Amor

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El amor, siempre visto como uno de los sentimientos más intensos que caracteriza la existencia del ser humano. Desde tiempo atrás siempre se ha dicho que el amor mueve el mundo. Pero ¿es esto realmente verdad o únicamente se trata de un mero sentimentalismo? Incluso voy más allá, ¿a qué nos referimos exactamente con lo que denominamos amor?

De pequeño, siempre había relacionado la expresión de sentir amor hacia alguien con las relaciones de pareja. En ese caso, se dice que una persona siente amor por otra cuando nos ataca esa sensación más comúnmente denominada como "mariposillas en el estómago". La cosa es que no es el único tipo. Existen muchos más, infinitos me atrevería a decir.

Con el tiempo he ido aprendiendo que hay muchos tipos de amores. Y no sólo hacia personas sino también a cosas e incluso ideas. Se puede amar a tu madre, a tu padre, a tu hermano/a, a tus abuelos, a tu pareja, a tus amigos... Pero también puedes amar un deporte, una canción, viajar, cantar, comer, dormir, etc. El amor está donde nosotros queremos que esté, y únicamente depende de nosotros hacerlo más presente o no.

Para mí, el amor refleja un sentimiento super poderoso, constituido a su vez por muchos otros. Se puede reír por amor, llorar por amor, enfadarse por amor, ser feliz por amor, sufrir por amor... Al final, si nos damos cuenta es el sentimiento que mayor estímulo nos produce a nosotros mismos. Aquel que es capaz de generar en nosotros el mejor de los estados anímicos y a su vez el peor de todos. El amor está en todos lados. El amor está si nosotros lo buscamos. Al fin y al cabo, creo que lo importante es saber percibirlo bien y en los momentos adecuados.

Sin embargo, para mí, es más fácil distinguirlo en las siguientes situaciones, yendo más allá de las comúnmente típicas:

El amor son los niños. Un niño es un ser que actúa por instinto. No hay mal ni mentira dentro de ellos. No tienen la capacidad de plantearse las cosas. No son capaces de ocultar sus sentimientos. Lo que un niño refleja en el exterior es lo que de verdad vive por dentro. Se muestran totalmente siendo ellos mismos. Simplemente viven. Por eso creo que no hay mejor amor que aquel que es sincero y no oculta falsedad, aquel que es puro.

El amor son las sonrisas. Y no me refiero a las que nos obligamos a sacar premeditadamente. Esas, además, se captan rápido. Me refiero a aquellas sonrisas que cautivan, que son reales y esporádicas, que no son preparadas y que son inocentes. Sobre todo, cuando encima vienen acompañadas de las mejores risas del mundo, aquellas que, por muy raras que sean, contagian al resto. Creo que eso es un gran don.

El amor son los paisajes. Y es que la palabra paisaje ya implica una connotación más allá que un lugar cualquiera. Implican que esconden algo detrás de ellos. Obviamente los hay de todo tipo. Y mucho menos me refiero únicamente a montañas en un plano muy abierto y el aire golpeándote plácidamente en la cara. Voy más allá de lo que de primeras podemos pensar una mayoría. Me refiero a aquellos sitios en los que dejas liberar tus pensamientos, tus inquietudes y preocupaciones. Aquellos sitios que te hacen desconectar. Esos lugares que te aportan paz y tranquilidad, que a veces te permiten parar el tiempo y estar tú únicamente. Eso es bello. Eso es amor.

Y la verdad es que podría seguir así y mencionar más conceptos a los cuales asocio el amor lo que pasa que mi intención tampoco es condensar este texto. Queda como ejercicio y reflexión para el lector de este texto cuestionarse a sí mismo este hecho. ¿Dónde ves el amor? ¿Qué es el amor para ti? Además, como he dicho antes, el amor es elegible, es decir, el amor está donde nosotros queremos que esté. Lo interesante es que aprendamos a verlo en la mayoría de las oportunidades y lugares que se nos presenten. Pues amor es vivir, y una vida sin amor no sería vida, o al menos para mí.

Hasta la próxima.


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