mirar a su alrededor, no podía estar en el mundo real.

Sabia que se encontraba en un bosque, pero no en un bosque tan maravilloso. Grandes árboles, césped tan suave como la seda, el aroma de las flores cubría absolutamente todo de una forma tan delicada que volvía su corazón aún más sensible. Detrás de la hermosa mujer se encontraba un maravilloso lago de agua cristalina, sin titubeo empezó a caminar en buscar de explorar aquel maravilloso lugar. El cielo parecía pintarse de dorado ¿estaba amaneciendo o anocheciendo?

Aquello no parecía relevante cuando empezó a fijarse con más atención a su alrededor, el lugar estaba repleto de pequeños dragones y lobos que jugaban entre ellos como si fueran hermanos. Buscó no moverse para no romper la escena tan mágica que se estaba creando a su alrededor, esas maravillosas criaturas lo rodeaban de forma juguetona. Se sentía en casa, había hasta olvidado cualquier rastro de angustia que quizás en algún momento de su vida experimentó.

—Pareces agradarles, nacieron hace poco. Adoran jugar entre ellos, de todas mis creaciones son mis favoritas. Son extremadamente diferentes, se complementan como si fueran una canción...una hermosa canción de hielo y fuego — la mujer seguía sentada mientras algunos dragones y cachorros de lobos jugaban con su vestido o descansaban en su regazo — Aun existe mucho que ver, pero necesitas dormir un poco más. Has tenido un largo viaje, no es bueno iniciar a correr. —

Lucerys siempre había sido muy obediente con su madre, pero jamás con extraños y aun así no tardó en sentarse y poco a poco acostarse en aquel suave césped — No me siento cansado, estoy completamente maravillado...me gustaría que Aemond pudiera ver esto. Adora los dragones, si supiera que si son reales no podría con su emoción. — el dolor en su pecho volvió ¿Dónde estaba Aemond? Su Aemond, no los Aemond que lo perseguían montados en un horrible dragón — duele...— llevó la mano a su rostro buscando tranquilizarse, sentía el cuerpo desprenderse en dos.

—Es hora de descansar mi dulce niño —

Sintió una cálida mano en su pecho y el dolor desapareció, todo a su alrededor lo hizo y la misteriosa mujer volvió a cantar hasta que todo su ser cayera profundamente dormido. Nada dolía, deseaba que siempre fuera así. La culpa, la rabia, la impotencia, todo desaparecía cuando su rostro era tocado de una forma tan dulce que lo hacia sentir completamente perdido en el tiempo.

¿Estaba soñando nuevamente? ¿Cuándo despertaría?

Se sentía diferente, la paz no lo había abandonado. Continúo caminando sin rumbo en aquel lugar lleno de nieve, pero no sentía frio. El cielo brillaba, los nueves se veían esponjosas y al poco tiempo se encontró corriendo y saltando mientras reía. Aun podía escuchar la melodía a lo lejos envolver como un dulce abrazo hasta finalmente llevarlo frente a un hermoso espejo con bordes dorados. Se parecía a los espejos antiguos que existían en ellos catillos británicos, se acerco de forma cautelosa para asegurar si estaba soñando. Si todo era un simple sueño, no seria capaz de ver su reflejo. Helaena le había comentado una vez todas las formas de darse cuenta si todo era real o un producto del subconsciente, ella sabia mucho de aquel tema y a él le gustaba escucharla.

Uno, dos y tres pasos para finalmente abrir los ojos y verse completamente reflejado de pies a cabeza. La sangre pareció helarse, quería salir corriendo, pero sus pies no se movían y un gran grito salió de su garganta. Jamás pensó que se asustaría de su propio reflejo, nada estaba mal con su apariencia, pero el terror de no estar soñando se apoderó de él. La melodía se volvió mas fuerte, pero esta vez a8unque fuera hermosa no le entregaba paz — quiero volver a casa...— susurro extremadamente bajo buscando no llorar, sin resultado. Sus ojos terminaron cerrándose mientras las lágrimas caían sin control.

—Lucerys—

Conocía aquella voz, la había escuchado sin parar en cada sueño pero tenia miedo de abrir los ojos y encontrarse con algo que no deseaba ver.

—LUCERYS—

Abrió los ojos automáticamente, raramente le gritaba y cuando lo hacía se sentía extremadamente pequeño — No me grites, no me gusta — murmuró antes de sonreír completamente fascinado, Aemond estaba allí... estaba dentro del espejo, pero estaba allí. Aun estaba sonando, todo era perfecto y la angustia abandonó nuevamen5te su cuerpo —Aemond, luces terribles ¿No has dormido nada? Tienes ojeras... y tus dos ojos — el tono de su voz empezó a volverse melancólico, en sus sueños Aemond siempre sonreía y no tenía ningún zafiro o cicatriz — perdóname, lamento mucho haberte lastimado. Puedo reírme y burlarme, pero lo hago porque no deseo que te encierres en tu cabeza o creas que eres menos hermoso o perfecto por mi culpa. Jamás tuve el deseo de lastimarte, estaba asustado...lo siento mucho — las lagrimas comenzaron a salir nuevamente — Me duele muchísimo haber sido cruel, me duele muchísimo no poder hacer más o quizás haber echo menos...estarías mejor sin mí. En todos estos sueños estarías mejor sin mí, solo nos peleamos y nuestras madres sufren ¿Por qué parece una maldición? —

A cada palabra el dolor y la desesperación se volvían más evidentes, no podía escuchar a su tío en ningún momento y la cabeza le dolía tan fuerte que deseo romper el espejo en un vano intento de alcanzar a quien consideraba una de las personas mas importantes de su vida. Cada golpe en el espejo parecía ser completamente inútil y finalmente todo desapareció regresándolo al bosque.

—Solo te haces daño mi dulce niño, necesitas descansar de tu viaje — la mano de la mujer empezó a limpiar las lagrimas en el rostro de Lucerys con extrema delicadeza — Todo en esta vida puede ser solucionado u olvidado, no dejes que tu hermoso corazón sea afligido por errores del pasado. A mi lado todo lo que te causa dolor será eliminado —

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