Capítulo 17: La Calma Antes De La Tormenta

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- ¡Ven con mamá! - tomé a Ian de sus brazos. - Vaya a tomar un baño, su majestad. La bañera está preparada. Luego venga a desayunar.

Fue divertido ver la sorpresa en el rostro de Sovieshu al ver el desayuno en la mesa. Me observó de pies a cabeza y luego miró su ropa doblada en el sofá. Volvió a mirarme y pronto su sorpresa se transformó en una sonrisa.

Mientras Sovieshu estaba en el baño le cambié el pañal a Ian para ponerle uno nuevo junto a una nueva muda de ropa. El pañal sucio lo eché en una canasta donde estaba mi ropa sucia y le pedí a los guardias que se la dieran a Delice para lavarla.

Pudiendo al fin relajarme me senté en sofá y amamanté a Ian.

Pensé en lo ocurrido anoche. Cuando bailé con Navier le conté de mi encuentro con el Gran Duque Rylan, alegando que no era intensión del Emperador el dejarla sola y que lo único que quería era ayudarme. Navier aseguró que lo entendía y después tuvimos una agradable charla sobre lo peculiar que era el Príncipe Henry y sobre qué tal me iba en el palacio. Verla de buen humor me hizo pensar que en cuando el matrimonio hablara las tensiones entre ellos disminuirían. Quién hubiera pensado que fue todo lo contrario.

- "No lo entiendo, ¿Por qué pelearon de nuevo? Me aseguré de hablar con ambos por separado para que eso no ocurriera." - me lamenté hasta darme cuenta de lo contradictoria que estaba siendo. - "Primero intento separarlos y ahora trato de que se reconcilien, ¡Soy tan ridícula!"

- ¿Rashta? - pegué un ligero brinco al oír la voz de Sovieshu justo a mi lado. - Jeje No quería sorprenderte. - preguntó sentándose en el sofá y envolviéndome entre sus brazos para llevarme a su regazo junto a Ian. A diferencia de en el pasado ya no se avergonzaba de verme amamantando. - ¿Te pasa algo? Te veo triste.

- No es nada, su majestad. Rashta estaba pensando en que extrañará a sus padres cuando vuelvan a casa. - era mejor decir una verdad a medias y no mencionar nada con respecto a la emperatriz por ahora.

- No te preocupes. Todavía quedan un par de días hasta que el evento termine. Me encargaré de que tú y tu hermana puedan pasar el mayor tiempo posible con los Vizcondes Iskua.

- ¡¿En serio?! ¡Muchas gracias, su majestad! - contesté entusiasmada para recargarme contra su pecho en señal de cariño. Ian en mi regazo hizo un ruidito y dejó de mamar. Acomodando mi vestido le sonreí divertida. - ¿Qué pasa, Ian? ¿No te gusta no ser el centro de atención?

Sovieshu estiró una de sus manos para pellizcar uno de los cachetes de Ian. - ¿Es eso cierto, Ian? - bromeó consiguiendo que mi bebé hiciera un pequeño puchero con ojitos de perrito. Sovieshu soltó una risa. - Es tan lindo, ¿Cuánto tiene ahora?

- Ayer cumplió exactamente tres meses.

- ¿En serio? El tiempo realmente vuela.

- Sí. - pronuncié volteando a verlo con una sonrisa. - ¿Pasaría la mañana con nosotros, su majestad?

La expresión de Sovieshu fue radiante. - No haría otra cosa.

Y diciendo eso nos dispusimos a desayunar en medio de risas.

Para ser el primer día de comenzada mi amistad con Sovieshu no estuvo nada mal.



...



El día fue tan frustrante como Navier esperó.

La noticia de que la amante oficial pasó toda la noche en la habitación del emperador circuló durante todo el día. Muchos nobles aseguraron ver a la pareja retirarse junta del baile y esa misma mañana se les llevó el desayuno a la habitación, de donde ninguno de los dos salió hasta el media día, momento en que el Emperador se retiró con una enorme sonrisa. Esto conmocionó a todos pues ni siquiera en sus mejores momentos la emperatriz recibió un trato tan íntimo.

¡¿Soy Rashta?!Where stories live. Discover now