Capítulo 12: Conversación

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¿Qué debería hacer ahora? ¿Debería pedir ayuda una vez más a los Caballeros Transnacionales, aunque dejase su orgullo herido y suponga un riesgo de revelar el secreto mejor guardado de su nación?

- No debe preocuparse por Lady Rashta, su majestad. Lady Darta ha demostrado ser muy leal a Lady Rashta y pare estar comprometida con su labor. - reconoció el Marqués Karl.

Sovieshu guardó unos segundos de silencio. Estuvo a muy poco de impedir que Lady Darta se convirtiera en la guardia personal de Rashta y ahora era plenamente consciente que ese pudo haber sido un grave error.

- Lo sé. Aún sin Lady Darta, Rashta está rodeada de personas dispuestas a protegerla. - el recuerdo de ese día en que entró gritando a la habitación de su amante y la servidumbre estuvo dispuesta a enfrentarse a él para que no la agrediera, una criada incluso interponiéndose en medio, aún estaba plasmada en su retina. Lejos de enfurecerse por tal acto irrespetuoso una suave sonrisa se plasmó en su rostro y susurró. - Es tan buena que es difícil no amarla.

El marqués se sorprendió al ver esa expresión en el rostro del emperador. Era la primera vez en mucho tiempo que lo veía sonreír de forma genuina. Debía admitir que un inicio pensó que la fascinación que el emperador tenía hacía su amante disminuiría; pero cada día parecía incrementar más y más.

Empezó a pensar que las cosas talvez mejorarían con el tiempo.

Entonces, unas horas más tarde, unos toques en la puerta vinieron a destruir todas sus ilusiones.

- Adelante. - indicó Sovieshu dirigiendo su atención a la persona que acaba de entrar. Al ver su semblante preocupado frunció el ceño. - Barón Lant, ¿Ocurre algo?

- Disculpe por la intromisión su majestad. Es que... - se detuvo a mitad de su oración.

- ¿Qué? ¿Por qué te quedas callado, Barón?

Un poco dudoso se aventuró a decir. - Acaban de informarme que han visto a la Emperatriz Navier y Lady Rashta juntas y... Lady Rashta estaba llorando. También la Vizcondesa Verdi. - se mostró preocupado, tragando saliva, para añadir. - Mientras ellas lloraban Lady Lebetti y La Emperatriz sonreían, su majestad.

El Marqués Karl se puso rígido.

La última vez que el Barón Lant llegó con noticias parecidas, El Emperador y La Emperatriz tuvieron una discusión que se intensificó tanto que sus fuertes gritos se escucharon por los pasillos, llegando a oídos de todo el que estuviera cerca. Los rumores alegando lo cruel que era la emperatriz y lo enamorado que estaba el emperador de su amante no tardaron en esparcirse, ¿Y para qué? Para que la misma Lady Rashta desmintiera esa versión de los hechos, revelando que todo se trataba de un malentendido, haciendo que esa enorme discusión fuera un sin sentido que trajo serias repercusiones, pues desde ese día las cosas empezaron a ponerse frías entre ambos emperadores.

Ahora no sabía que repercusiones traería este nuevo "chisme".

Sovieshu dejó de escribir. - ¿Comprobaste que esos testigos no estuvieran diciendo mentiras?

- ¡Sí, su majestad! - se apresuró a decir el Barón Lant. La última vez por no transmitir la información correcta recibió una fuerte reprimenda. Si no tenía cuidado el Emperador estaría más que disgustado con él. - Varios nobles y miembros del personal las vieron.

Sovieshu permaneció un momento en silencio, sin expresión legible en su rostro, con la mirada pegada en los papeles en los que estuvo concentrado hace poco.

El Marqués Karl y El Barón Lant aguardaron una respuesta con el corazón en la boca.

- Me encargaré de este asunto. Pueden retirarse. - y diciendo esto volvió a sus tareas.

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