Alessandro pasó sus manos por mi cabello peinándolo con sus dedos.

—Vamos a ser felices, los tres. Pronto dejaremos esta casa, y con ella todo lo que nos ha hecho daño. Seremos muy felices en una bonita casa con un gran jardín para el bebé. Seremos una familia y comenzaremos desde cero.

—Lo seremos Aless.

Él me devolvió un beso en la mejilla. Y nos quedamos en la cama por un par de horas más.

Ese mismo día le manifesté a Alessandro mis deseos por casarnos lo más pronto posible, no quería una boda demasiado llamativa y que estuviera en boca de todos los medios, solo quería que fuera especial para quienes eran cercanos a nosotros. Tampoco deseaba más a Carina en nuestras vidas, cuando se aparecía solo cosas malas podrían esperarse de ella. Era como una real maldición.

Alessandro no protestó ante mi petición, decidió que era lo mejor y se encargó de buscar al notario para celebrar el matrimonio esa misma semana, así que la noticia de mi matrimonio tomo por sorpresa a mi madre, no sabía si mi padre vendría, pero le había mencionado que él también era bienvenido en nuestra boda.

Respiré profundamente cuando vi mi figura en el espejo. El bonito vestido de novia que había escogido para nuestro matrimonio resaltaba a la perfección con la diadema que tenía puesta sobre mi cabello rizado y largo.

—Chiara cariño, ¿estas lista? —preguntó mi madre al entrar en la habitación.

Me limpie una lágrima de mi mejilla y tome en mis manos el bonito ramo de flores amarillas.

—Estoy lista —dije con una sonrisa.

Mi madre me acompañó hasta el jardín de la casa en la que ya se encontraban toda nuestra familia, mantuve la esperanza hasta el último instante en que mi padre llegase para entregarme al hombre que había escogido como mi esposo, pero él no estaba allí. Por fortuna no tuve de que preocuparme ya que el abuelo Vittorio me ofreció su brazo para llevarme hasta su hijo Alessandro.

—No te preocupes cariño, no es necesario que te pongas triste por eso —me intento consolar mi madre.

Quería hacerme la fuerte, quería sentir que no me hacía daño, que no me dolía. Pero si dolía saber que mi padre se negaba a perdonarme. Y no quería arruinar el día mas especial de mi vida en pensamientos miserables.

—Estoy bien mamá —contesté y después me acerque al señor Vittorio.

—Te ves hermosa hija —me dijo él con una sonrisa.

Apreté con fuerza su brazo de los nervios.

—Gracias abuelo Vittorio.

—Puedes decirme papá si quieres.

Aquello era lo más dulce y tierno que había escuchado.

—Gracias por aceptarme en tu familia papá —le di un beso en la mejilla y el sonrió ante mi acción.

—Es mejor que nos apresuremos, o me harás llorar —contestó.

El señor Vittorio me condujo por el camino de flores que me llevaría hasta Alessandro, quien me esperaba sin despegar su vista de mí. Finalmente me entrego en las manos de su hijo y nos deseó lo mejor en nuestras vidas.

—Luces preciosa amor —sonrió Alessandro.

—¿Te ha gustado el vestido? ¿No me veo muy ridícula usando un vestido de color rosa pastel?

Él soltó una risa.

—Luces demasiado dulce y tierna en él. Como la mujer más hermosa que he visto en mi vida, la mujer y el amor de mi vida.

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