Capítulo 9: Planes En Marcha

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Con rapidez me oculté entre las sábanas para ocultar mi desnudez. Tomé unas cuantas respiraciones para calmarme y asomé mi rostro con una dulce sonrisa. - No se preocupe por Rashta, su majestad, ¡Que tenga un buen día!

Recibiendo una sonrisa en respuesta y un suave beso en los labios, Sovieshu abandonó la habitación.

Pasados los segundos y al estar segura que no regresaría me dejé caer de espalda sobre el colchón con los brazos extendidos.

- Que horror.

- Al menos tu dormiste en una cama y no en el armario. - se quejó una voz femenina proviniendo desde el otro extremo de la habitación. Sin levantarme hice la cabeza para atrás, viendo el momento en que las puertas de mi armario se abrían de par en par y de allí emergía una hermosa mujer sobando la parte posterior de su cuello. - Me duele el cuerpo.

- Lo lamento mucho. - me disculpé incorporándome de la cama para correr a la mesita de noche. Tomé la crema que me regaló mi madre la noche anterior y me dirigí a entregársela a la mujer. - Se supone que ayuda con el dolor muscular.

- Muy amable de tu parte, linda. - me agradeció tomándolo para verter un poco en su palma y comenzar a untárselo. Un suspiro escapó de sus labios. - ¿Me prestas tu baño? No puedo salir luciendo así.

- Por supuesto. Adelante.

Sin perder el tiempo desapareció por la puerta del baño llevando un gran bolso con ella.

Permanecí de pie en medio de la habitación. Empezaba a preguntarme si esto fue una buena idea o no y la manera en que terminé en esta situación.

Todo sucedió ayer en la noche cuando llegó el momento de prepararme para ver al emperador.

- Me encargaré de lo último. Puedes retirarte tu primero, Delice. No es necesario que te quedes aquí. - le indicó Minerva con comprensión a la joven al verla al borde del llanto.

- Lady Rashta. - me llamó Delice esperando mi aprobación.

Con una dulce y triste sonrisa la abracé para dejar un beso en su frente. - Muchas gracias por todo, Delice. Eres una grandiosa amiga. Pero ahora... Debo hacer esto sola.

La joven me miró con las lágrimas a punto de desbordar, asintió suavemente y sin decir palabras abandonó la habitación.

- "Me pregunto... ¿Ella habría tenido la misma reacción si me viera en una situación así?" - pensé un momento para negar con la cabeza. - "No. Mi mejor amiga no solo habría llorado. Le habría dado a Sovieshu la paliza de su vida y luego me hubiera regañado fuertemente sobre lo imbécil que era para al final obligarme a fugarme con ella."

Pensar en eso hizo que una sonrisa brotara en mi rostro.

- Es una buena muchacha. - comentó Minerva con una sonrisa sincera. Su voz hasta entonces carrasposa pasó a escucharse melodiosa, suave y dulce. - ¿Sorprendida?

- Un poco. - respondí con algo de asombro. - ¿Estás segura que quieres hacer esto?

Alzando una ceja la mujer me miró. - ¿No debería ser yo la que pregunte eso? No te preocupes por mí, linda. - dando la vuelta sobre sus propios pies con una gracia natural se soltó el cabello canoso, revelando que se trataba de una peluca que llevaba sobre su rubia y rizada cabellera, la cual cayó igual a una cascada hasta el final de su espalda. - No tardaré mucho. Voy a necesitar que cuides que nadie más ingrese a la habitación hasta entonces.

Obedeciendo eché seguro a mi puerta y ventanas, cerrando las cortinas por completo. Aun en medio de mi ansiedad intenté concentrarme, recordando la segunda carta de Lord Farkas.

¡¿Soy Rashta?!Where stories live. Discover now