—Tú, ¿quieres quitarme la ropa? Vaya, parece que alguien tiene suerte hoy —dejó escapar una sonrisa que me hizo sonreír.

—Deja las boberías.

—¿Tu qué opinas mini Aless? —se levantó de la cama para llevar sus manos a mi vientre—. Parece que tu padre ha despertado a tu madre en medio de la noche para preocuparla. Deberías sentirte avergonzado de mí.

—Él dice que desde ahora deberíamos tratar de ser felices los tres —le respondí.

Alessandro fijó su vista en la mía y sonrió.

—¿Significa que te quedaras? ¿No vas a irte?

—Voy a quedarme, ¿quién lidiará con el señor Alessandro Marchetti?, eres un desastre solo —le dedique una sonrisa—. Pero somos menos desastre juntos, ¿cierto?

Él sonrió.

—¿Quiere decir que usarás la sortija?

—No lo sé, no me gustaría llevarla por mucho tiempo —arrugué mi frente.

—¿No quieres usar la sortija?

—Es que no vería el caso de usarla cunado deseo casarme contigo lo más pronto posible —le dije—.Me muero de ganas por ser tu esposa.

Creo que su borrachera se fue casi al instante en cuanto le dije aquello, Alessandro no dejaba de sonreír y agradecerme que le hubiera dado una segunda oportunidad.

—Gracias Chiara, yo cumpliré con lo que he dicho. Lo juro —sostuvo mis manos en las suyas—. Y al igual que tú deseo con todas mis fuerzas ser tu esposo —sus ojos brillaron al decir aquello.

—Pero antes de eso señor Marchetti, ¿le gustaría tomar una ducha?

Él asintió, se deshizo de su ropa y caminamos juntos hasta el baño para después meterse en la regadera. Tomé en mis manos la esponja con un poco de jabón y empecé a pasarla por su espalda cuando el agua fría cayó en su cuerpo.

—Mierda, está demasiado helada —se quejó temblando.

—Es una consecuencia de beber de esa manera.

Tomé después de aquello el shampoo y enredé mis dedos pasándolos por sus cabellos rizados. Alessandro no dijo nada, creo que disfrutaba aquel momento por la firma en la que se dejaba que lo lavara.

—Ya estás listo, iré por una toalla.

—Gracias, por cuidar de mí —me dijo.

—He hecho por ti, lo que tú has hecho todo este tiempo por mí —le respondí.

Después de eso lo ayudé a que se subiera a la cama y me quede a su lado hasta que se quedase dormido, él se aferró a mi cuerpo abrazándose a mí como si solo se sitiera a salvo a mi lado. Le devolví un beso en la cabeza cuando cerró sus ojos y se quedó profundamente dormido.

—El tiempo va a curar nuestro dolor —le susurré apoyando mi cabeza en su hombro.

Cerré mis ojos y dejé que el sueño se apoderase de mí.

**

Sentí una manos pasarse por mis cabellos, abrí los ojos para ver el rostro de Alessandro cercano al mío.

—Buenos días —dijo con una sonrisa dibujada en sus labios.

—Buenos días —le contesté con una sonrisa d vuelta.

—Te has quedado conmigo.

—Lo he hecho —me aferré a su lado—. Ya no quiero más momentos tristes para ninguno.

FrágilWo Geschichten leben. Entdecke jetzt