—Esta es nuestra habitación —Alessandro abrió la puerta para mostrarme la enorme habitación matrimonial, era dos veces más grande que las otras anteriores y esta contaba con un hermoso balcón con vista al paisaje de la bella Florencia.

—¿Te gusta? —me rodeo el cuerpo con los brazos.

—La casa es bellísima Aless, hay mucho espacio.

—Entonces, ¿Qué dices?

—No lo sé aún, ¿qué hay del abuelo Vittorio? Me da tristeza dejarlo solo.

—He pensado en que papá viva con nosotros aquí, la casa es bastante grande lo suficiente como para toda la familia, además adorará estar con su nieto.

Me quedé en silencio un par de segundos.

—Está bien, creo que esto es lo mejor —conteste dándole un beso en los labios—. Necesitamos alejarnos de lo que nos hizo daño, y esto es lo mejor que podemos hacer ahora. Por el bien de los tres.

—Claro que sí, no te preocupes por nada. Me encargaré de que esta sea una bonita casa para nosotros. Por el momento nos quedaremos en la casa de Roma, hasta que el bebé nazca, aún tenemos controles con el doctor Giuliani.

—También creo que es lo mejor, debo organizar todo el asunto con mi trabajo. No quiero permanecer en la casa como una completa inútil, sabes que la pintura significa mucho para mí.

—Estoy seguro de que podres encontrar un lugar donde trabajar en lo que más amas, ¿quién podría decirte que no?

Le dedique una sonrisa a Alessandro, él en realidad se estaba esforzando porque las cosas entre los dos funcionaran, nunca lo había visto tan ilusionado como desde que mencionó que haría lo posible porque iniciáramos una nueva vida lejos de todos.

—Haremos que esto funcione señora Marchetti —me tomó del rostro para besarme profundamente—. Ahora es mejor que te cambies de ropa, daremos un paseo por la ciudad.

Obedecí a Alessandro y subí los escalones rumbo a la habitación para cambiarme de ropa y realizar nuestro recorrido por toda la ciudad, sabía que una semana no bastaría para enamorarme de la bella Florencia y sus alrededores, había mucha historia y arte en aquella ciudad. Me sentía como una niña pequeña conociendo un parque de atracciones.

Nuestra primera parada fue en un bonito y elegante restaurante de una zona exclusiva de la ciudad, muy cercano a la galería Degli Uffizi, me moría de ganas de recorrer el lugar ya que allí había varias obras de artistas importantes como lo eran Boticcelli, Leonardo Da Vinci y Giotto.

Me detuve a observar con detalle el menú del lugar, decidí pedir unos deliciosos macarrones con queso especiales de la casa. Alessandro fijo su vista en mí después de hacer su orden y se soltó a reír cuando me escuchó pedir aquel plato.

—¿Qué? —le cuestione cuando se burló de mí.

—Hemos venido desde roma hasta aquí y terminas pidiendo un plato simple como ese. Pudiste pedir algo más delicioso cariño.

Fruncí el ceño.

—Me gusta lo simple, yo soy simple —me encogí de hombros—. Además es la primera vez en meses que tengo antojos de mi plato preferido en todo el mundo.

—¿Hablas en serio? ¿Tu plato preferido son los macarrones?

—Claro que sí, ¿qué has pensando, que me gustaban tus apestosos batidos verdes?

Él se soltó a reír con aquello.

—En mi defensa contienen muchos nutrientes y vitaminas para ti y el bebé.

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