Tras dar sólo unos pasos más, su camino fue cortado por su hermana, Mike y Dustin, quiénes lucían desesperados. Sabiendo que nada bueno podría salir, su mirada enseguida se entornó y cruzó sus brazos sobre su pecho.

—¿Qué quieren ustedes tres?

La mirada de Mike y Dustin enseguida se dirigió a Victoria. Si alguien podía convencer a Aspen era su hermana, aunque incluso ella sabía que en esta situación era complicado.

—Necesitamos que juegues D&D con nosotros esta noche. Por favor. Por favor. Por favor.

—Uh, no. Tengo una fiesta.

Juntando sus manos como en una plegaria, Victoria puso su mejor cara de cachorro, tratando de convencer a su hermana como pudiera, pero Aspen no iba a ceder a jugar a D&D. Si bien nunca había jugado a aquel juego, no planeaba empezar aquella noche, no cuando había hecho mejores planes que involucraban bailar y beber.

—Lucas no va a estar porque es durante el partido, es temprano. La fiesta no es hasta más tarde. Por favor. Por favor.

—Mi respuesta es la misma. No seas pesada. Adiós.

Aspen palmeó los hombros de los adolescentes en un intento por disculparse y se alejó de ellos. Cruzó la pista de atletismo detrás de la escuela y se adentró en el bosque. Al hallar la mesa en la que siempre se sentaba, encendió un cigarrillo y tomó su cuaderno de dibujos. Había dibujado aquél bosque en cientos de ocasiones, más siempre encontraba algo nuevo que agregarle o alguna manera de hacerlo parecer uno diferente, dejando que su imaginación tome control sobre el movimiento del lápiz sobre las hojas.

Algunas otras veces también dibujaba personas. Le encantaba hacerlo en momentos en los que se encontraban distraídas, capturándolos en su forma más natural.

Dibujar le daba una sensación de paz, de tranquilidad. Alejaba los pensamientos y permitía que sólo se concentrara en lo que tenía enfrente, a su vez calmando su ansiedad. Había comenzado de pequeña, usando cantidad de cuadernos y mejorando sus técnicas con los años. Antes de mudarse a Hawkins incluso había tomado algunas clases.

Había descubierto la mesa en la que se encontraba a principios de aquél año gracias a Eddie Munson, quien usaba aquel alejado sitio para venderle marihuana a los estudiantes.

De hecho, aquel sitio había sido el primero donde Eddie y ella habían tenido una conversación y habían logrado conocerse mutuamente —luego de que él le vendiera marihuana y se drogaran juntos, claro—. Aspen había descubierto lo fácil que era mantener una conversación con él, tan sencillo como tomar una fresca bocanada de aire, le producía una sensación de libertad que era difícil de conseguir. Era auténtico, era sincero, era simplemente él, y por eso había vuelto una y otra vez a aquél lugar que tanto la había atraído la primera vez que lo visitó. Y a Eddie no le molestaba que alguien más usara su lugar, de hecho le agradaba encontrarla allí de vez en cuando.

Aspen alzó la mirada de su cuaderno al oír pisadas sobre las hojas y ramas caídas, y tomó una calada de su cigarrillo viendo a Chrissy acercarse hacia donde ella se encontraba.

—Aspen, hola —mumuró la porrista—. Uhm, buscaba a Eddie.

La aludida alzó una de sus cejas mientras la observaba, exhalando el humo de sus pulmones, y Chrissy no pudo evitar cambiar el peso de su cuerpo de una pierna a la otra con incomodidad bajo su intensa y penetrante mirada. A decir verdad, Aspen se encontraba sorprendida con su presencia allí, sabiendo que todo el que iba a buscar a Eddie era para comprar drogas, y Chrissy simplemente no parecía ser del tipo de chicas que consumía. Si así era, entonces Chrissy Cunningham no era todo lo que aparentaba ser, y eso le agradaba.

cigarette daydreams  ━━  eddie munson (pausada)Where stories live. Discover now